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La creciente rebelión contra las drásticas podas municipales en Salamanca

La creciente rebelión contra las drásticas podas municipales en Salamanca

La falta de educación ambiental lleva a muchos vecinos a considerar que un árbol bien cuidado es el que recibe podas más intensas cuando es algo completamente erróneo

Ana Carlos

Sábado, 4 de febrero 2023, 20:50

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Los árboles son seres vivos. Quizá esta frase despierte la hilaridad de quien lea estas líneas por tratarse de un hecho tan real como conocido. Pero es relevante recordarlo antes de empezar a hablar sobre la campaña anual de poda en la que está inmerso el Ayuntamiento de Salamanca. La finalidad de la misma, según detalla la propia corporación muncipal es «mantener en un adecuado estado de conservación los árboles de la ciudad y permitir su óptimo desarrollo».

Realmente los árboles no necesitan este tipo de intervenciones para vivir sanos. David Rodríguez de la Cruz, profesor del Área de Botánica de la Universidad de Salamanca detalla que, evidentemente, no es lo mismo un árbol en el medio natural que su manejo en las ciudades.

Si los podamos es para controlar su crecimiento, evitar que sus ramas entren por ventanas, impedir que dificulten el paso o tapen señales. En algunas ocasiones si es conveniente retirar una rama seca o enferma que pueda caerse. Pero no es lo habitual.

También desde el nodo local de Rebelión Científica, Rodrigo explica que «las directrices europeas sobre gestión del arbolado dicen que la poda nunca es necesaria para el árbol. Es necesaria con fines humanos, como para aumentar la producción en frutales» y para los aspectos antes mencionados, pero no por el árbol. Por eso cada vez hay una mayor sensibilidad en la ciudad, especialmente entre los más jóvenes, en contra de las grandes campañas de poda.

Tanto David como Rodrigo apuntan que en ocasiones las podas realizadas en la ciudad resultan demasiado drásticas y excesivas. David reconoce haberse sentido «escandalizado» algunos años al encontrarse árboles reducidos a «un tronco central con tres dedos en la parte superior». Esa es la misma descripción fantasmagórica que, en una conversación diferente, hace Rodrigo. Es una imagen demasiado repetida en Salamanca y que cada vez despierta el desagrado de más vecinos.

Además, añade que la propia normativa de podas municipal, sin ser demasiado protectora, recoge que no se puede eliminar más de un 25% de las ramas. «Pero luego ves podas que alcanzan el 80%. Un Ayuntamiento como el de Salamanca, que se considera tan verde, firma cartas sostenibilidad y este tiene este tema todo el día en boca debería hacérselo mirar», critica.

Árboles fantasmagóricos y dañados

Los plátanos de sombra son la especie más castigada con estas «amputaciones». Y no se trata un problema de carácter meramente estético. Está demostrado que podas agresivas debilitan y matan a muchos árboles. «No es una poda válida bajo ningún término, aunque haya gente que crea que es normal. Puede llevar al árbol a la muerte porque queda exhausto por intentar echar nuevas ramas o porque entren hongos o enfermedades por estas heridas». También pueden dar lugar a un mal crecimiento de las nuevas ramas que las haga más suceptibles de roturas, denuncia Rodrigo.

El Ayuntamiento asegura que estos trabajos se realizan entre noviembre y la primavera porque ese el momento en el que las especies se encuentran en parada vegetativa y se reduce el daño producido al árbol y su debilitamiento. Además, en esta época muchos hongos se mantienen inactivos y no pueden aprovechar los cortes para infectar el árbol.

Álex López
Imagen principal - La creciente rebelión contra las drásticas podas municipales en Salamanca
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Pero la cicatrización tras la poda no es inmediata y a heridas más grandes, más tiempo tienen los enemigos de los árboles para infectarlos.

David Rodríguez, es algo optimista y considera que ahora se hacen menos podas extremas. Pero «como todo en la vida, hay que ser exigentes porque pueden ser mejores y eso será muy beneficioso. También reconoce que «podar bien lleva más tiempo que hacerlo a mata rasa». Y lo lo que se hacen intervenciones muy mecanizadas para agilizar, pero no siempre bien pensadas.

