El discutible arreglo de la calle de Salamanca donde peatones y buses compiten por la acera

A tiempo para la Semana Santa, pero sin mejora apreciable para la seguridad. La obra anunciada para mejorar el peligroso giro del bus en la calle San Pablo está lista tras haber sustituido el pavimento que tenía por otro nuevo, pero sin bordillo ni diferencia de altura, con lo que el riesgo para los peatones persiste.

Y así parece que se va a quedar el giro en el que decenas de autobúses hacen la curva a centímetros de las paredes de la torre de Abrantes y extremadamente cerca de los peatones, que tienen que ir con cuidado por los vehículos ocupan en su maniobra parte del espacio que debería ser de la acera.

Hace unos días, este medio informaba del plan para mejorar la curva que hacen decenas de autobúses para girar en la plaza de Colón para entrar en San Pablo, y que es obligada tras eliminar el paso del bus por el Mercado Central. Por ahí circulan numerosas líneas del urbano y el interurbano, de forma que pasa algún vehículo colectivo cada pocos minutos.

El problema es que lo hacen en un lugar estrecho, donde casi no hay espacio para girar, lo que obliga a invadir la acera. La única medida de 'seguridad' que había era una línea que delimitaba el carril, ampliado hasta comerse parte de la acera. El resultado, situaciones de riesgo como la que este mismo medio pudo vivir cuando coinciden buses y peatones.

En principio, se planteó mejorar esta situación. Lo previsto era sustituir la losa de granito sobre la que se ha pintado la línea por adoquín que forme parte de la acera y ayude a delimitar el paso peatonal. Para ello, el pasado lunes se cortó la calle para cambiar el pavimento, que es la mejora prevista una vez se ha descartado mejorar la iluminación en la zona.

El resultado es decepcionante. Se ha sustituido la losa granítica que había por pequeños adoquines, pero el ancho es el mismo y el bus va a seguir invadiendo el espacio peatonal en este giro. De momento, ni siquiera se ha pintado la línea blanca que había, aunque el clima no ayuda.

No hay separación física alguna entre acera y calzada, ya que en este punto están al mismo nivel, como ocurre en muchas calles peatonales, salvo que aquí siguen pasando vehículos y las situaciones de riesgo van a ser constantes. Estaba claro que la solución era difícil porque no hay espacio literal.

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