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Las amapolas y otras flores silvestres iluminan un solar sin uso en el barrio de El Tormes. Álex López
Investigadores, educadores ambientales y ecologistas salmantinos, contra el concepto de «malas hierbas»

Investigadores, educadores ambientales y ecologistas salmantinos, contra el concepto de «malas hierbas»

Aunque la vegetación espontánea cuenta con muchos detractores por el desconocimiento de su importancia, los expertos defienden que su presencia en la ciudad es positiva si se hace un manejo y mantenimiento adecuados que permita incluirla en sus jardines y corredores naturalizados

Ana Carlos

Ana Carlos

Salamanca

Domingo, 7 de mayo 2023, 18:23

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La primavera devuelve la dignidad a los solares sin uso de la ciudad. La vegetación espontánea los llena de biodiversidad. El color de las amapolas y otras plantas los viste como pinturas de Monet. Las plantas, rebeldes y osadas, recuperan el espacio conquistado por los humanos. Iluminan los barrios más grises. Ellas nos pueden dar lecciones de renaturalización ahora que tan altos presupuestos municipales se destinan a estas labores.

Sin embargo, en el acervo colectivo siguen existiendo muchos prejuicios sobre ellas como queda en evidencia simplemente en la forma de denominarlas: malas hierbas, maleza.

Félix Torres, del Grupo de Investigación Básica y Aplicada en Hymenoptera de la Usal, defiende el valor de todas esas plantas que a muchos molestan y son vilipendiadas por el simple hecho de nacer donde no nos apetece a las personas. Además, todo depende del prisma desde el que se mire. Si juzgamos a una planta por sus necesidades hídricas y de mantenimiento, el césped debería ser visto como una mala hierba: en un contexto de sequías su mantenimiento supone un auténtico derroche.

Este profesor junto a Laura Baños, su compañera en el Grupo de Investigación, son responsables del proyecto Asilvestra, dependiente del Vicerrectorado de Estudiantes y la Oficina Verde de la Usal. Ambos explican que su objetivo principal es proponer modelos de gestión alternativos para los espacios verdes y jardines urbanos de la Universidad. De este modo buscan la mejora de la calidad de los mismos a través del fomento de la biodiversidad vegetal y animal.

Asilvestrar jardines para ganar en calidad, biodiversidad y resiliencia

Hace un año iniciaron la andadura de esta iniciativa con varias actuaciones e intervenciones en Peñuelas de San Blas. Para empezar, dejaron de aplicar algunos de los tradicionales cuidados del césped, en concreto herbicidas y siegas continuas. Solo mantienen un refuerzo de riego. Además, han creado parches en algunas zonas plantando herbáceas silvestres de flor y algunas aromáticas para atraer a las abejas silvestres solitarias y otros artrópodos. Finalmente, instalaron refugios artificiales para polinizadores con objeto de potenciar la presencia y nidificación de especies de abejas solitarias para su posterior monitorización y seguimiento.

Los investigadores destacan que se habla mucho de la desaparición de las abejas, fundamentales para la polinización y lo que esto significa para la conservación de ecosistemas y el éxito de los cultivos, pero realmente no sabemos cuales tenemos en la ciudad. Por eso con este trabajo pretenden realizar un catálogo de las que están presentes en la biodiversidad urbana y que esas listas sirvan para saber qué grupos o especies podemos proteger. Por el momento, han constatado que en abril ya estaban ocupados ente el 20 y el 30 por ciento de los refugios de polinizadores colocados el año pasado. No obstante, una buena parte de estas especies también nidifica en el suelo y es más difícil de observar. Para ellas también están probando distintos sustratos, pajuelas de papel y cañas naturales. Buscan conocer las preferencias de estos animales, lo que puede tener su aplicación para un mejor manejo y un potencial uso para la mejora de cultivos.

En Asilvestra hay tres pilares que van de la mano, el de la investigación, la conservación y la educación. Y este último es muy importante. Por una parte para concienciar a alumnos y personal de la Universidad, pero también a alumnos de Educación Infantil y Primaria, a través de la estrategia de Educación Ambiental de la Junta de Castilla y León. Tenemos que conocer a nuestros pequeños vecinos para aprender a convivir con ellos.

Con los escolares desarrollan talleres en los que confeccionan nidos para las abejas. Pero no se trata de una simple manualidad. No todo vale. Se explica a los participantes que las abejas necesitan materiales de ciertas características, medidas y con agujeros de diferentes profundidades que tienen que tener una tapa final. La intención es que entiendan cómo las abejas elaboran sus celdillas de cría, cómo funcionan sus ciclos de vida.

