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Termómetros midiendo la temperatura del césped artificial en Salamanca Álex López

Islas de calor en Salamanca: por qué algunas zonas no se enfrían ni de noche

En plena ola de calor hacemos un recorrido por Salamanca para comprobar cómo varía la temperatura en función de la superficie, el entorno o la sombra: El asfalto, el cemento, el granito o el caucho acumulan calor durante el día y lo liberan por la noche, impidiendo que algunas zonas refresquen

Ana Carlos

Salamanca

Sábado, 9 de agosto 2025, 10:13

Son las seis de la tarde y el termómetro marca 35 grados. Estamos en plena ola de calor, con alerta activa por temperaturas moderadamente elevadas, según la AEMET. Es el tiempo perfecto (aunque menos apetecible) para salir a medir el calor que acumulan distintas superficies de la ciudad.

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Enseguida comprobamos que las temperaturas no se reparten igual por toda Salamanca. En barrios con más vegetación o junto al río, el calor se percibe más soportable. Por el contrario, en zonas duras, con mucho cemento y sin sombra, la sensación térmica es agobiante incluso pasadas las ocho de la tarde.

Lo que sucede no es casual: es el efecto de las llamadas islas de calor urbanas, una consecuencia directa del tipo de materiales, la falta de vegetación y la forma en que diseñamos nuestras ciudades. Esto hace que la temperatura el interior de las mismas pueda alcanzar unos 7 u 8 grados más que los alrededores. Y afecta de forma directa a nuestra salud, hasta puede causar muertes.

Variaciones de calor según el lugar, el material y la sombra

A lo largo de una jornada realizamos una ruta por varios puntos de Salamanca. Las mediciones muestran contrastes térmicos muy acusados entre superficies de unos materiales y otros, incluso estando al lado.

En un mismo momento de la tarde, con 35 °C de temperatura ambiente, el césped artificial expuesto al sol llegó a marcar más de 55 °C, mientras que el césped natural situado bajo la sombra de grandes árboles se mantuvo entre los 23 y 26 °C. La diferencia no es anecdótica: de hecho, puede alcanzar hasta 30ºC según el material y la ubicación. Medimos césped al sol con 36ºC de temperatura ambiente y sólo registró 37,4 ºC. Menos que el artificial a la sombra.

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En plazas duras y sin apenas vegetación, como la de Concordia, el granito, material predominante en muchas plazas salmantinas, marcaba 48,6 ºC al sol, y 40,6 ºC incluso a la sombra. No es de extrañar que estuviera vacía.

En cambio en Alamedilla, La Aldehuela y el parque de Los Jesuítas se podría ver a numerosas personas disfrutando de la sombra de los árboles y el frescor del césped.

Sorpresa en San Román y asfalto muy caliente en la puerta de Zamora

¿Y qué pasa con el nuevo enlosado de la plaza de San Román, con el que el Ayuntamiento asegura que se bajará la temperatura de este céntrico espacio? Dado que todavía está vallada y sin concluir las obras, medimos la temperatura al sol en las baldosas amontonadas en un pallet esperando ser instaladas. A las 20 horas, superan los 43,2 ºC.

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La sorpresa es que las antiguas baldosas que no han sido cambiadas, justo debajo y también al sol, están más frescas, 39,6 ºC. Probamos a medir las nuevas baldosas ya instaladas en la sombra, a las que en este caso sí podemos acceder: 34,6 ºC. Pero la sorpresa de nuevo es que el banco corrido de granito, junto a la pared y también en esa sombra, la temperatura es de 30,2 ºC.

Quizá las baldosas, cuando están al sol pero ya colocadas en el suelo, reaccionan de otra forma y se calientan menos. O tal vez el banco de granito no es comparable a la baldosa del suelo. Pero de momento no podemos asegurar que el cambio del enlosado pueda rebajar por sí mismo la temperatura de la plaza. Habrá que ver qué vegetación se planta en el nuevo parterre para lograr algo más.

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Por otra parte, medimos en la puerta de Zamora por la mañana, tras sólo unas horas de insolación directa, El termómetro que preside la zona desde las alturas marca 35 grados. Abajo la temperatura del asfalto es de 52 grados. Nada menos que 17 grados de diferencia. Acera, calzada y edificios se convierten en acumuladores de un calor que devuelven como un agobiante radiador que seguirá castigando a la ciudad por la noche.

Parques infantiles a 50 grados: el peligro invisible

Otra de las zonas más llamativas por su acumulación de calor son los parques infantiles. Aunque el césped artificial se percibe como un material «limpio» para los pequeños, blando y seguro para caídas, alcanza temperaturas muy elevadas. Al sol en Concordia y Alamedilla superaba los 55ºC.

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En nuestro recorrido solo encontramos un trozo de caucho, también muy usado en estos espacios de juego. Se encontraba en un alcorque de Concordia, a la sombra y marcaba 38,2 ºC, pero al sol alcanza temperaturas incluso superiores a las del césped artificial.

Algunos elementos metálicos de aparatos como los toboganes también se calientan hasta niveles que podrían causar quemaduras. Nuestro termómetro no mide la temperatura en superficies que dan tanto reflejo, pero estaba tan caliente que resultaba imposible tocarla. Y todo esto en espacios diseñados para niños. La presencia de sombra es clave, pero muchas áreas recreativas carecen de ella o sólo la ofrecen estructuras artificiales.

