Malestar en San José por el deterioro de las viejas fachadas de uralita
Los residentes de los edificios más humildes no pueden asumir las reformas necesarias y con el tiempo aparecerán más trozos de este material tóxico en plena calle
El estado del recubrimiento de los edificios de la fase más antigua del barrio de San José es lamentable. La capa de uralita está rota en bastantes de ellos. Se han caído trozos. Los agujeros dejan al descubierto la lana de vidrio e incluso los ladrillos.
Los vecinos consiguieron hace décadas este aislamiento para solucionar el problema de humedades que dieron los inmuebles desde su construcción. Se desplazaron incluso a Madrid para solicitar ayudas para costear la intervención. En aquel momento fue un logro de la reivindicación vecinal. Pero ahora es un quebradero de cabeza.
Entonces no sabían que la capa de fibrocemento que se colocó en el exterior se rompería como lo está haciendo. Y mucho peor, que no se puede manipular sin un equipo especializado porque es tóxica.
Ahora la asociación Concejo del Tormes está preocupada por esta situación. Es un problema del que se tienen que responsabilizar los propietarios de las viviendas. «Si ya en muchos casos las comunidades arrastran problemas por los impagos de algunos vecinos, que son todo gente humilde, ¿cómo van a poder pagar una obra para retirarlo y poner otro aislamiento?», explica Azahara Marcos Mena, actual presidenta del colectivo.
Falta información de las subvenciones
El año pasado se enteraron de que el Ayuntamiento de Salamanca ofrecía una subvención para este tipo de rehabilitaciones, pero demasiado tarde como para que alguna comunidad de vecinos tuviera tiempo de tratar de optar a ella. «No entendemos por qué no se nos avisó, cuando saben que es un asunto importante en esta zona. Parece que convocan a escondidas para que no nos enteremos», lamenta. Por eso espera que cuando se vuelva a lanzar, sean informados.
No obstante, teme que dado el bajísimo nivel adquisitivo de los vecinos, esta ayuda no sea suficiente. Eso supone un problema de salud pública que afecta al barrio. No solo a las personas que viven en los edificios afectados, sino también a quienes pasan por la calle. Cuando han caído trozos, el Ayuntamiento ha cercado la zona con cintas y vallas durante semanas para evitar que nadie entrase en contacto con la uralita hasta que ha sido retirada. Pero esa no es la mejor solución. Los vecinos temen qué sucederá porque el deterioro sigue avanzando y caerán más placas.
A pesar de este problema, el aspecto y las infraestructuras del barrio han ganado bastante en los últimos años. Se han ido cambiando las viejas y deterioradas aceras, aunque todavía siguen en mal estado las de Maestro Guridi. Se han arreglado distintos parques y plazas interiores, como las de la primera fase. «Pero no está bien mantenido. En las zonas verdes siempre está la pelea sobre si la responsabilidad es del servicio de limpieza o el de jardines», lamenta Azahara Marcos.
Algunas de las plazas están infrautilizadas, como la de Maestro Sorozábal. En su día hubo una pirámide de cuerdas que fue retirada y no se ha vuelto a poner nada en su lugar. La de Maestro Caballero se pavimentó con asfalto que se pintó de colores y no hay árboles que den sombra en verano a los aparatos biosaludables. Los plátanos de sombra que había hace años estaban plantados demasiado cerca de los edificios y han ido desapareciendo.
En cambio, permanece en el mismo sitio, junto al centro infantil Lazarillo de Tormes, el cartel que anuncia las obras de remodelación de estas plazas cuya obra finalizó en 2017. «Yo creo que ya lo ha visto todo el mundo, ya pueden retirarlo», bromea la representante vecinal.
Suciedad por falta de civismo
La falta de civismo agrava los problemas en algunas zonas. El suelo de los pasajes de la primera fase están sucios de orina. No sorprende a nadie encontrar basura, colchones y otros enseres abandonados en medio de estas calles.
En algunas ocasiones en el patio del Giner de los Ríos aparecen montones de latas de bebidas y otros residuos.
El parque de Maestro Jiménez fue reformado recientemente. Los vándalos quemaron las palmeras plantadas en la orilla. Solo han sobrevivido tres, aunque ahí permanecen sus estipes (así se llama el falso tronco de las palmeras). Pero además ha desaparecido todo el seto que fue plantado en el interior de la valla. No se sabe si por falta de cuidados o por qué motivos.
El barrio espera la próxima creación de un corredor verde que una varios de sus parques y unifique y dé sentido a algunas de sus zonas verdes. Esa remodelación llegará hasta la plaza de Santa Cecilia y una parcela en la que permanecen desde hace años sin uso unos tanques de gas propano. La asociación espera que se aproveche la oportunidad para darle una solución, otra reivindicación que arrastran desde hace años. Pero lo que más les preocupa es que después de esta esta nueva reforma, que dignificará una zona que actualmente parece un mosaico de pavimentos diferentes y jardines desangelados, se realice el mantenimiento adecuado «o no habrá servido de mucho».