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La atmósfera de Salamanca el 15 de marzo de 2022. ICAL
El día que Salamanca respiró el polvo nuclear que viajaba en una gran nube sahariana

El día que Salamanca respiró el polvo nuclear que viajaba en una gran nube sahariana

Un estudio confirma la presencia en la calima que oscureció la ciudad en marzo de 2022 de isótopos radiactivos procedentes de los ensayos nucleares del siglo XX que hizo Francia en países africanos

Félix Oliva

Salamanca

Lunes, 3 de febrero 2025, 19:38

El día 15 de marzo de 2022, Salamanca amanecía tintada de naranja, el color de la mayor incursión de polvo sahariano arrastrado hasta tierras salmantinas por una borrasca. Aquel fue el episodio de calima más potente que había tenido nunca la ciudad y todavía ostenta el récord de intensidad, pero ahora sabemos que además de aire caliente y el polvo rojizo del desierto traía una cosa más: isótopos radiactivos.

Aquella jornada, toda Castilla y León amaneceía bajo un manto fino de polvo que cubría superficialmente calles, vehículos y tejados y con la calima como protagonista, que empeoraba la calidad del aire y ha dibujado de un tono ocre el cielo de la Comunidad, dejando una imagen casi apocalíptica. Todas las imágenes panorámicas de la ciudad se teñían de naranja como si las catedrales fueran de Marte y el polvo se apreciba de forma ostensible depositado sobre todo tipo de superficies.

Aquellos días, según datos de la red de datos de calidad del aire de la Junta de Castilla y León, la ciudad de Salamanca alcanzó niveles extraordinarios de concentración de partículas en el aire. Las estaciones operativas de la capital que miden este contaminante registraron concentraciones de hasta 800 microgramos a la hora, cuando la situación habitual no supera los 30.

Durante cerca de dos días la ciudad respiró aquel aire contaminado, peligroso para la saludad, la pesadilla de los que sufren infecciones respiratorias. Antes se había registrado un episodio similar en abril de 2021, aunque no alcanzó los niveles de acumulación en superficie de 2022.

Según explicaba entonces el delegado de Aemet, Manuel Mora, es «frecuente que haya intrusiones de polvo sahariano en la Comunidad» que se dan «en todas las épocas del año», aunque en muchas ocasiones se quedan «en los mantos nivosos de las zonas montañosas, donde ocurren con frecuencia este tipo de deposiciones».

1.408 microgramos m3

Aquel día 15 fue extraordinario. En cuestión de minutos, las estaciones de registro de calidad del aire en Salamanca pasaron de datos de 3 microgramos de partículas de 10 micras a un pico de más de 1.400. El día 14 de marzo la media diaria fue de 9 microgramos por metro cúbico y la del día sigiente, de 825. El día 16 todavía se anotaron más de 300 de media. Entre las 8 de la mañana y las seis de la tarde el aire de la capital fue irrespirable.

Un reciente estudio de investigadores del CSIC encontró que las concentraciones promedio de polvo multiplicaron los episodios de calima normales, en los que las concentraciones de partículas de un diámetro de menos de 10 micras (PM10) son generalmente inferiores a 100 microgramos por metro cúbico. En aquella ocasión fue una auténtica tormenta de arena en Salamanca, con entre 300 y 800 microgramos; y se elevó a entre 1.500 y 3.100 en Almería o entre 440 y 480 en Orense.

Polvo nuclear

Sin embargo, aquella nube naranja traía no sólo polvo de miles de kilómetros de distancia, sino otros componentes. Estudios publicados en Science Advances, confirman la presencia de cesio y plutonio, componentes radiactivos, en concentraciones no peligrosas, pero sí muy presentes.

Un grupo de científicos de la Universidad de Oviedo pidió a los ciudadanos recoger muestras y lograron muchas. En los análisis comprobaron que en todas las muestras había isótopos radiactivos, en concreto, cesio-137, plutonio-239 y plutonio-240.

La presencia de cesio fue de 14 bequerelios, muy lejos de los límites legales para la alimentación, y no dañino para la salud más allá de lo que aquella intensa calima podía serlo para quienes lo respiraran. Y, ¿de dónde venía? De la presencia de estos elementos en el polvo del Sahel y el Sahara, donde durante los años 60 Francia realizó numerosos ensayos con bombas nucleares de gran potencia.

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