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Un fotograma de la serie.
Crítica de 'Cowboy de Copenhague': un cuento de brujas sensorial

Crítica de 'Cowboy de Copenhague': un cuento de brujas sensorial

La última serie del director de 'Drive' se sale de los cánones habituales de Netflix, apostando por un estimulante cuento de brujas moderno que remite al giallo italiano y mucho más

Martes, 28 de febrero 2023, 08:20

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Gracias a series como 'Cowboy de Copenhague' merece la pena pagar más por Netflix, si es verdad que, como adelantaba la popular plataforma de ocio para aliviar el apocalipsis, el cambio en su política de suscripciones obedece a un interés en recaudar más para producir mejor. Sean reales, o no, sus intenciones, atendiendo a lo que funciona en su famosa lista de lo mejor del día, podemos echarnos a temblar quienes apostamos por una oferta variada donde tengan cabida evasión y reflexión. Todo apunta a que 'Miércoles' se acentúa como el producto más consumido de la historia de la empresa, una propuesta con un claro tono infantil y poco fuste que se agarra a un mosaico de referencias mil veces vistas. Una serie en las antípodas de la última obra por capítulos de Nicolas Winding Refn, objeto de estas líneas, quien ya dejó claro con la reivindicable 'Too Old to Die Young' aka 'Demasiado viejo para morir joven' -¡qué gran título!-, avalada con una venda en los ojos por Prime Video, que no entiende el formato sin la experimentación, como ocurre en sus películas. Acusado de postureo autoral, no sin ciertos motivos, por más de un crítico, hay que reconocer a este inquieto cineasta que lo suyo no es apuntarse a lo que funciona comercialmente. Va a su bola y tiene la suerte, de momento, de que alguien financie sus proyectos. De ahí que, probablemente, tenga que saltar de un lado a otro para seguir encontrando mecenas.

Probablemente Netflix está detrás de 'Cowboy de Copenhague' porque, de vez en cuando, tiene que sacudirse cierto complejo de inferioridad en cuanto a calidad respecto a la competencia. A sus jerifaltes les gusta llevar películas de autores reconocidos a los festivales y que ganen premios. A veces, estrenan estos títulos en los cines, lo que no quita que su público potencial sea el que es y no tengan mucho recorrido bajo demanda. Ojalá siga apostando por la diversidad en su catálogo y pueda tener cabida un producto mainstream como 'Miércoles' y una patada en la retina como lo último de Winding Refn, complementándose con algarabía en un menú cada vez más discutible en términos creativos. Entrar en la narrativa del director danés supone cierto esfuerzo frente a la pantalla. Culpable de la existencia de la visceral trilogía 'Pusher', visualmente nerviosa, firmó en 2011 la dirección de 'Drive', el filme que le puso en el mapa internacional, un drama bañado en tensión, basado en la novela homónima escrita por James Sallis. Ryan Gosling encarnaba a un conductor, especialista de cine, aficionado a participar en atracos por la noches. Un thriller de acción inusual que remitía en su estética al cine de los años 80 y renovaba el cine noir. Le valió a su director el premio al mejor director en Cannes. Después llegó 'Sólo Dios perdona', en la misma línea: estética cuidada, atmósfera trabajada, música ad hoc, sugestivos encuadres, mimada puesta en escena...

Un fotograma de la serie.
Un fotograma de la serie.

El cine de sensaciones, contemplativo, personal y excéntrico, no es plato para todos los gustos, de ahí que 'The Neon Demon', última película de Winding Refn estrenada en salas, despierte filias y fobias, como toda su filmografía. No dejar indiferente al espectador es una virtud en los tiempos que corren y el citado filme nos sumergía en un aquelarre contemporáneo, en una fábula caníbal, en un cuento de brujas, en un festín de vampiras en la era Instagram donde el exterior triunfa por encima del interior y el aspecto físico abre puertas mientras irse de al lengua las cierra. El mundo de la imagen, el cine y la publicidad, eran diseccionados a conciencia con cierto delirio. 'Cowboy de Copenhague' también invita al público a participar en un ritual que puede no ser de su agrado, con maestros del giallo como Darío Argento y Mario Bava presentes a la hora de buscar inspiración -Lynch también anda por ahí-. La frialdad de las interpretaciones, las largas pausas entre diálogos, los silencios incómodos y el hieratismo del casting siembran un tono de incertidumbre fascinante, con estallidos de un onirismo siniestro digno de una fábula perversa filmada en tonos rojos y azules. Personajes ruines, en una ambientación con un toque kitsch consciente.

Vídeo.

'Cowboy de Copenhague', con una duración de seis capítulos a degustar con convicción, también se erige como el cuento de una bruja moderna. Se mueve entre la belleza y el horror, que a veces se tocan. De violencia estilizada, con una puesta en escena y una fotografía que rompe esquemas, Winding Refn, alias NWR, adicto a las luces de neón, provoca cierto desazón en el espectador. Aguanta el plano sin contemplaciones y gira la cámara sobre su eje 360 grados con una elegancia pasmosa, desconcertando a quien no está acostumbrado a su osadía frente a los convencionalismos del lenguaje audiovisual actual. En ocasiones, los propios actores dan la espalda al objetivo. Paneos sencillos, adornados con una música inquietante, minimalista por momentos. De qué va la historia es lo de menos, de ahí que aquí nos ahorremos por aquí la acción de reescribir la sinopsis. Cuando se acerca al tópico, lo pisotea, resquebrajando continuamente cualquier línea argumental posible. Ojalá no sea otra serie incomprendida y Netflix, que últimamente nos cae antipática, siga apostando por este tipo de propuestas tan sugestivas como extravagantes.

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