El bar con la terraza más grande de Van Dyck con un pincho único en Salamanca

Lo tiene todo para ser un mítico: una terraza de ensueño en la zona de pinchos por excelencia, un camarero inerte al paso del tiempo y la caña después del cine. El Rufo's, ubicado en el Paseo del Doctor Torres Villarroel, ha pasado por distintas manos y ha variado del nombre, pero ha conseguido mantener su esencia a pesar de los años. Manuel Alcántara lo dirige desde hace tres años, aunque admite que su historia viene de más atrás: «Lo tenía Amador, después se quedó su hijo, que fue el que montó el Rufos; antes se llamaba Hollywood. Yo llevo aquí tres año», explica.

A pesar de ese relevo, asegura que lo que da identidad al local sigue siendo lo mismo: «La gente viene sobre todo por el trato», apunta. Aunque no es lo único que hace de este establecimiento un imprescindible. Dentro de su oferta gastronómica, tienen un pincho único en la ciudad: la rufada. «Creo que es el único sitio en Salamanca que las hace», dice Manuel. Se trata de un pan de hamburguesa con huevo dentro, como un huevo roto metido en el pan. «Aquí triunfa mucho», reconoce satisfecho.

Un éxito que abala Matías del Río, que lleva más de treinta años detrás de la barra. Él ha visto pasar distintos dueños, estilos y ofertas gastronómicas. Y en la fama de la rufada, está de acuerdo. La rufada clásica es la que más pide la gente, asegura Matías, aunque la carta es variada y los menús y montaditos completan la oferta. Los precios, añade, son parte de su éxito: «En calidad precio está muy bien, es uno de los míticos de Van Dyck». Ese equilibrio ha permitido que Rufos se mantenga como punto de referencia en un barrio donde la competencia es alta y los clientes buscan cercanía y tradición.

A ello se suma la gran terraza del local, que marca la diferencia en la zona: «Son 26 mesas, yo creo que ninguna hay como esta en la zona». Esa amplitud se convirtió en una baza decisiva tras la pandemia, cuando Manuel decidió coger el bar. El hostelero trabajaba en un establecimiento próximo y la llegada de la covid-19 le obligó a trasladarse a una ubicación que le permitiera ofrecer un servicio de terraza óptimo -lo único permitido en ese momento-. Y, en la zona, es una de las mejores.

Preguntado por anécdotas, Matías sonríe y reconoce que después de tantos años ha visto de todo. «En hostelería siempre pasan cosas de gente diferente: unas buenas, otras malas», dice. No recuerda ahora ninguna en particular, pero su presencia constante es, en sí misma, una historia. «La anécdota es esa: ha cambiado de nombre, ha cambiado de manos, pero él está ahí», bromean quienes le rodean.

Con Manuel al frente y Matías como rostro veterano, Rufos combina la frescura de los nuevos tiempos con la memoria de tres décadas de barra. En sus mesas y en su terraza más grande del barrio se entremezclan generaciones de clientes que siguen acudiendo a un bar que, pese a los cambios, ha sabido mantenerse como un clásico de Van Dyck.

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