El Cristo de la Luz recorre las calles salmantinas en una procesión extraordinaria

Se cambió, por una vez, el hábito y verdugo negro por ir a cara descubierta. Las sandalias dieron paso a los zapatos, no hubo cruces de madera y, la principal novedad, el Cristo de la Luz iba en solitario, inclinado en unas pequeñas andas, dejando su paso y a la Virgen de la Sabiduría esperando en la Clerecía a que llegue el próximo mes de abril, cuando la Madre volverá a mirar al Hijo clavado en la cruz. La procesión transcurrió con gran rapidez y casi sin paradas. En poco más de una hora ya se estaba de regreso en la Clerecía.

«¿Van a hacer la promesa?», preguntaban algunas personas que esperaban en el Patio de Escuelas. No la hubo. El Cristo de la Luz pasó por delante de la fachada, parte de la cual iluminada de rosa, sin pararse ante Fray Luis para la promesa de silencio que se realiza cada Martes Santo. Eso se revivirá cuando llegue el tiempo de la penitencia. Era día de celebrar, de observar imágenes históricas como la del cristo pasando entre enredaderas y vallas de obra en la calle Balmes, y caminar ante una Luz que lleva iluminando tres cuartos de siglo la Pasión universitaria.