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La brigada de internautas anti-woke, para los que todo es woke, mientras no se demuestre lo contrario, desde que conocen la dichosa palabra, están de los nervios ante la proliferación de propuestas como 'Parpadea dos veces', que atiende a una frase bastante sobada últimamente en términos promocionales: «Es una comedia para las mujeres y una película de terror para los hombres». Así es, aunque el debut tras la cámara de la actriz Zöe Kravitz se queda corto a la hora herir la sensibilidad masculina. El tercer acto es un ejercicio catártico sumamente liberador, pero tarda bastante en llegar. El mensaje crítico de este mix entre 'The White Lotus', 'Déjame salir' y 'Very Bad Things' es alto y claro, subrayado hasta la extenuación con un montaje que a veces rompe el ritmo. La atmósfera no genera la inquietud necesaria hasta el desenlace pero el difícil tono esgrimido, extraño por momentos, con un sentido del humor peculiar, resulta audaz, máxime en los tiempos que corren. Si el #metoo necesitaba también alguna propuesta cruenta, que apostase por la violencia a la hora de zanjar las desigualdades, aquí la tiene. Este delirio visual no se corta a la hora de señalar los abusos del patriarcado sin la necesidad de enfatizar con excesivo descaro su condición de reivindicación feminista.
El movimiento woke, anglicismo que señala a un sector de la población mundial que prioriza las políticas de identidad, se enfrenta al racismo y enarbola la espinosa cultura de la cancelación frente al acoso sexual, la desigualdad social y el recorte de derechos humanos, es la causa de mil y una pataletas en las redes sociales que tienen como objetivo hundir determinados productos culturales. Hablar de inclusión forzosa en el reparto de las series que produce Disney, por ejemplo, ateniendo al mapa de Estados Unidos, es no haber viajado mucho, más allá de la pantalla del ordenador. Solo hay que darse un paseo por ciudades como Nueva York, por no hablar de prácticamente cualquier capital del mundo, para comprobar que la diversidad es un hecho imparable. Sin embargo, hay quien ve este hecho palpable, y enriquecedor, como una deshonra antinatura.
'Parpadea dos veces' lo tiene todo para recibir los varapalos de una audiencia reprimida que no duda en poner a caldo lo que no le convence porque ven el mundo de otra manera, en una realidad paralela. Kravitz es mujer, afroamericana y «nepo baby» –hija de Lisa Bonet y Lenny Kravitz. Lo tiene todo para irritar a cualquier niño rata con posibilidad de acceder a un teclado. Sin que nadie haya visto la película, ya tiene todas las papeletas para ser atacada, independientemente de su calidad. Es tendencia reseñar negativamente una obra sin saber casi nada de ella, un curioso activismo que se rasga las vestiduras porque «el arte está politizado». El ser humano es contradictorio, especialmente en conflictos donde la ideología marca el paso.
Cabe destacar que, en esta ocasión, los posibles insultos caen en saco roto. En 'Parpadea dos veces' hay diversión, ideas y valentía, al margen de los tropiezos mentados. Estamos ante un artefacto metafórico que golpea la entrepierna del macho alfa. Llados, el coach millonario hipervitaminado que cree vivir en una película porno, rodeado de mujeres en una mansión con piscina infinita –ojo a 'Infinity pool', de Brandon Cronenberg-, podría ser el personaje interpretado por Channing Tatum, un empresario de éxito exacerbado que mira claramente a personajes perturbadores como Zuckerberg o Elon Musk. La protagonista, una camarera de eventos algo perdida, acaba en una isla comprada por el magnate, un paraíso donde la fiesta es eterna. En alegre comunión, es un decir, se reúnen algunos variopintos personajes que esconden secretos.
Naomi Ackie ('Whitney Houston: I Wanna Dance with Somebody') encarna, con fuste, a una mujer que sueña con cambiar de vida conociendo a un tipo guapo y pudiente. Su deseo se tornará en pesadilla en un ambiente inestable que va retorciéndose según se desvela el truco del pastel envenenado, como si Jordan Peele hubiera cambiado el racismo que combate en sus conocidas películas –la citada 'Déjame Salir' o 'Nosotros'- por el feminismo. Un lugar idílico es el escenario de una sensación de confusión in crescendo que contagia al espectador. Los traumas no se olvidan tan fácilmente y, a veces, quien los causa, merece un castigo, ¿quizás físico? Eat the Rich Men!!!
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