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La diferencia de aparcar en tierra y bajo la sombra de los árboles

Si el pavimento desprende calor y no hay sombra por arriba, la temperatura en el interior de los vehículos se eleva considerablemente. Medimos la chapa de uno estacionado en el aparcamiento de La Aldehuela en la parte en la que le da el sol supera los 69 ºC, pero en la otra, donde se proyecta la sombra de otro coche solo marca 43,6 ºC.

Hay quien prefiere no usar el aparcamiento y se cuela bajo los árboles, en la tierra junto al chiringuito más cercano. La temperatura de la chapa en este caso es de 39,6ºC. Los nuevos aparcamientos de hormigón y sin arbolado que se construyen en los barrios periféricos no son, de lejos, tan confortables.

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El uso extensivo de granito y otras baldosas en plazas y anchos caminos en los parques tiene una clara intención estética y de bajo mantenimiento, pero implica un peaje térmico. La ciudad se convierte en verano en una auténtica esponja de calor.

El calor que queda en el aire

Sin embargo ese calor del día no desaparece cuando el sol se pone: queda atrapado en el pavimento, el mobiliario urbano, las fachadas. Y después se libera poco a poco, impidiendo que refresque y cargando las noches de bochorno. Combatir las islas de calor urbanas no es solo cuestión de confort: es una medida de salud pública. Salamanca, ciudad de piedra, también puede ser ciudad de sombra. Pero para eso, hay que plantar más que superficies duras.

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Avances hacia una ciudad más verde

Las mediciones demuestran que el arbolado no sólo mejora la sensación térmica: reduce la temperatura real de las superficies. Calles con árboles frondosos, parques con vegetación natural y espacios junto al río muestran temperaturas mucho más suaves. Son nuestros refugios climáticos.

Las plantas que hay en ellos actúan como regulador térmico. No solo refrescan por su sombra, sino por la evapotranspiración: liberan vapor de agua a través de la transpiración, un proceso que absorbe calor y reduce las temperaturas.

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Salamanca cuenta con más de 2,7 millones de metros cuadrados de zonas verdes distribuidas en 500 espacios urbanos, incluyendo huertos urbanos y parques municipales. Hay más de 93.300 árboles según los datos del Ayuntamiento.

En los últimos años, aprovechando fondos europeos, la ciudad ha empezado a dar pasos hacia la renaturalización. Y hay nuevos proyectos para seguir avanzando en esta línea, como plantar 32.000 nuevos árboles y crear grandes espacios verdes en el antiguo Polvorín de Tejares (donde irán 21.775 de esos árboles), además de hacer parques forestales, huertos urbanos y otros espacios verdes en torno a la vía férrea a su paso por la capital salmantina. Se empieza a perfilar, por partes, algo parecido a un cinturón verde urbano.

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La sombra no es un lujo, es salud

No obstante, en muchas zonas de Salamanca (especialmente plazas céntricas o barrios construidos en la segunda mitad del siglo XX, donde vive más gente) la sombra sigue siendo escasa, tal y como recuerda Chema Lorenzo, del Comité Antinuclear y Ecologista, uno de los colectivos integrados en Barrios por el Clima.

Aunque haya olas de calor la ciudadanía tiene que continuar desarrollando su rutina diaria. Hay que ir a trabajar, a comprar, a atender a otras personas. Y eso supone a veces realizar trayectos por zonas que resultan inhóspitas.

Además de reclamar árboles y otra vegetación para los barrios que más la necesitan, así como la despavimentación progresiva de muchos espacios urbanos, Barrios por el Clima Salamanca, solicitó al Ayuntamiento de Salamanca en los presupuestos participativos que desarrolle una red de fuentes bebedero por la ciudad, más allá de las zonas verdes. Las personas necesitan estar hidratadas para protegerse de los efectos de las altas temperaturas.

También desde Radiotaxi Salamanca piden sombras en algunas de las paradas más castigadas por el sol en verano, entre ellas la del hospital, ya que una buena parte de los usuarios que la utilizan son personas con salud vulnerable. La sombra no es un lujo, es salud.

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Salamanca se une a la Termometrada convocada para septiembre

La preocupación por el creciente calor en las ciudades aumenta por toda España. Una prueba es la convocatoria a nivel estatal de una termometrada que se realizará el próximo 20 de septiembre y que en Salamanca coordina por Barrios por el Clima.

El objetivo de esta acción conjunta es medir el impacto que tiene el arbolado en el bienestar y la habitabilidad de las ciudades. Los participantes medirán la temperatura del aire con termómetros de alcohol facilitados por la organización en tres momentos del día, por la mañana, a media tarde y por la noche.

En los últimos años el calor estival se sigue prolongando durante el otoño «e independientemente del calor que haga necesitamos más árboles en nuestros barrios», insisten las entidades convocantes, que recuerdan su importancia para la calidad del aire y la biodiversidad.

A medida que el cambio climático hace aumentar las temperaturas y alarga los veranos, toca repensar nuestras ciudades: menos suelos duros, más vegetación y árboles para dar sombra. Porque no se trata solo de que sean más cómodas, sino de poder vivir mejor.

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