El autoconsumo solar se dispara: hasta junio se superó la potencia instalada en 2022 en Salamanca
El crecimiento del número de expedientes en el último lustro bate récord año tras año y los usuarios se muestran muy satisfechos del ahorro económico tras haber puesto placas solares en sus tejados
Cada vez es más habitual ver tejados con placas solares. El reto de pasar a un modelo energético más sostenible y la búsqueda del ahorro en la factura eléctrica hacen que cada vez más personas den el paso y pongan instalaciones de energía fotovoltaica en sus casas.
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Desde 2019, cuando se colocaron 15 instalaciones de autoconsumo con una potencia total de 169,53 Kw, las cifras no han dejado de crecer exponencialmente.
Según los datos de la Junta de Castilla y León, en 2020 la cantidad subió a 65, con una potencia de 1.864,05 Kw. Al año siguiente ya fueron 223 los expedientes autorizados, alcanzando entre todos ellos los 3.160,64 Kw. El aumento no fue algo pasajero ya que en 2022 volvieron a superarse ampliamente esas cifras al llegar a las 641 con 7.170,55 Kw de potencia.
Este año ya se ha batido ese récord. Sólo hasta el mes de junio se habían realizado 673 expedientes, con 9.582,41 Kw. Además, en este momento tienen 353 expedientes pendientes de subsanaciones por parte de los titulares o las empresas instaladoras y otros 137 por iniciar.
Estos datos suponen que, actualmente, en el conjunto de la provincia hay 1.617 instalaciones de autoconsumo solar que suman una potencia de 21.956,18 Kw.
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Analizando en detalle la evolución de este año por meses, en enero se autorizaron 97 expedientes, con una potencia instalada de 1.206,99 Kw, mientras que en febrero se alcanzaron los 101 con 1.208,22 Kw. El mes con más proyectos aprobados hasta el momento fue marzo, con 141 instalados y una potencia de 3.399,86 Kw. También se superaron el centenar de expedientes resueltos en abril, con 103 que alcanzan los 1.327,60 Kw; en mayo, con 124 y 1.349,62 Kw; y en junio con 107 expedientes, con 1.000,12 KW.
Éxito en viviendas unifamiliares, no en edificios
Aunque el autoconsumo solar está viviendo en toda España unos años de éxito sin precedentes, las principales asociaciones de consumidores, ecologistas, empresariales y sindicatos comprometidos con una transición energética participada socialmente no están satisfechas con la forma en la que se está produciendo este crecimiento.
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La razón es que menos del 1% del autoconsumo instalado es colectivo (con varios usuarios conectados a una misma instalación). Eso supone que a mayor parte de las instalaciones actualmente están en viviendas individuales o en industrias, pero no en bloques de edificios, lo que sería la mejor opción, porque el 67% de la población española vive en este tipo de viviendas plurifamiliares.
Así se desprende del informe de Autoconsumo en España: diagnóstico, retos y propuestas elaborado por la Alianza por el Autoconsumo, formada por más de medio centenar de organizaciones entre los que están Greenpeace, CCOO, UGT, Ecologistas en Acción, OCU, y SEO Birdlife, entre otras. Este análisis pretende dar a conocer el diagnóstico de la situación actual del autoconsumo, los principales retos a los que se enfrenta, y ofrece una serie de propuestas y soluciones.
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Energía de proximidad
El Comité Antinuclear y Ecologista señala que según los datos de Red Eléctrica, la potencia eléctrica instalada en España a fecha de 2022 era de 121.000 MWp. Además, según apunta que según la misma fuente, el consumo máximo en los 12 últimos meses ha sido de 45.500 MW (a fecha del 17 diciembre 2022).
Entonces, ¿para qué se siguen instalando plantas de generación (parques eólicos, centrales fotovoltaicas, térmicas solares, térmicas de biomasa, etc.) si en teoría sobran 75.000 MW de potencia instalada?
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La respuesta es que «estos datos son verdad sólo en parte. Las fotovoltaicas funcionan sólo cuando hace sol. Las eólicas cuando hace viento. Hay sistemas de almacenamiento (embalses como el de Almendra que bombean agua del Duero al Tormes), pero no es suficiente», destacan.
«Las grandes empresas siguen queriendo instalar y tienen proyectos para grandes parques eólicos y fotovoltaicos: aerogeneradores de 200 m de altura (dos catedrales de Salamanca) y fotovoltaicas de cientos de hectáreas en suelos que podrían ser para la ganadería, la agricultura o para bosques y matorrales naturales», lamentan.
