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Luis Miguel García en El Corral de Guevara. José Manuel García
Bares con historia

Otro bar mítico de Salamanca que se despide de sus emblemáticos dueños: «Ha llegado el momento»

El Corral de Guevara, con Luis y Víctor al frente durante más de tres décadas, ya está disponible en traspaso con la idea de continuar su legado «con el mismo cariño a los clientes»

Laura Linacero

Salamanca

Sábado, 4 de octubre 2025, 13:32

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Toda la vida detrás de la barra. Luis y Víctor. Habla Luis pero no es sin Víctor. Y así lo quiere reflejar, porque son más de tres décadas mano a mano en El Corral de Guevara. 33 años los próximos que hagan en La Latina de Salamanca y llega el momento de decir adiós. De despedirse de los jóvenes estudiantes que encontraron su familia entre cafés y pinchos. De afrontar el día en el que ya no pasee por una de las calles más bonitas de la ciudad para subir la trapa. Y ese día va a llegar y Luis tendrá que acostumbrarse al silencio. «Quiero ver tres días lo que es el aburrimiento», comenta el hostelero.

Porque la vida no le ha dado tiempo para pensar en las musarañas. La rutina entre pinchos, cafés, cervezas, charlas y conversaciones encadenadas. La vida de la hostelería que, en su caso, comenzó en febrero del 93. «Los clientes venían a las seis de la mañana cuando estaba la biblioteca Santa María de Los Ángeles las 24 horas, y esos estudiantes vuelven ahora casados -y divorciados- con sus hijos», comenta Luis entre risas. La nostalgia le invade en recuerdos pero asume que «ha llegado el momento de parar cuando el físico y la cabeza ya no están a la altura».

Esa ha sido su gran preocupación siempre. «Estar a la altura». Estar a la altura de los clientes que llevan décadas confiando en El Corral de Guevara. Y ese es el futuro que les gustaría que se continuara dibujando con un traspaso. «Queremos a alguien que siga manteniendo la misma línea y que, sobre todo, cuiden al cliente porque es el que te da de comer, el que te ayuda a estar bien», explica Luis. Y ese éxito se resume en una clave: la empatía. «Este bar es conocido por Luis y por Víctor, por Abusejo y por Macotera, por dos personas que han sabido llegar al cliente», apunta.

Parece fácil pero no lo es. Son décadas de rutinas que forjan la relación. Y aunque esa base se la dan consolidada a los que vengan, lo importante es mantenerlo. «Nosotros les vamos a explicar absolutamente todo», añade Luis. Aunque hay dos elementos que ojalá fueran eternos: la jeta «bien asada y bien cortada» y las empanadillas caseras del Guevara. «Lo que hemos mantenido siempre, luego quien venga decidirá y si deciden innovar seguramente sea para bien. Así lo esperamos y así lo deseamos», explica Luis.

Un futuro distinto

Y aunque seguramente así sea y la segunda vida del Corral de Guevara será igual de próspera, es inevitable sentir nostalgia por lo que se deja atrás. «A los clientes les da mucha pena, nos dicen que sin nosotros no va a ser lo mismo pero es una nueva etapa en la que estamos convencidos que quien venga estará a la altura», añade. Sin embargo, no esconde que será complicado dar con alguien que tome el traslado. «Es un trabajo muy sacrificado y solo espero que quien lo coja pueda conseguir una buena calidad de vida y mantener un negocio sólido. Eso sería lo ideal», asegura.

Él, mientras, emprende un nuevo capítulo. Desembarca de un viaje largo y la adaptación será difícil. Eso sí, se embarca en uno nuevo que también promete. «Tener salud para disfrutar, eso es lo más importante», concluye.

  1. La anécdota estrella del Corral de Guevara

    Cien personas desconocidas

En más de tres décadas ha acumulado cientos de anécdotas. Sin emargo, Luis tiene un recuerdo que define lo que es, ha sido y siempre será en la memoria de muchos El Corral de Guevara. Un punto de encuentro, de conexión, de unión que aún permanece. «Recuerdo cien personas aquí que salían de la biblioteca y no se conocían de nada pero empezaban a hablar, se formaban parejas y ahora tienen hijos», añade. Ser testigo de cómo «matrimonios se han conocido aquí tomando el desayuno antes de meterse a estudiar para aprobar los exámenes finales» es lo que hace que, efectivamente, clientes de distintas generaciones y estos dos hosteleros se hayan convertido en familia.

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