En un futuro próximo quieren continuar con talleres para adultos. Para ayudar a conocer las especies urbanas de polinizadores silvestres, pero también a sus parásitos, depredadores, enfermedades y manejo.

Asilvestra se plantea como una carrera de fondo. Investigar primero para tener bases sólidas y criterios que permitan proponer otros manejos con los que mejorar las zonas verdes de la Universidad en cuanto a calidad y biodiversidad. Más naturalizados y resilientes. Con menos necesidad de agua. Un camino que se persigue desde todas las ciudades y que nos obligará a cambiar la concepción de lo que ahora tenemos de lo que es un jardín «bien cuidado».

Para empezar, tendremos que acostumbrarnos a la presencia de vivoreras, malvas, borraja, llantén, diente de león y avenas, entre otras que surgen naturalmente. Al principio compitiendo entre ellas para alcanzar finalmente un equilibrio. Eso no significa que no requieran mantenimiento o siegas de control, pero serán muy diferentes a los cuidados actuales y cuidando el mantenimiento de la biodiversidad. Y adaptados a sus ritmos.

De aquí a una década, Félix Torres y Laura Baños esperan que sea visible una gestión diferente del espacio verde de la Universidad, «con la mitad de riego y más sombra». También apuntan que habrá distintos manejos de zonas diferentes que permitan una vegetación acorde a los usos diferentes que se quiera hacer de cada una de ellas.

Renaturalizar en tiempos de crisis económica y escasez de agua

Para Manuel Álvarez-Claro Albizu, ingeniero técnico agrícola, Vicente López Alcázar, Biólogo y Miguel Blanco Sol, responsable del Centro de Educación Ambiental Lorenzo Milani, resulta curioso que la renaturalización y la recuperación de la biodiversidad se miren ahora como un concepto novedoso, cuando es algo que debería haber estado siempre en el centro de la docencia y la visión global de la gestión ambiental.

Conversando con ellos sobre este tema, apuntan que esta apuesta por renaturalizar las ciudades es una cuestión de sentido común en un panorama marcado por la crisis económica y la escasez de agua. Se busca optimizar los recursos destinados, por ejemplo, a la jardinería pública. Y eso sin entrar a considerar todo lo relativo a las necesidades de adaptación al cambio climático.

Por eso se congratulan del esfuerzo que está llevando a cabo el Ayuntamiento de Salamanca con los programas Life Vía de la Plata y Savia. Pero consideran que hace falta un mayor esfuerzo por trasladar a la ciudadanía cómo y porqué se realizan estos cambios.

Las plantas silvestres necesitan menos agua que el césped y suponen menos gasto, pero hay que educar a la ciudadanía para que aprendan a ver zonas secas en verano, del mismo modo que en invierno los árboles no tienen hojas Álex López
Imagen principal - Las plantas silvestres necesitan menos agua que el césped y suponen menos gasto, pero hay que educar a la ciudadanía para que aprendan a ver zonas secas en verano, del mismo modo que en invierno los árboles no tienen hojas
Imagen secundaria 1 - Las plantas silvestres necesitan menos agua que el césped y suponen menos gasto, pero hay que educar a la ciudadanía para que aprendan a ver zonas secas en verano, del mismo modo que en invierno los árboles no tienen hojas
Imagen secundaria 2 - Las plantas silvestres necesitan menos agua que el césped y suponen menos gasto, pero hay que educar a la ciudadanía para que aprendan a ver zonas secas en verano, del mismo modo que en invierno los árboles no tienen hojas

Manuel pone un ejemplo, la pradera natural creada hace unos años en el parque de Villar y Macías. Considera que la mayoría de los salmantinos no entienden qué se está haciendo en este espacio y por ello cree que sufre abandono. El público ve hierbas silvestres altas y piensa que eso no es bueno ni está cuidado. Sólo un cartel en una esquina informa de lo que supone esta iniciativa.

La ciudadanía debe aprender a valorar que estos espacios conllevan un menor gasto, menos consumo de agua, así como su extraordinaria belleza en primavera. «Debemos reeducar en la estacionalidad, que un espacio siempre será diferente dependiendo del momento y que, del mismo modo que la gente asume que los árboles no tienen hojas en invierno, se acostumbren a que haya zonas secas en verano», apunta.

Tampoco todas las zonas verdes de la ciudad tienen las mismas características y usos, y por ello tampoco pueden tener la misma vegetación. Por ello plantean que en la zona histórica puede mantenerse una jardinería más intervenida que precise más riego, e ir cambiando progresivamente a otra cada vez más naturalizada a medida que se acerca a las afueras y se funde con el campo.

