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Para las personas con discapacidad auditiva muchas veces supone todo un reto sentirse integradas y autónomas. No poder seguir una conversación, no poder acceder a muchos contenidos culturales, necesitar ayuda para realizar trámites burocráticos o bancarios son solo algunos ejemplos de las dificultades a las que se enfrentan en su día a día.
Por eso hace alrededor de una década nació la Asociación de Personas con Discapacidad Auditiva Postlocutiva en Salamanca, SADAP, formado por personas de muy diferentes edades con pérdidas auditivas adquiridas por muy diferentes causas como pueden ser traumatismos, la edad, tratamientos con medicamentos o problemas circulatorios, entre otros y después de la adquisición del lenguaje.
En la actualidad este colectivo acoge a toda clase de personas sordas, tanto postlocutivos (es decir que perdieron la capacidad auditiva después de haber escuchado y aprendido a hablar) como prelocutivos, independientemente de si son signantes u orales.
Su objetivo principal es que dejen de sentirse aisladas, que tengan un lugar de referencia en el que compartir dificultades y experiencias y que puedan socializar. Pero hacen mucho más.
Trabajan para lograr un mejor acceso a la información y a la comunicación. Colaboran para que sea una realidad en los centros públicos, realizan iniciativas para sensibilizar a la sociedad sobre sus dificultades y ofrecen cursos para que los interesados puedan alcanzar un mayor grado de independencia en sus actividades diarias.
También organizan un club de lectura y otro de naturaleza, en el que los participantes pueden disfrutar de actividades de su interés y ampliar sus conocimientos, al tiempo que conviven y estrechan relaciones con personas en situaciones similares a las suyas. Por ejemplo, tienen un club de lectura el tercer jueves de cada mes en la Casa de las Conchas y uno de naturaleza con el que realizan excursiones con cierta frecuencia para conocer entornos naturales.
Aunque hasta ahora este colectivo funcionaba con aportaciones individuales y en los últimos años también con las subvenciones del Ayuntamiento, este curso han decidido empezar a cobrar cuotas a los socios para poder seguir proponiendo nuevas actividades. En este breve espacio de tiempo ya han conseguido sus primeros 40 socios que pagan cuota y esperan que la cifra siga creciendo.
En cambio, en este momento hay otra cosa que preocupa a la Asociación de Personas con Discapacidad Auditiva Postlocutiva en Salamanca y es la situación de la Unidad de Foniatría, Logopedia y Audiología Infantil del Hospital de Salamanca. Detallan que la falta de medios y personal amenaza su futuro. Temen que si siguen sin cubrirse las plazas de los médicos que se jubilan pueda desaparecer pese a lo necesaria que es para ellos.
Todas las personas somos susceptibles de sufrir esta discapacidad. De hecho, a mayor edad se pierde más audición. Sin embargo, Carmen Uribe, miembro de la directiva de SADAP, señala que las discapacidades auditivas son poco entendidas socialmente, incluso en el entorno familiar no siempre se termina de entender el aislamiento que sienten y el sufrimiento que eso les supone.
Ante otras discapacidades si existe más conocimiento sobre cómo actuar. Pero frente a la sordera la mayoría de las personas oyentes tendemos a hablar más alto cuando lo adecuado es hablar un poco más despacio y mirar a los ojos.
De hecho, hablar más alto puede limitar la capacidad de comprensión de las personas afectadas porque puede suponer molestias y dolores que hacen que el mensaje sea ininteligible.
Otro error muy común es pensar que con un audífono o un implante coclear el problema está resuelto. Por una parte no siempre queda un resto auditivo suficiente como para que esto funcione. Pero aunque quede, los ruidos de ambiente se captan más que las palabras y en muchos casos dificultan la comprensión.
En el caso de los audífonos, Carmen explica que no son como las gafas, que te gradúan la vista y lo habitual es que te duren unos años. Con estos aparatos hay un contínuo proceso de mantenimiento. A veces hay que acudir a ajustarlos con mucha frecuencia. Por eso son caros.
Además, cuanto mejores son tienen más secciones que les permiten el acceso directo con otros aparatos tecnológicos, como el teléfono o los bucles magnéticos que se usan cada vez en más para facilitar la accesibilidad.
Este sistema, que consiste en un sistema de micrófonos al que se puede conectar directamente desde el audífono, es obligatorio en los espacios públicos desde marzo de este año y la asociación colabora con el Ayuntamiento de Salamanca para comprobar su buen funcionamiento y cómo mejorarlo.
Respecto a los implantes cocleares, explica que al sustituir a la cóclea fisiológica, las personas implantadas de mayores tienen que volver a aprender a interpretar los sonidos y que se necesitan dos años de aprendizaje para poder comprender el lenguaje.
Una de las actividades con más éxito de la asociación son las clases de lectura labio facial. Carmen señala que no hace milagros, pero que este sistema ayuda mucho a la comprensión. Además en las sesiones los participantes se dan cuenta de que no están solos frente a este problema, que hay otras personas que también los tienen y se sienten a gusto compartiendo sus experiencias. Allí hacen grupo e incluso surgen amistades.
La psicóloga clínica y logopeda Margarita San Julián es la encargada de impartir estas clases. Afirma que una parte importante de las sesiones es la socialización, pero también levantar la autoestima de cada participante, porque suelen llegar con ella muy tocada porque se han sentido durante mucho tiempo aislados y pensando que no eran válidos.
Las personas que acuden se quedaron sordas de formas muy distintas. Algunas desde la niñez, por enfermedades, empezaron a perder capacidad acústica, otras lo han sufrido de adultas. También va la mujer de uno de los afectados, para aprender las formas de comunicarse mejor con su marido, algo poco frecuente pero muy importante para reforzar la comprensión en el núcleo familiar.
El grupo es heterogéneo, pero todas son personas con muchos intereses, creativas y que han encontrado un espacio que les ayuda a salir de ese aislamiento en el que muchas veces se sienten sometidos.
Para muchos de ellos ellos, la etapa del covid, con las mascarillas, fue especialmente dura. Ahora se sienten contentos de poder contar con una asociación que les ampara y en la que se sienten entendidos. Un colectivo que les permite ser ellos mismos y sacar de su interior lo mucho que tienen que ofrecer y que muchas veces la sociedad no ha sabido apreciar.
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