El adiós de Pepe Rodríguez, el de la Fresa… y del acordeón
Fallece, a los 71 años el músico salmantino que creó el bar La Fresa, un histórico local de la calle Van Dyck
Su imagen perdura a todo cliente del bar La Fresa. Un grupo de amigos sentados, como es habitual, en los taburetes de la barra, a la derecha según se entra en el local. Departen, se ríen, incluso discuten de toros, porque alguno de los fijos es un gran aficionado a la fiesta nacional. Mientras José, uno de los hijos de Pepe, les convence de que prueben un nuevo vino, entra el patriarca de la familia, Pepe, con su sonrisa sempiterna, con sus ojos brillantes de alegría. Todos se giran. Y, como es, era, habitual, la alegría inunda el local.
Publicidad
Así, en la calle Van Dyck y en la calle Sarasate, donde estaba La Fresa originaria, el bar de los champiñones, del vino, de las sardinas crudas, de los sesos… El bar de Jose, de Sergio. Y, cómo no, de Pepe, que se jubiló hace diez años, pero seguía siendo un auténtico 'alma mater' del local.
Tras varios meses de enfermedad, de la dura lacra del cáncer, José Rodríguez ha fallecido a los 71 años. Casado con Rosa y con tres hijos -José Angel, Roberto y Sergio-, y una nieta, Pepe, como todo el mundo lo conocía, es pura alegría. Y se mantiene el presente porque es complicado hablar en pasado de este buen hombre, de un gran músico, de una persona afable, dicharachera, conversadora, taurino y futbolero -del Real Madrid-.
Siempre con la música
Nació un 31 de diciembre y era apodado, en el mundo musical como 'El niño de Morille'. Ha tocado en orquestas, en grupos de música, por casi toda la provincia, con su acordeón, con micrófono en mano. De aquellas orquestas de La Coquette o La Atenas, de gran recuerdo por los salmantinos de cerca de 60 años, al mesón de Castellanos de Moriscos. Siempre con la música. Incluso en La Fresa, cuando en plena Feria de Salamanca, a la salida de La Glorieta, y antes de que llegara la hora del cierre del bar, Pepe montaba su pequeño escenario en aquel viejo bar y ahí estaba, con sus mejores temas.
Su huella será imborrable
Dicen quienes lo conocieron en profundidad que su huella será imborrable. Que en la barra siempre habrá un hueco para su recuerdo, para la memoria de alguien que sonreía, de quien alegraba la estancia.
Y al frente del negocio seguirán, como en estos últimos años, sus hijos, José Ángel y Sergio. Pura bondad, como la del padre. Seguirán sonriendo. Seguirán imprimiendo la alegría que les inculcó el patriarca. Los dos han sabido mantener la línea marcada por Pepe. Y ahí se mantiene La Fresa, un negocio recientemente reformado, que se ha convertido en una de las estrellas de la hostelería salmantina. Y también seguirá Roberto -el hijo mediano- al frente de la música, que le metió en vena su padre. Porque mantiene la afición, y la profesión, musical. De hecho se mantiene en orquestas, en grupos de música, junto a las clases de guitarra.
Publicidad
Una familia que sacaron adelante Pepe y Rosa, en unos años duros, en una época complicada. Pero con los años, el trabajo, la dedicación y la profesionalidad han logrado, como grupo familiar, convertir aquella vieja Fresa, en la calle Sarasate, en un local de moda de Salamanca. De hecho, el bar ha recibido dos importantes reconocimientos en los Premios de Hostelería de Salamanca, en 2014, que recogieron Pepe y su hijo José Ángel. Y hace dos meses volvió a tener un galardón. En esta ocasión Pepe ya no lo pudo recoger.
Mientras se marcha Pepe, la sonrisa, la alegría, el trabajo y la dedicación la mantendrá su familia. Y La Fresa seguirá siendo el bar de Pepe, 'el niño de Morille'. Y un rincón en la barra seguirá siendo su reducto.
Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión