Hakuna: el fenómeno musical de los jóvenes católicos que lleva cinco años en Salamanca
El movimiento cristiano que ha transformado la experiencia de oración semanal cuenta en la ciudad con un grupo de más de medio centenar de personas que se reúne los jueves antes de salir de cañas
Las noches de los jueves en Salamanca son sinónimo de fiesta. Cientos de jóvenes salen a pasarlo bien, a tomar algo en los bares, a disfrutar hasta que el cuerpo resista. Pero mientras la inmensa mayoría se dirige a los locales de moda, poco a poco se va formando un grupo ante la iglesia del Convento de la Madre de Dios, esperando a que se abran las puertas.
Son miembros de Hakuna, un movimiento que se originó en 2013 en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Río de Janeiro de la mano del sacerdote José Pedro Manglano, conocido como don Josepe, quien en 2020 abandonó el Opus Dei para dedicarse por completo a dirigir Hakuna.
En sus inicios fueron solo diez o quince jóvenes los que arrancaron con esta iniciativa, pero ahora la comunidad cuenta con sedes en numerosas ciudades de España. También se han extendido a otros puntos de Latinoamérica, Europa y Asia, tal y como explica Carmen Sanz, coordinadora de Hakuna Salamanca.
Con un lenguaje muy diferente del que suele asociarse con la Iglesia más tradicional, una estética en redes sociales digna de las más actuales corrientes de marketing (hasta venden merchandising), y con su propia música pop, Hakuna se ha convertido en una toda una revolución de la fe, como a ellos mismos les gusta definirse.
Los hakuners llegaron a la capital charra en torno a 2018, cuando dos chicas que habían participado en verano en una escapada del movimiento y un voluntariado vinieron a estudiar a la ciudad. Juntas se animaron a organizar un grupo local.
La hora santa y otras actividades
Al principio sólo celebraban la Hora Santa, su acto de oración semanal que en Salamanca actualmente tiene lugar los jueves a las 21 horas y tras el cual, los que lo desean, se van juntos de cañas para conocerse mejor y estrechar vínculos.
Pero además cuentan con otras dos actividades. Una es un grupo de Revolcaderos. Así denominan a sus grupos de formación para profundizar en su fe. La otra son los Compartiriados, que es como se refieren a sus voluntariados. En ellos, dos veces al mesacuden a residencias de ancianos, como la de las Hermanitas de los Pobres, para acompañar a los mayores y acudir con ellos a misa.
Aunque Hakuna nace como un movimiento para jóvenes (universitarios y jóvenes profesionales), en Salamanca también cuentan con un grupo Senior (de adultos). En otras ciudades cuentan incluso con otro grupo conocido como Hakuna Wardians, orientado a chavales que cursan Bachillerato, con edades entre 16 y 18 años.
Cada jueves se reúnen en Salamanca más de medio centenar de jóvenes para celebrar juntos la Hora Santa. En época de exámenes se nota el descenso de participantes, pero hay un grupo bastante estable.
Carmen explica que el encuentro comienza con una charla ofrecida por un miembro de Hakuna que prepara previamente un tema extraído del libro de don Josepe, en el que se engloba toda la filosofía de Hakuna. Después empieza la Hora Santa en sí, en la que la música del grupo madrileño Hakuna Group Music tienen especial relevancia, pero no solo eso, también hay silencios, reflexiones y lectura de fragmentos del Evangelio.
Una charla y canciones para rezar
Para comprobarlo, acudimos a una de sus sesiones. Durante la charla insisten en que son un grupo de gente que sigue a Cristo junta, porque la fe no es para vivirla a solas. Señalan que están reunidos «para adorar a Cristo en la Hostia y hacerle pasar un buen rato» porque «tú no eres el protagonista».
Comparan su estilo de vida con el de los primeros cristianos y lo definen «como el de los vivos». Hacen gala de «vivir arrodillados» como sinónimo de vivir «al servicio de todos», algo que se hace «en libertad». Así, entienden que servicio, libertad y alegría definen a Hakuna, donde Cristo «se derrama sobre nosotros, todos unidos en un solo cuerpo».
Al terminar la charla, el joven sacerdote del grupo, el padre Santiago, pone la custodia con la Hostia consagrada en el altar y se apagan las luces. Solo quedan encendidas unas velas en el altar. El sacerdote deja el altar para irse a la parte trasera de la iglesia, donde hay otro sacerdote, para encargarse ambos de las confesiones de todo aquel lo requiera. Arranca la Hora Santa.
Durante cerca de una hora en la penumbra se suceden las canciones con largos silencios solo interrumpidos por la lectura de reflexiones o fragmentos del evangelio. Los fieles permanecen arrodillados y en silencio.
Cuando se aproxima el final, el sacerdote vuelve al altar, coge la custodia y empieza otro tema titulado 'Bendito'. Durante toda la canción el sacerdote recorre el templo bendiciendo con la hostia a los presentes antes de volver al altar.
Finalmente se encienden las luces, es el momento de un último tema: 'Madre de Hakuna', con el que termina siempre la Hora Santa. Los asistentes se agarran por la cintura para moverse juntos al ritmo de la música.