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Alejandro G. Calvo R.C.
«En esta vida hay que ser fordiano»

Alejandro G. Calvo

Crítico de cine
«En esta vida hay que ser fordiano»

Apasionado del séptimo arte y de John Ford, ve medio millar de películas al año y asegura que «todas las cosas buenas de la vida son wéstern»

Domingo, 22 de septiembre 2024, 00:15

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«Uno de los mandamientos del crítico de cine es no perder la curiosidad jamás», afirma Alejandro G. Calvo. Y él no la ha perdido porque, a pesar de ver casi 500 películas al año, mantiene por el cine la misma pasión desbordante que le llevó a escribir sus primeras críticas siendo un adolescente y le hizo colgar el título de Ingeniería Química para lanzarse «con un riesgo suicida» a la profesión. Pero le salió bien: director de SensaCine, una de las webs de cine más importantes de España, su combinación de entusiasmo, rigor y conocimiento no solo ha conseguido que algunos de sus vídeos acumulen millones de visionados, sino también que los más jóvenes conozcan a los clásicos del cine: «Cuando algún chaval me dice que ha visto 'Pickpocket' de Bresson porque yo la recomendé, ya no necesito ninguna plaza con mi nombre porque ya lo he conseguido».

–Si le pregunto con qué director de cine le gustaría tomarse un vermú, supongo que me dirá con John Ford.

–Sí, sí. O con Luis Buñuel, creo que con él me reiría de más. Pero, por admiración absoluta, desde luego sería John Ford.

–¿Todo es wéstern?

–Todas las cosas buenas de la vida son wéstern. El wéstern es mítica, es lírica, es extremadamente romántico, pero también es violento; es capaz de resumir todos los conflictos humanos a sus mínimos elementos.

–Usted es un crítico que ama el cine. Otros, en cambio, parece que lo odian.

–No hay truco. Yo soy como soy y creo en lo que hago, no creo en esa versión antigua del crítico enfadado con la vida, con las películas, con los festivales, que dice que todo es malo, que 'Casablanca' es la última gran película; estoy completamente en contra de esa actitud. A mí me apasiona el cine, y cada año descubro cinco o seis nuevas obras maestras que me siguen empujando a tratar de hacer mi trabajo lo mejor posible.

–Y sus críticas se entienden.

–Eso lo aprendí al pasar del texto al vídeo porque, escribiendo, yo también era florido, quería hacer un texto complejo, de ideas difíciles y tal. Pero, al final, esos textos tienen muy poco recorrido porque parece que están hechos para que los lean otros críticos. Eso es un error, y tardé años en darme cuenta. Hay que ser fordiano en esta vida. Hay que tratar de expresar pensamientos y reflexiones emocionales y psicológicas complejas con palabras sencillas, eliminar toda esa floritura y ser claro en el mensaje: no hace falta dar vueltas para transmitir lo que quieres transmitir.

–Ve todo tipo de cine.

–Hay directores que me gustan más o menos, pero lo veo todo, sí, y trato de disfrutarlo. No entiendo el cine como un gueto, no me interesa solo el cine coreano de los 60. Además, yo no distingo entre trabajo y vida, y así acabas teniendo un dibujo más grande y mejor de aquello de lo que vas a escribir en el futuro porque cualquier cosa que haces en la vida entra en el texto: ir al concierto, leer un libro o ir con mis hijos al parque.

–¿Les da mucha tabarra a sus hijos con las películas?

–Disfruto muchísimo de la experiencia cinematográfica con ellos porque me están demostrando ser grandes cinéfilos. Obviamente, ya empiezan a preferir unas cosas a otras. Ahora mismo, mi hijo pequeño solo quiere ver terror y tiene 10 años, así que hay que tener cuidado porque no puede verlo todo, pero hace poco vimos 'La noche de Halloween' y yo le miraba a la cara y era el día más feliz de su vida. El mayor va a cumplir 13, y le llevé al cine a ver 'El bueno, el feo y el malo' en versión original y también fue uno de los mejores días de su vida. Tengo muchísima suerte porque mis hijos y mi mujer me acompañan en este viaje. Somos una familia muy cinéfila, e igual nos vemos 'Los siete samuráis' que una peli de Adam Sandler.

El cine clásico

–En muchas de sus críticas cuela referencias a los grandes maestros para que los más jóvenes los vayan conociendo.

–Es la gran trampa, porque mi público es muy joven y le gusta Tarantino, Scorsese… pero ¿por qué no intentáis ver a John Cassavetes, a Samuel Fuller, a Bresson? Y se lo explicas: mira, Scorsese, colaborador de Schrader; Schrader, su padre es Bresson… vas tirando de este hilo y llegas al cine clásico, que es mi otra gran lucha, porque estamos en un mundo donde no paran de estrenarse contenidos en las plataformas como una cascada terrorífica de imágenes sin valor. La mayor alegría que yo me llevo es que descubren un montón de cine clásico gracias a nuestros vídeos, porque ese es el objetivo del crítico, ser un prescriptor. La función del crítico de cine no es decir si una peli es buena o mala, sino contagiar tu pasión por el cine.

–Según su libro 'Una película para cada año de tu vida', a mis 54 tengo que ver 'Sátántangó', que dura siete horas. Menos mal que a los 55 me toca 'El Padrino'.

–Esa es la frontera: para que puedas ver 'El Padrino' tienes que comerte las siete horas de 'Sátántangó' [risas]. Yo quería que el libro fuera un reflejo de cómo soy yo, que fuera tremendamente variado, y 'Sátántangó', dentro del 'slow cinema', es una de las experiencias más bestias que hay. Para el libro la volví a ver ¡dos veces!, y hasta me leí la novela. Es una experiencia brutal, pero cualquier persona que la haya visto no la va a olvidar en su vida.

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