Guardia Urbano: la cita de los clásicos solidarios termina en pedida de mano
La reunión de vehículos históricos y de colección llena la Plaza Mayor de Salamanca por una buena causa en la que hubo hasta una petición de matrimonio
La del Guardia Urbano es una de esas tradiciones de Salamanca que huele a Navidad. Cada diciembre, aficionados a los vehículos clásicos recuperan la costumbre del aguinaldo que se daba a los agentes de tráfico de la ciudad, reconvertida en cita solidaria y que este año ha tenido un colofón casi de película con una pedida de mano en plena Plaza Mayor.
Como es costumbre, decenas de coches históricos se han reunido este domingo para rememorar los viejos tiempos. Tas citarse en un parking, han emprendido viaje en comitiva para entrar por la calle Zamora a la Plaza Mayor de Salamanca, donde hasta hace no tanto circulaban estas joyas de la automoción.
Con paso elegante, Packard, Citroën, MG, Chevrolet, Seat, Mercedes-Benz, Bultacos, Vespas y Montesas, entre otras marcas representadas, han entrado en la plaza donde el único peaje era solidario: un regalo para las Hermanitas de los Pobres en forma de alimentos y donativos.
La tradición viene de cuando los conductores dejaban el aguinaldo a los agentes que dirigían el tráfico antiguamente en Salamanca. Cada Navidad, los salmantinos dejaban al pie de las peanas desde las que la Guardia Urbano dirigía el tráfico los típicos regalos y viandas. La tradición se ha recuperado en forma solidaria y con todo el detalle, ya que los conductores son ahora recibidos por un agente que viste uno de los últimos uniformes de entonces, incluído su casco blanco, que está conservado en el Museo de Historia de la Automoción.
Este año han participado 180 vehículos que han dejado sus aportaciones a las monjas y, de paso, han deleitado a los aficionados a las dos y cuatro ruedas. El nivel de los vehículos es cada año más alto. No faltan los clásicos históricos, pero se nota que la afición ha despertado entre los más jóvenes por la presencia de clásicos populares y contemporáneos que ya han cumplido más de los 25 años preceptivos.
Los vehículos han quedado expuestos en la Plaza Mayor y han sido el escenario para un colofón muy navideños: una pedida de mano bajo la campana de Navidad en la que los ya prometidos tenían la compañía de viejos motores y relucientes carrocerías. Un final feliz, clásico y solidario: ella dijo sí.