El museo de Salamanca que esconde el primer teatro anatómico forense de España

Ubicado en la plaza del Mercado Viejo, el Museo de Automoción de Salamanca es conocido por tener una colección espectacular de vehículos clásicos pero, más allá de su parte expositiva como museo, esconde muchas curiosidades que no sólo cuentan la historia del automóvil si no que redescubren la historia de Salamanca.

Fue inaugurado en el 2002 por los Reyes de España y, a nivel nacional, está considerado el mejor en su ámbito. Contiene hasta 150 coches de todas las épocas cedidos por la Dirección General de Tráfico, la Fundación Gómez Planche y particulares.

A finales del S.XIX, el Museo de Automoción fue una antigua fábrica de luz, la segunda de Salamanca, perteneciente a la familia Moneo. Estaba situada situada junto a la fábrica de harinas El Sur y el Casino del Tormes, en la zona del arrabal, a pie del río Tormes.

A la entrada del Museo se conserva parte del arranque de la chimenea que tenía la fábrica de luz. Medía unos 30 metros de altura y tenía 1000 metros de superficie. Dentro, en la sala baja del edificio, unos generadores de carbón producían la energía eléctrica con la que, en ese entonces, se abastecía de luz a la ciudad. Actualmente, el museo conserva la cubierta original de esta sala.

Desde la azotea norte del museo se aprecian unas vistas panorámicas del casco antiguo charro, diferentes partes que redescubren la Salamanca medieval. Empezando por lo que queda de la puerta de Aníbal, parte del lienzo medieval de la muralla que cubría la ciudad, la cual recibe el nombre en honor al general cartaginés, quien cruzaría esta puerta en su trayecto a la ciudad de Roma.

A la izquierda de las catedrales, se observa el barrio de Santiago, el antiguo barrio judío, donde residían los curtidores que trabajaban en sus tenerías y secaban al sol las pieles y telas. Por la parte de arriba del barrio, se ve la actual facultad de Matemáticas donde estaba una de las sinagogas de la ciudad, la sinagoga menor en el Postigo Ciego, y también la facultad de Ciencias donde se situaba el alcázar, el castillo de la ciudad medieval.

Hacia la derecha de las catedrales, se contempla la casa Lis y el resto de la muralla medieval. Como curiosidad, en la torre alta de la catedral se aprecian dos partes diferenciadas en su arquitectura: la de arriba más detallada y la de abajo más lisa, ya que fue la cubrición que se hizo tras el terremoto de Lisboa en 1755 para evitar que la torre se abriera.

Desde la parte trasera del museo se observa el río Tormes y su pesquera, la fábrica de harina El Sur y lo que fue la antesala de la fábrica de luz y, por tanto, del museo: la Iglesia de San Nicolás, que se levantaba sobre un teso.

Esta Iglesia, del S.XII, se convirtió en la primera capilla universitaria que acogió el primer anfiteatro anatómico forense de España y la primera sala de disecciones aprobada por la Iglesia en toda Europa. La Universidad de Salamanca obtuvo ese permiso especial y el doctor Cosme de Medina dio clases de anatomía allí hasta finales del S.XIII, además de diseccionar los cadáveres de los fallecidos en el hospital de Estudio, lo que marcó el inicio de los estudios de medicina en la ciudad.

Debido a su cercanía al río, junto con las periódicas riadas, sobre todo la de San Policarpo en 1626, la Iglesia se vio afectada considerablemente y quedó sepultada, al igual que ocurrió con la Iglesia románica de Santiago del Arrabal, también desparecida aunque restaurada más tarde.

Actualmente, los restos de los ábsides del anfiteatro y de algunas tumbas antropomorfas se pueden observar en el semisótano del edificio de viviendas contiguo al museo, sobre la calle que recibe el nombre Teso de San Nicolás, en su honor.

Otro de los rincones más desconocidos del Museo de Automoción es su taller. En él trabajan dos mecánicos que reparan y restauran los vehículos según van llegando para su posterior exposición. Dentro del taller hay un ascensor de seis metros de longitud en el que se suben y bajan los vehículos que entran al museo, pero no todos porque, aquellos que no entran, se quedan expuestos en la planta baja.

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