El gran trasvase de tráfico que se avecina en Salamanca: menos coches en la Gran Vía y muchos más en Canalejas

Una de las calles más emblemáticas del centro de Salamanca dejará de servir pronto para lo que fue creada. Antes de que acabe el año, la Gran Vía perderá su entrada sur y quedará sólo como salida para el bus, un cambio que enviará buena parte de su tráfico a otra gran calle. Tanto, que perderá buena parte de su tránsito en un cambio histórico y con implicaciones futuras. En datos: 5.000 coches se mudarán a su sucesora como arteria del centro, el paseo de Canalejas, que pasará a ser la calle con más tránsito de la capital.

Más de 80 años después del inicio de su construcción, la Gran Vía de Salamanca va a abandonar la función para la que se hizo, la de unir de forma rápida norte y sur de la capital atravesando el centro sin cargar de tráfico el casco histórico. Aunque casi nunca cumplió del todo con esta tarea, especialmente por su acceso sur, este quedará pronto clausurado con un cambio que supondrá el cierre de la entrada por Arroyo de Santo Domingo, que será sólo de bajada y limitada al bus urbano.

Este lugar tiene un tráfico importante que ahora tendrá que migrar, pero ¿hacia dónde? Pues hacia la arteria que más tráfico soporta en estos momentos, la 'pista de despegue' de Canalejas que asumirá un trasvase de miles de vehículos al día y pondrá a prueba su capacidad. ¿Secará el flujo de coches que tiene la avenida que atraviesa el centro? La Gran Vía seguirá teniendo coches, pero la medida servirá para seguir sacando los vehículos lejos de la zona histórica, justo como se planteó en su día, pero ahora un poco más arriba, en Canalejas.

Según los cálculos municipales, el paseo de Canalejas, un largo eje de cinco carriles de la primera ronda, asumirá un importante aumento del tráfico una vez se cierre el acceso sur por la Gran Vía. Los técnicos de tráfico estiman que hasta 5.000 coches más al día se trasladarán de Gran Vía a Canalejas, aunque la histórica calle no tiene tanto tras haber ido perdiendo, poco a poco, fluidez.

Creada a mediados del pasado siglo para sustituir la antigua carretera de Sequeros, durante décadas ha sido una arteria principal del tráfico para ir al centro. Se hizo cuando la ciudad estaba creciendo y se revistió con una arquitectura muy particular en sus dos aceras, con edificios historicistas que todavía se conservan, deotados de soportales (y medallones) en un lado y sin ellos en el otro, numerosas sedes públicas y un arquitectura variada y que, en su mayoría, ha sobrevivido. Se creó que digerir el tráfico que atravesaba el centro por la línea más próxima al casco histórico y organizó durante años el acceso hacia la Plaza Mayor y la zona antigua y hacia San Cristóbal-Las Claras.

Pero ahora ese centro va a esta progresiamente vedado al coche, hasta el punto de que la propia Gran Vía es parte del mapa de la futura ZBE, no el control de acceso estrenado esta semana, sino la limitación por emisiones que empezará en 2029. De hecho, atraviesa y parte en dos todo el perímetro del futuro control.

Cuando llegue, los coches más contaminantes tendrán prohibido el acceso, salvo en el caso de vecinos, carga y descarga y multitud de excepciones; será para quienes usen coches veteranos, pero supondrá el fin de la libertad para atravesar Salamanca por su ruta más céntrica.

El cambio supondrá una vuelta de tuerca más a una evolución que no se ha detenido. La avenida, que nació amplia, se ha quedado pequeña con sus tres carriles y es un embudo especialmente cerrado con un único carril de bajada. Si la salida hacia San Pablo nunca fue muy directa, menos ahora sin tráfico por el eje de Plaza Mayor, su entrada por el sur nunca ha terminado de ser fluida... y ahora va a desaparecer. ¿Supone eso el fin de los coches en Gran Vía? ¿A dónde se van a marchar?

A día de hoy, y según datos municipales, algo menos de 5.700 coches circulan de bajada por la Gran Vía y poco más de 3.000 lo hacen de subida, con cifras de 2025. Nunca antes había tenido tan poco tráfico esta calle. La circulación se mide en el tramo entre plaza de la Constitución y calle La Rosa; en menos de diez años, los índices medios diarios de vehículos se han reducido exponencialmente, y se han desplomado en el caso del tráfico de subida.

Si en 2017 más de 8.000 coches de media al día circulaban desde el extremo final de Gran Vía hacia la plaza de España, ahora son menos de la mitad; en el otro sentido se ha notado menos, pero está hasta un 20% por debajo de su máximo. La pandemia en los dos casos, y la dificultad de acceso por el sur han ido reduciendo la intensidad.

Con el proyecto de tráfico en la mano, ahora ya no se podrá entrar por Arroyo de Santo Domingo, que será de bajada y sólo para el bus. ¿Por dónde se accederá desde Tejares, San José o Béjar? Por Canalejas.

Los técnicos municipales calculan que el paseo, cinco carriles y una auténtica pista de despegue con sus luces centrales, asumirá hasta 5.000 coches más. Y ya circulan muchos por su calzada. En un contexto general de reducción de tráfico cerca del centro, algunos de sus puntos clave reciben más coches que nunca, en torno a 13.000 al día, tanto de entrada como de salida, en el cruce con la calle Jardines.

La estimación es que el paseo está preparado para 10.000 coches más y que el flujo que le llegará no agota su capacidad de tragarse coches, a pesar de la fuerte carga que soporta en horas punta como conexión con Carbajosa, Santa Marta, el trastormes o la salida hacia Madrid. Ahora, se le sumará el tráfico que antes llegaba al sur de la Gran Vía por rector Esperabé o el puente Enrique Estevan, incluyendo transporte colectivo.

Canalejas estrenará un giro a la izquierda, uno de los pocos de toda la avenida que sólo tiene el de la cuesta de Sancti Spíritus. El nuevo giro estará a la altura de calle Jardines y será sólo para que el bus urbano pueda entrar hacia el extremo final de la Gran Vía. Será el nuevo acceso sur, por Canalejas y en un punto de más de 13.000 coches. El tiempo dirá cómo funciona.

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