A juicio de estos expertos, el río sigue siendo el mejor pulmón de la ciudad y en el que menos debe intervenirse. La zona próxima al Puente Romano es una de las más valiosas. Lamentablemente la intervención que se hizo en 2001 en la desembocadura del Arroyo del Zurguén, con un canal de hormigón, ha privado a este entorno de una buena parte de su encanto y funcionalidad naturales.

Pero para que todos los ciudadanos sean capaces de comprender que lo deseable no es recortar la vegetación y que tenga un aspecto «ordenado y limpio» según ciertos criterios estéticos «a lo mejor hay que invertir más en una educación ambiental de calidad y menos dinero en infraestructuras», defienden.

Es imprescindible en este mismo sentido involucrar a la ciudadanía. Llevar a cabo una verdadera participación ciudadana. Empezando por la educación y la información, para continuar explicando las distintas opciones existentes. Partiendo de estas bases y de las propias propuestas de los vecinos se diseñarían espacios verdes más respetados, útiles y comprendidos por todos.

Mensajes del Ayuntamiento que no contribuyen a la educación ambiental

El Ayuntamiento de Salamanca anunció hace pocos días que ha empezado «la limpieza de más de 300.000 metros cuadrados de solares de titularidad municipal, en los que predomine la abundancia de maleza, para mantener cada parcela en las adecuadas condiciones de salubridad, evitando la propagación de incendios y la proliferación de plagas de animales que puedan poner en peligro la salud de los vecinos».

Este mensaje ha sido duramente criticado por distintos profesionales y colectivos que entienden que no es correcto hablar de «limpieza» en este caso, porque la vegetación espontánea no es suciedad ni es motivo necesariamente de plagas o peligros. Además, plantean que con estos argumentos tan simplistas se echa por tierra el trabajo que se trata de hacer desde la educación ambiental sobre la importancia de la biodiversidad, que se está perdiendo a escala planetaria, y sobre el funcionamiento de los ecosistemas.

Desde el Comité Antinuclear y Ecologista de Salamanca recuerdan que «en estos solares se alimentan multitud de pájaros: jilgueros, pardillos, verderones y las tan apreciadas golondrinas. Son reservas importantes de biodiversidad muy desconocidas pues son espacios de transición entre el campo y la ciudad aptos para la alimentación y refugio para pájaros, pequeños mamíferos, insectos, lagartijas e inofensivas culebras, entre otros. Los humanos necesitamos a la naturaleza y ésta ofrece servicios esenciales para nuestra vida, pues al fin y al cabo, somos parte inseparable de ella. El daño que le hacemos nos lo hacemos a nosotros mismos».

Lamentan que desgraciadamente a muchos de esos pequeños animales citados «ni siquiera podemos verlos ni oírlos en la mayoría de los parques de la ciudad, pues el modelo que tenemos está demasiado intervenido y es tremendamente artificial; de ahí la necesidad de cuidar estos espacios marginales que representan una mínima parte de la superficie urbana. No hay ninguna razón para no hacerlo. Quizá una sola: la ignorancia».

Ecologistas en Acción coincide en estos argumentos y señala que no se debe confundir la eliminación de la vegetación espontánea con mejorar la salud de la ciudadanía «porque a la vez de quitamos estas hierbas, que no son malas, estamos quitando otras cosas indispensables en los ecosistemas de los que depende nuestra salud. Con un hecho aparentemente insignificante como pasar la desbrozadora estamos afectando a toda una serie de animales y a toda la red trófica que son buenos para la ciudadanía. Si eliminamos todas las plantas y los insectos, no habrá golondrinas, aviones, vencejos y otras aves que si desaparecen no estarán disponibles cuando se disparen poblaciones de mosquitos, por ejemplo».

Por eso defienden que, aunque es importante y saludable hacer cierto mantenimiento de estos espacios para mantener un equilibrio entre las necesidades de los vecinos y el exceso de explosión vegetal, mayo no es el mejor momento para hacerlo porque es el momento de cría de muchas especies animales y vegetales que pueden resultar perjudicadas.

También valoran positivamente que el Ayuntamiento no se plantee utilizar herbicidas en estos solares «porque está claramente demostrado que ocasionan graves afecciones no sólo directas sobre la diversidad y sobre el agua, sino que dañan la salud de las personas».

Por su parte, el Comité Antinuclear, que también considera razonable la gestión de determinados espacios, pero apuntan que en lugar de meter en ellos maquinaria pesada sería mejor «arar la tierra de forma superficial, dañando mínimamente los suelos y dejando islas sin arar para que aquellos pequeños animales que sobrevivan se refugien en ellas. En otros casos se podría segar la hierba dejando también islas y permitir que los árboles y arbustos sigan vivos; no por ser silvestres son menos valiosos que los plantados por el Ayuntamiento», defienden.

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