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Imagen del acceso a Pizarrales desde la Carretera de Ledesma en la actualidad. Álex López

Malestar entre comerciantes y vecinos por las interminables obras de la carretera de Ledesma

Los residentes denuncian que no hay un solo tramo completo finalizado y algunos algunos establecimientos afirman que han presentado quejas o tienen previsto hacerlo por las pérdidas económicas

Ana Carlos

Salamanca

Sábado, 30 de diciembre 2023, 09:54

Caminar por la carretera de Ledesma es desde hace nueve meses una carrera de obstáculos. Vallas, zanjas, tubos, bordillos. Unos metros sí, otros no. En la acera de enfrente, otra cosa diferente. Un caos. No se avanza en los dos lados de forma homogénea. Hay tramos ya renovados, otros han sido abiertos y cerrados en falso a la espera de que la reurbanización llegue a esa altura. Un poco más adelante de nuevo hay zonas acabadas y otras por empezar.

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Los vecinos son conscientes de que para hacer una obra y conseguir mejoras hay que pasar por un periodo de molestias que se compensan con el resultado. Pero en este caso consideran que se ha superado ampliamente lo razonable. Y nadie comprende ese desarrollo anárquico y a tirones.

Cuando comenzaron las intervenciones, en marzo de este 2023, estaba previsto que a principios de 2024 estuvieran terminadas. En concreto, se daba un plazo de ejecución de 10 meses para reurbanizar el cerca de medio kilómetro de longitud de esta avenida de entrada a la ciudad. La superficie de actuación es de 26.267 metros cuadrados, con un presupuesto de 2,1 millones de euros.

Ahora la previsión del final de las mismas apunta al verano y a una buena parte de los vecinos y comerciantes se les agota la paciencia. Teresa vive en la carretera de Ledesma y afirma que llegar hasta su casa se ha convertido en una «gymkana». «Casi prefiero ir por la acera de enfrente, pero tampoco es que la cosa del otro lado sea para tirar cohetes». Como usuaria del autobús lamenta que la marquesina junto a la plaza de la Iglesia nueva «es como una isla rodeada de vallas y zanjas, un trozo de acera nuevo y otro viejo en el mismo tramo. Una locura». Además lamenta que «en este barrio vive mucha gente mayor y verles sortear todos los obstáculos es un poema».

Tampoco le extraña el malestar de los comerciantes: «a mí no me queda otro remedio que pasar por aquí todos los días, pero si solo tuviera que venir a comprar, ya buscaba otra alternativa, y las tiendas tienen que notarlo mucho», afirma.

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Paralizada por vacaciones

Estos días no hay nadie trabajando en las obras. «Los operarios están de vacaciones hasta después de Reyes», señala Mercedes García desde su frutería. Reconoce que «otros días tampoco hay nadie» sin ser vacaciones. «Un día ves seis obreros, otros dos. Ellos también están desesperados porque son unos mandados y cada día les dan una orden».

Estar «cuarenta y tantos días» con la entrada casi inaccesible, que algunos días no podía ni abrir, ha ocasionado una notable pérdida de ventas a la tienda. Y también ha supuesto muchas molestias a los viandantes. Muchos han tenido que dar grandes rodeos para poder ir a sus casas. Otros han llegado a caerse porque incluso han quitado las vallas para pasar, relata la frutera.

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Puri Sánchez trabaja en una aseguradora con sede en esta avenida. Denuncia que durante mes y medio no se podía a penas pasar por la puerta de la oficina. «Se nota que somos un barrio periférico, pero a la hora de pagar impuestos no distinguen. Da mucha rabia que no se atienda igual a todos los barrios», critica. Aunque ya tienen la acera nueva a la puerta, conseguirlo fue una odisea. «Ponían dos plaquetas, se iban dos semanas. Y dejaban a los operarios a los pies de los caballos, porque ellos no son los que toman las decisiones». Hubo una mañana, recuerda, que no se podía entrar en la oficina «y la empresa no sabía ni por dónde se andaba». Si no hay más quejas y denuncias de los comercios de la zona, afirma, es «porque están pillados de tiempo y hay que bajar a hacer los trámites».

Los comerciantes tiene numerosas fotos de las semanas en las que a penas se podía entrar en sus locales.

Uno de los que sí ha presentado denuncia es el bar Santa. Ha podido hacerlo porque, a diferencia de otros, cuenta con un gestor que se ha encargado. Jesús María Curto explica que en septiembre levantaron la acera delante del establecimiento con «con alevosía y casi nocturnidad». Ellos descansan los lunes por la tarde y los martes, y aprovecharon nada más cerrar para abrir una zanja que casi ha estado abierta dos meses.

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«Estábamos en plena temporada de terrazas y con el tiempo que ha hecho este año la gente quería estar en la calle y no dentro. He perdido 300 euros al día por no poder poner la terraza», reclama. Él también es consciente de que «hay que hacer obras y hacen daño, pero no esto, que se ha alargado muchas semanas y en tiempo de calor. Dirán que son daños colaterales, de momento no tengo respuesta y hay que esperar», lamenta.