Este botánico señala otra especie que, a su juicio, se poda demasiado y de forma innecesaria. En concreto los aligustres de Japón de pequeño porte que adornan, entre otras, zonas como las calles Toro y Zamora. «En otras ciudades están más asilvestrados. Tienen hoja dura y perenne y ayudan a limpiar el aire ahora que en invierno emitimos más CO2 con la calefacción. Se pueden eliminar las ramas que molesten al paso a los peatones pero no es necesario más.

Los servicios que nos ofrecen los árboles

En la época en la que se realizan las podas los ciudadanos no nos acordamos de uno de los principales beneficios de los árboles en la ciudad. David señala que cuando vuelvan los días de calor buscaremos sus sombras, más frescas que las de los edificios. En un contexto de cambio climático, como comprobamos con las altas temperaturas del verano pasado, es fundamental que las ciudades cuenten con esta protección.

También es innegable en esta línea su capacidad para atrapar el CO2 y otros gases de efecto invernadero y partículas contaminantes, al tiempo que nos devuelven oxígeno.

Además, David recuerda su importancia como fuentes de biodiversidad en las ciudades y su influencia positiva en nuestra salud mental. Así recuerda que cada vez existen más estudios en los que se demuestra que los árboles «con buena copa, lustrosos y con buenas hojas no solo tienen un valor estético sino que nos aportan bienestar».

Como alérgico al polen, no puede esconder que algunos árboles, especialmente especies que no tienen flores vistosas (como el pátano de sombra de nuevo), utilizan el viento para dispersas su polen y en algunos momentos pueden contribuir a las alergias. Este problema no alcanza al 20% de la población y, además, generalmente se controla de forma sencilla con antistamínicos. Pero además el momento de la polinización se concentra en unos pocos días (entre 7 y 10) durante el mes de abril. «Como alérgico considero que merece la pena convivir con el árbol que durante todo el verano me da sombra en la ventana y así me permite poder dormir mejor». Por su formación, es algo que se plantea y que quizá otros ciudadanos no tienen interiorizado por falta de formación.

También por ello es consciente del importante valor patrimonial de los árboles y de la importancia de conservar los árboles maduros. «Todo el mundo admira los árboles centenarios de la ciudad, pero aunque tengan 20 o 30 años tienen mucha importancia». Por ello reivindica que siempre que un árbol esté sano se mantenga. «No aporta los mismos beneficios un árbol maduro que el palo con cuatro hojas que se planta cuando se sustituye, aunque en las cifras cuente igual como un árbol.

¿Por qué se poda como se poda?

Para concretar en qué consisten los trabajos de la campaña de poda, el Ayuntamiento señala que «se llevan a cabo labores para eliminar conflictos con el entorno, por motivos de seguridad y gestión de riesgo, así como por motivos de regulación del propio árbol (por ejemplo ramas mal dirigidas, ramas enfermas…), siempre según las necesidades propias de cada especie y de su emplazamiento concreto».

Si un árbol que necesita ser podado reiteradamente por su gran tamaño, el problema viene de una mala planificación a la hora de elegir esa especie para esa ubicación. Además, a juicio de Rodrigo, «no existe mucho rigor en los criterios de poda» y confluyen una mezcla de factores que no se traducen en una gestión adecuada: falta de formación de las cuadrillas, desidia, falta de mantenimiento e improvisación. Por ello no duda que el jefe del servicio pueda tener una visión adecuada de lo que hay que hacer, pero en las cuadrillas de las subcontratas cada uno trabaja a su manera y en esta ciudad, como en otras, hay una falsa creencia de que un árbol está bien cuidado cuando está muy podado. Al final cada uno tiene su criterio, lamenta. Además, afirma que si el representante de una institución, un vecino de un piso bajo, o alguién que ha aparcado bajo un árbol y encuentra el coche con cacas se quejan, no se evalúa la necesidad real de los árboles, sino que se improvisa para evitar la queja. Tampoco se monitorizan después los daños que han podido sufrir los árboles tras la intervención ni cuántos terminan muriendo por ella a lo largo del tiempo.

Desgraciadamente, si no se educa a la población, también seguirá habiendo muchos ciudadanos (especialmente mayores y acostumbrados al aprovechamiento forestal para calefacción y alimento) que sigan pensando que un árbol bien cuidado es el que ha sido sometido a una fuerte poda, y por ello las reclame.

A pesar de esto, en este momento al menos, hay dos «oasis» en los que Rodrigo considera que se está haciendo un buen trabajo con los árboles: el parque de los Jesuitas y el Huerto de Calixto y Melibea.

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