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Imagen de archivo de una persona en silla de ruedas en la puerta de la Catedral de Salamanca. Álex López

«Te dan ganas de volverte a casa»: las barreras que aún enfrenta la Salamanca de las personas con discapacidad

Hablamos con Enrique Rodríguez, delegado de la asociación ASPAYM en Salamanca, quien vive en primera persona las dificultades arquitectónicas a las que se enfrentan a diario las personas en silla de ruedas -o con movilidad reducida- en la capital charra

M.J. Carmona

Domingo, 20 de julio 2025, 10:04

A pesar de los avances en infraestructuras y las recientes obras de accesibilidad en algunas zonas de Salamanca -como el ascensor en las escaleras de la riojana en Gran Vía-, la ciudad aún presenta enormes barreras para las personas con discapacidad física. Calles con aceras estrechas, rampas mal diseñadas, falta de baños adaptados en la hostelería, y accesos imposibles en edificios públicos y viviendas privadas forman parte del día a día de muchas personas que se mueven en silla de ruedas. Enrique Rodríguez, delegado de la asociación ASPAYM en Salamanca, lo vive en primera persona y lo resume con claridad: «Estas cosas no solo no dificultan la vida físicamente también nos afecta profundamente a nivel mental».

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Mientras Salamanca avanza en modernización de sus infraestructuras, su accesibilidad para personas con discapacidad sigue estancada en muchos aspectos. Así lo denuncia con claridad y contundencia Enrique Rodríguez, delegado de ASPAYM en Salamanca, quien conoce bien cada obstáculo porque los vive diariamente. Desde el estado del adoquinado hasta la inaccesibilidad digital, la ciudad aún está lejos de garantizar una vida digna e independiente para quienes utilizan silla de ruedas o tienen movilidad reducida.

«Cada vez que salgo de casa a un sitio que no suelo transitar tengo que hacer un análisis del recorrido»

Salir a pasear por la ciudad es una actividad cotidiana para la mayoría, pero para Enrique supone una planificación exhaustiva: «Tenemos que analizar cada vez que salimos por dónde podemos pasar, qué recorrido hacer. Vivimos en una ciudad con cuestas, pendientes, con barreras…».

La Gran Vía es uno de los tramos más complicados: «Tiene zonas muy estrechas, con mucha pendiente. A la altura de Correos, por ejemplo, hay un paso de peatones con pendiente que nos obliga a dar toda la vuelta. Y Correos en sí es un desastre: no tiene elevador, ni rampa, y si quieres hacer una gestión, tiene que acompañarte alguien para que avise dentro. Te atienden en la calle, te hace sentir inútil y mucho más dependientes de lo que en sí mismo somos».

Pavimento peligroso, adoquines traicioneros

El estado del suelo en Salamanca presenta un riesgo real: «Los adoquines tienen huecos donde se clavan las ruedas. Si se te engancha una rueda delantera, te vas al suelo. Y eso para nosotros puede suponer estar meses en la cama o ingresar en el hospital. No es ninguna tontería».

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Enrique insiste en que «si conoces el sitio, vas con más cuidado, pero si no, cualquier baldosa en mal estado puede provocarte una caída». Reconoce que hay zonas en las que es complicado intervenir por su valor patrimonial, «pero hay más formas de colocar o reparar el adoquinado para que sean más seguras».

Terrazas, bares y baño: la invisibilidad diaria

Otro gran obstáculo está en la hostelería. «Las terrazas en verano, en muchas ocasiones invaden la acera por completo. Hay sitios donde tienes que pasar pidiendo a la gente que se levante de la silla para dejarte pasar. Y en los bares o restaurantes, la mayoría no tiene baños adaptados. Las puertas son estrechas, los espacios muy pequeños, no puedes ni entrar. Muchas veces tienes que irte a otro sitio».

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Una vivienda, dos años de búsqueda

Enrique ha tardado más de dos años en encontrar un piso al que pudiera acceder. «Es desesperante. Ves un piso en internet, te gusta, vas hasta allí y te encuentras con un portal lleno de escaleras o un ascensor que no tiene anchura para entrar en silla de ruedas. Te das media vuelta. A veces hay rampas, pero son auténticas atracciones de feria, imposibles de usar. Y eso sin entrar si quiera al piso, que luego también tienes que adaptar el baño, los marcos de las puertas, el mobiliario…».

Y denuncia algo que ocurre con frecuencia: «Aunque una persona acredite que necesita una rampa o ascensor, muchas comunidades de vecinos lo bloquean, no empatizan. Solo piensan en el gasto».

Enrique relata cómo la falta de accesibilidad se extiende también al ocio. «En los cines siempre nos colocan abajo del todo, más incómodo incluso que la primera fila. Terminas con el cuello destrozado». Y en los eventos deportivos no es mejor: «Nos colocan a pie de pista, no se ve bien y además estorbas. En los toros es incluso peligroso».

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Cajeros automáticos, obras y árboles: los detalles que suman

La lista de obstáculos continúa con elementos cotidianos arquitectónica. «Tenemos una lucha interna diaria. Si tienes un mal día, sales de casa y te encuentras con todas estas barreras, te vienes abajo. Hay veces que digo: 'me vuelvo a casa, ya no quiero seguir dando una vuelta'. Es muy frustrante».

Para Enrique, la salud mental es clave. «Poder salir sin pensar en cada obstáculo, poder hacer una gestión sin ayuda, tener autonomía… eso es libertad, eso mejora tu autoestima, tu motivación, tus ganas de seguir…».

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ASPAYM Salamanca: mucho por hacer

Actualmente, ASPAYM Salamanca cuenta con un punto de información en la Casa de las Asociaciones (Paseo del Gran Capitán, 53-57). Allí ofrecen asesoramiento sobre accesibilidad, vivienda, o adaptación del hogar. Pero el objetivo es mayor: «Queremos abrir un centro de rehabilitación física aquí, como el que existe en Valladolid. Allí te ayudan física y mentalmente, te asesoran sobre cómo adaptar tu casa, te dan herramientas para vivir con más autonomía. Eso falta en Salamanca».

Desde la delegación de Salamanca también cuenta con el respaldo de la Oficina de Accesibilidad Universal de ASPAYM Castilla y León, con técnicos especializados que asesoran tanto en obras públicas como privadas. «Tenemos el conocimiento, tenemos soluciones, solo falta que nos escuchen», remarca Enrique.

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También en lo digital hay barreras: «No solo es la calle. Muchas páginas web de administraciones no son accesibles. Para personas con discapacidad visual, por ejemplo, hacer un trámite es casi imposible. Y hoy en día casi todo es online. La accesibilidad digital es otra barrera que hay que romper», concluye.

Un llamado claro: «Solo queremos ser parte activa de la sociedad»

Lo que Enrique pide, más allá de reformas o leyes, es ser tenido en cuenta. «Parece que al tener una discapacidad ya no puedes decidir, opinar, contribuir. Pero podemos ayudar mucho. Solo con preguntarnos ya sería una forma de inclusión. Una forma de hacernos sentir parte de esta sociedad». Y añade: «Lo que pedimos no es caridad. Es calidad de vida. Es dignidad».

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