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El barrio de Capuchinos, con sus anchas calles y grandes edificios, surge en los años 90. En esta zona residencial y relativamente joven la vida es tranquila. A diferencia de lo que sucede en otras que surgieron en la misma época, hay colegios, un instituto y un centro de salud. Y aunque hay pocos comercios de cercanía, cuentan con un conocido hipermercado de grandes dimensiones.
Desde la asociación vecinal se muestran muy satisfechos de la calidad de vida en el barrio, pero temen que si no se hace el mantenimiento adecuado, en pocos años comiencen los problemas. Ya hay zonas en las que las baldosas se levantan y otros daños propios del paso del tiempo. Hay que empezar a actuar. Pero además entienden que las zonas verdes son «una asignatura pendiente en el barrio». Así lo explican desde el colectivo vecinal Trinidad Más, su presidenta, Antonio Luis Gómez, el secretario y Ana Román, vocal.
«Salvo en el centro, la jardinería deja mucho que desear en esta ciudad», afirman. Así echan de menos «más árboles y flores» y no pierden la esperanza de ver alguna mejora como parte del Life Vía de La Plata que pasa por la calle Hermanas Fidalgo Morales (también conocida como prolongación de Gran Capitán).
Pero mientras tanto, señalan que en algunas cocheras y aceras hay problemas debido a que los plátanos de sombra están plantados muy cerca de los edificios y que hay muchos árboles muertos en distintas calles del barrio, como en Valles Mineros. «Cuando los plantaron no tuvieron en cuenta que el subsuelo de todo este barrio es de pizarra, durante unos años los árboles tiraron, pero muchos se están muriendo», aseguran.
Otro problema de los parterres que hay en las aceras junto a los edificios es que se trata de espacios privados, pero de uso público. Cuando se construyó el barrio se obligó a los promotores a incluirlos, pero el mantenimiento ahora corresponde a las comunidades de vecinos. Algunas han contratado jardineros, en otras algún vecino se ha encargado de plantar y cuidar la vegetación. Pero muchos están sin cuidar y otros han sido enlosados por los propietarios para no encargarse de su cuidado o limpieza. «Sobre alguno de ellos ahora se pone una terraza de un bar, el Ayuntamiento cobra la correspondiente tasa, pero si se trata del cuidado de otros parterres no se encarga, hay algo en todo esto que no tiene sentido», explican.
También es responsabilidad de los vecinos la limpieza de los pasajes y el mantenimiento de algunas aceras y otros espacios que, siendo privados, son de uso público. Desde la asociación afirman que eso puede ser fuente de conflictos porque ¿qué sucede si una persona tropieza allí? ¿Las responsabilidad es de los vecinos o del Ayuntamiento?
Una de las peticiones que ha hecho la asociación al Ayuntamiento, sin éxito hasta ahora, es la creación de huertos urbanos en el barrio. Proponen que se utilice una parcela al final del Capuchinos, frente al punto limpio. Señalan que aunque los nuevos huertos municipales cuentan con buenas instalaciones están demasiado lejos para que los vecinos puedan ir andando y que tener que desplazarse a ellos en coche saldría caro y no sería ecológico.
Otra de las cuestiones pendientes es el nombre de una plaza del barrio. Lleva nada menos que tres décadas sin uno. En ella hay tres grandes fuentes que quieren que formen parte de su denominación y pase a llamarse plaza de las Tres Fuentes de Capuchinos, aunque los vecinos han presentado varias propuestas. Ahora están a la espera de una respuesta. Esta plaza, además, está toda pavimentada y carece de sombras. En verano el calor se acumula allí y no resulta muy cómodo estar en ella, por lo que necesita algunas mejoras.
Antonio Luis Gómez señala que en el barrio falta un carril bici. Critica que el Ayuntamiento presume de que hay muchos kilómetros de estas vías en la ciudad, pero «la mayoría están alrededor» de la misma. De este modo, si se trata de circular para ir al centro o hacer desplazamientos de la vida diaria, a los ciclistas de los barrios les toca «esquivar coches». Su compañera Ana Román lamenta que en esta ciudad «siempre se ha visto la bici como un enemigo, un peligro y un vehículo para los pobres» y que ese prejuicio sigue pesando a la hora de hacer más accesibles las calles para ellas. «Con respeto y educación todos podemos convivir», reivindica la directiva.
La asociación cuenta con casi 1.500 socios y lamenta que la sede se queda pequeña para sus aspiraciones. No pueden hacer más actividades porque solo cuentan con una sala para hacerlas y se solaparían. Eso les limita bastante. Para hacer su fiesta de Reyes, por ejemplo, tiene que solicitar permiso para utilizar un espacio en el colegio Gran Capitán.
También plantean que cada vez hay más personas mayores en el barrio. Muchos de los que llegaron en sus inicios rondaban los 30 años. Ahora cada vez hay más residentes de 60 y más, pero no cuentan con un espacio para reunirse y compartir su ocio, sobre todo durante los días más fríos o de lluvia. Muchas veces se van a pasear al hipermercado, pero esa no es una solución seria.
La directiva de la asociación recuerda que, hace varios años, hubo un momento en que Cruz Roja valoraba trasladar su sede y el Ayuntamiento habló de la posibilidad de reconvertir su sede en un centro cívico. La cosa no prosperó y desde el colectivo vecinal piensan que no sería una mala idea que en alguno de los solares municipales del barrio se construyese un centro que cubriera estas aspiraciones.
Pero como es un proyecto que no es fácil que llegue pronto, de momento solicitan pistas de petanca para los mayores, pero que tengan una cubierta que les proteja del sol en verano y la lluvia en invierno.
La asociación cree que todo este tipo de infraestructuras, al igual que el propio colectivo vecinal, ayudan a hacer barrio, permiten que los residentes estén juntos, socialicen, creen redes, combatan la soledad y hagan cosas juntos. Y unidos siempre pueden conseguir lo que necesitan, como sucedió con la manifestación en la que se unieron las asociaciones de Pizarrales, Barrio Blanco y Capuchinos. Consiguieron una línea de autobuses que les comunique con el hospital que esperan que pronto se ponga en funcionamiento. Un éxito del movimiento vecinal que esperan seguir repitiendo cuando surjan nuevos problemas comunes.
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