Cortada durante meses en dirección salida

«De color, y no rosa» es como ve Rosa María Martín el avance de las obras. La responsable de la tienda de arreglos de ropa Rosa entre costuras también ha sufrido pérdidas económicas. «Por aquí sale mucha gente de paso hacia Villamayor, Valverdón y Ledesma, con la carretera cortada de salida de la ciudad dejas de estar visible y causa muchos perjuicios. Hay gente que me ha dicho que había pensado que había cerrado. Otras personas han intentado venir por otras calles y se han perdido». Hasta el recorrido del autobús lleva meses modificado.

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Pero ese no ha sido el único problema que ha sufrido durante las intervenciones. «Me estropearon la entrada y estuvieron a punto de caerse dos personas, tuve suerte de que no se cayeran». El problema fue que le rompieron las baldosas del escalón de la entrada, se movían y eran inestables. Eso se tradujo en peticiones y posteriores «broncas» para que se lo arreglaran. «Me planteé arreglarlo yo y pasar después la factura», porque la situación se prolongó cerca de un mes.

Al ritmo que avanzan las obras, con el inicio de la carretera cortado en dirección de salida de la ciudad, sin sitio para aparcar con los materiales de obra y otros problemas, considera que a los comercios de la zona les queda todavía mucho por sufrir. «No se entiende que no haya un tramo entero terminado», apunta.

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Tampoco comprenden los vecinos que se haya eliminado una buena parte del césped del puente para poner acera en un lugar en el que no se puede ni es útil cruzar cuando hablan de reverdecer la avenida.

Rosa no está convencida de que tras las obras el resultado sea el esperado. «Es una entrada y salida de la ciudad y la calzada queda estrecha para cruzarse dos autobuses o un camión con otros vehículos en algunos tramos». Esa misma apreciación la habían hecho clientes de algunos de los establecimientos anteriormente citados. Señalan que el autobús urbano ya pasa por encima de un trozo de acera y carril peatonal que sobresale de la calle Regajo y que hace que el trazado de la carretera de Ledesma quede extrañamente alterado.

Los comerciantes plantean unirse para reclamar

Martín Ayuso de perfumerías Martín Style se considera el más perjudicado «con pérdidas de miles de euros y ansiedad» a causa de esta reurbanización. Durante «cuarenta y tantos días» su establecimiento ha tenido delante «una zanja con un puente colgante». Afirma que lo que ha vivido ha sido «demencial», porque «picaron la entrada y se fueron» sin hacer nada durante más de un mes. Habló con distintos encargados que se han sucedido en la obra para pedir una solución, y solo el último le hizo caso y lo solucionó con celeridad.

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Mientras, entre el «foso» de su puerta y la maquinaria trabajando ha visto a gente caerse, ha tenido que atender a alguna de estas personas y recogerla en la tienda. «Como la gente no podía entrar, no he vendido. Solo este mes calculo 3.000 euros de pérdidas». Ante esta situación decidió tomar medidas. «Fui a poner una reclamación, me traje un papel para hacer un escrito, pero no tengo tiempo. Solo te queda denunciar a la Policía».

Martín, como otros establecimientos, lamentan que no haya más unidad entre los comerciantes afectados y con la asociación de vecinos para hacer una recogida de firmas y pedir que las obras avancen a mejor ritmo y se indemnicen los daños causados. «No entiendes a ti te piquen la acera, al estanco no, a la Caja Laboral tampoco. Parece que no hay control». También afirma que los operarios siempre han sido muy correctos, han soportado los enfados de los viandantes y han hecho lo que han podido, «pero si el de arriba no sabe, ellos no pueden hacerlo mejor».

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Según el Ayuntamiento ya se ha ejecutado la tercera parte de los trabajos previstos. Se han sustituido las antiguas tuberías de la red de abastecimiento de agua, compuestas por materiales obsoletos, por otras nuevas de fundición en ambas márgenes desde la avenida de Portugal hasta la Iglesia Vieja de Pizarrales. Al mismo tiempo, se ha ejecutado la mejora de la red de saneamiento a la altura de la calle Cardenal Cisneros y se han hecho actuaciones de renovación del cableado del alumbrado público y telecomunicaciones en algunos tramos.

También se ha completado la ejecución de algunos tramos de aceras, inconexos entre ellos, a ambos lados de la carretera. Vecinos y comerciantes advierten problemas. El pavimento antideslizante colocado ya está sucio y lleno de manchas oscuras en algunas partes. Se preguntan si cuando acaben todas las obras va a parecer que hay zonas más viejas o si toda la avenida en general va a tener un deterioro rápido. Si es que no se está limpiando o ese tipo de baldosa no se puede limpiar. «Eso en el centro no pasa», denuncian. La carretera de Ledesma necesitaba una renovación integral, pero cuestionan si en algunos aspectos el resultado va a ser el deseado.

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