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Por eso en el Comité Antinuclear son fervientes defensores del autoconsumo eléctrico de proximidad. «Nosotros decimos que hay que aprovechar los tejados de las casas, las naves industriales, cubiertas de infraestructuras de todo tipo y pabellones deportivos, entre otros, para evitar que se sigan destruyendo espacios que podrían ser útiles para la ganadería, la agricultura y otros usos», afirman.
Además, a pesar del éxito que está teniendo el autoconsumo eléctrico, que esperan que siga en aumento en los próximos años, apuntan que «no podemos perder de vista que dentro del conjunto de la energía que se consume en España (energía primaria), todavía más del 80% es de origen fósil (petróleo, gas y carbón). Tenemos muy difícil lo de alcanzar los objetivos del Acuerdo de París: reducción de las emisiones de CO2 al 50% antes de 2030. Y cero emisiones netas antes del 2050»
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Autoconsumidores satisfechos
Carlos y Mari Tere siempre habían tenido la idea de instalar placas solares en su casa, una vivienda unifamiliar adosada en Salas Bajas. Ya hace 7 u 8 años que habían cambiado la calefacción de gasóil por una de pellets cuando subió el precio del combustible. Pero más allá de lo económico, afirman que siempre habían tenido una motivación ecológica en estas decisiones.
Ya acariciaron en otra ocasión la idea de poner las placas, pero se desanimaron cuando se instauró el llamado impuesto al son, que era una tasa que obligaba a los usuarios de autoconsumo a pagar por estar conectados a la red eléctrica.
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No fue hasta abril de 2021 cuando dieron definitivamente el paso y las instalaron. Definen esa decisión como «un acierto absoluto». Han pasado de tener unas facturas de 70 euros a 25 euros en invierno. Y en verano consumen 16 euros, pero ahora tiene aire acondicionado, algo que no se planteaban cuando antes de tener placas solares.
El cambio les ha supuesto una inversión en torno a 4.600 euros, aunque una parte se la devolverán gracias a una subvención que les gestionó la propia empresa instaladora. Aunque podían haberse beneficiado de otras ayudas, la dificultad para solicitarlas y la gran cantidad de papeleos necesarios para ello les hicieron desistir.
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En cualquier caso, consideran que la inversión les saldrá rentable porque las placas actualmente tienen una duración muy larga. Además consideran que son ambientalmente sostenibles porque «aunque la industria todavía no está muy desarrollada, entre el 80 y el 90% de los componentes son reciclables.
Consideran que existen muchos mitos todavía sobre estas instalaciones. Por ejemplo, hay quien piensa que requieren mucho mantenimiento cuando no es cierto.
Desde que las pusieron, muchas otras personas del barrio han seguido el ejemplo y se han sumado al autoconsumo. Algunas de ellas eran conocidas a las que ver de cerca su experiencia les ayudó a decidirse. «Cuesta ser el primero, pero cuando la gente ve que funciona, lo hacen».
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Mari Tere detalla que desde que tienen las placas han cambiado sus hábitos de consumo. Las fuentes de calor son las que más energía gastan, por eso Carlos aprovecha para cocinar por la mañana y evita poner al mismo tiempo la lavadora y el lavaplatos. Con una app controlan si el consumo que hacen proviene de sus placas o de la red, con lo cual organizan sus consumos.
Lo que menos les satisface de toda esta experiencia es que la compañía eléctrica con la que tienen contratado les paga muy poco por la energía que producen y lo mucho que les costó que empezaran a hacerlo, lo que lograron después de muchas pegas y amenazas de llevar al juzgado a la empresa.
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Solo a unas calles más lejos viven Teresa y Joaquín. Ellos también han instalado placas solares, motivados por el ahorro económico pero sobre todo por su fuerte conciencia ecologista. También ellos se lo habían planteado desde hace tiempo, pero no lo tenían claro hasta que conocieron a otros vecinos que la tenían, como Carlos y Mari Tere, y vieron que no era tan complicado hacerlo, lo que les había costado, descubrieron empresas instaladoras y comprobaron el funcionamiento.
El presupuesto ha sido similar al de sus vecinos, unos 4.500 euros. Están a la espera de la parte que les devuelven por la subvención, unos 1.000 euros «aunque va lento», señalan con resignación. Tampoco se atrevieron a solicitar las bonificaciones en el IRPF y el IBI porque requerían de documentación que tendrían que haber tramitado antes de proceder a la instalación.
Tanto en su urbanización como en las de los alrededores, han visto ir aumentando los tejados cubiertos con placas. Son muchas las empresas que se dedican a ello, se encargan de todos los trámites y cada vez resulta más sencillo. Además, la instalación lleva pocas horas y no es engorrosa.
La pareja recomienda sin duda a cualquiera que lo esté pensando que ponga las placas porque España es un país con muchas horas de sol. Un sol que regala energía limpia que quieren aprovechar.
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