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«Lo que sucede en el bosque, se queda en el bosque», así sentencia en su segundo capítulo, con sorna, uno de los personajes principales de 'Hay algo en el bosque', una serie antológica de ocho episodios que ha visto la luz en nuestras fronteras estos días aprovechando la llegada de Halloween, época ideal para devorar material audiovisual con tintes siniestros con un buen cargamento de palomitas y golosinas entre las manos. El miedo y la risa, truco o trato, están de enhorabuena con hazañas viscosas como la presente. El espíritu del Día de los Muertos, omnipresente esta semana, pasa por el escalofrío y el humor negro. Pánico frente al televisor, pero también una buena dosis de carcajadas.
La propuesta que nos ocupa, rodada en el País Vasco, se presentó hace unas semanas en la 57º edición del Festival de Cine de Sitges, con la presencia de sus directores, Nicolás Amelio-Ortiz, un youtuber especializado en cine, y Gastón Haag, artífice de descacharrantes cortometrajes como 'Superjodidos' o 'Nada de nada', premiados en múltiples eventos especializados. Zorion Eguileor, glorificado -más vale tarde que nunca- gracias al éxito de su participación en 'El hoyo' -cuya continuación acaba de ver la luz en Netflix-, encarna a una suerte de maestro de ceremonias, como el Tío Creepy o el Guardián de la Cripta en 'Tales from de Crypt' y sucedáneos. Con una verborrea encendida, obvio, cual Chicho Ibáñez Serrador en 'Historias para no dormir', da paso a cada relato autoconclusivo.
Las piezas, de 25 minutos de duración cada una, aproximadamente, comparten escenario, una zona de alquiler de cabañas vacacionales entre árboles, y algunos personajes que trabajan en tan singular espacio turístico. Un lugar idílico, con el Monte Amboto de fondo, que no lo es tanto cuando cae la noche. Las casas de madera entre las sombras esconden secretos y acogen a un catálogo de grotescos personajes, entre ellos algún que otro abofeteable 'influencer' y una raíz de mandrágora malhablada que cobra vida inexplicablemente.
Aparte del maestro Eguileor, en 'Hay algo en el bosque' participan otros rostros reconocibles como el de Iván Massagué, con quien compartió encuadre en 'El hoyo', Javier Botet, Tomás Pozzi, Daniel Ibáñez, Jordi Aguilar, Michael John Treanor, Denís Gómez o Angie Fernández, a los que acompañan Laura Laprida, Andrea Núñez, Rebeca Alfayat, Cristian Pérez o el propio Gastón Haag. La trillada fórmula de reunir varios capítulos con diferentes historias, como si fuera una selección de cuentos, un esquema habitual en el género fantástico y de terror -también en películas-, funciona a las mil maravillas como formato televisivo.
Ya desde los créditos, varias ilustraciones obra de Nuño Benito, mínimamente animadas por MoA Studio, remiten al mundo del cómic y la serie B. Se miran, sin ocultarlo, en un clásico de culto como 'Creepshow', filme surgido de la mente del mítico George A. Romero y el inefable Stephen King, tras la ingestión masiva de tebeos de la E.C. ('Tales from the Crypt', 'Vault of Horror'...) y otros exponentes del terror gráfico en viñetas. La apuesta traslada con desparpajo el espíritu de las historietas que homenajea, brindando al público un encomiable pasatiempo compuesto por cinco relatos independientes, unidos por una historia anecdótica, entre los cuales resalta el drama protagonizado por un maniático de la limpieza que acaba devorado por cientos de cucarachas en una escena horripilante. El humor macabro se respira en cada fotograma. «¡¡Usted se divertirá sintiendo miedo!!», era el lema de su cartel.
Los protagonistas de 'Hay algo en el bosque', cuyo resultado también recuerda inevitablemente a la imaginería de Sam Raimi y su 'Posesión infernal' -con algún guiño directo incluido-, se enfrentan a sus propios miedos y demonios internos al penetrar en una zona embrujada donde un antiguo libro de hechizos hace de las suyas. Pesadilla tras pesadilla, de irregular resultado, como toda antología que se precie, la acción avanza saltando de cuento en cuento, ofreciendo entretenimiento sin dobles lecturas ni metáforas envolventes propias de este tipo de producciones fantaterroríficas.
Algo infantil en su fondo, formalmente eficaz, aunque la iluminación ochentera, una tendencia que no cesa, contamina demasiado el conjunto en algunos momentos, cuenta con muertos vivientes, extraterrestres, brebajes mágicos, una extraña joya, mafiosos, fenómenos extravagantes y seres de otros mundos. ¿Qué más se puede pedir si te va la cultura trash? Hasta un pintoresco coche asesino hace acto de presencia en una de sus entregas, en clara alusión a 'Christine' del inmenso Carpenter. Apadrinada por Gloriamundi Producciones y Abramacabra A.I.E. para AMC Networks International Southern Europe, es una de las grandes apuestas de Dark en la presente temporada, tras ser bien acogida en Latinoamérica (también disponible en contenedores como Movistar+). Representa perfectamente el espíritu del canal, reuniendo varios géneros: fantasía, terror y comedia. Se nota que los directores, también presentes en los guiones, son aficionados al horror y el absurdo. A degustar con la luz apagada, con el cerebro en piloto automático y un quintal de chucherías, a poder ser en grata compañía (con una careta de serial killer y un cuchillo... ¿de goma?).
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