El parking fantasma de 8 millones de euros en Salamanca que cayó en el olvido

Durante años, construir nuevos aparcamientos fue una de las prioridades del ayuntamiento. Sumar plazas para residentes y visitantes puso sobre la mesa proyectos que totalizaban cerca de 2.000 plazas nuevas en varios puntos de la ciudad. Aquello no fructificó y de la decena de emplazamientos previstos sólo se ejecutaron un par con unas 500 plazas en total. Sin embargo, hay proyectos que todavía reaparecen y que ya nadie sabe que existían.

Es el caso del parking del paseo de San Antonio, uno de los previstos en el plan de movilidad urbana sostenible de hace 15 años, el documento municipal que ampliaba la zona azul hasta la extensión que adoptará con el próximo contrato y que planificó varios subterráneos.

De aquel proyecto no se ha vuelto a saber nada a pesar de que llegó a estar adjudicado el contrato para su construcción en una época en la que esta era una de las prioridades de la ciudad. Sin embargo, emerge de vez en cuando, la última ocasión, esta semana cuando se ha tratado una operación urbanística para desafectar el subsuelo de la plaza Julián Sánchez 'El Charro' y regularizar la situación del aparcamiento de residentes que construyó allí el ayuntamiento en 1990.

En 1989, el consistorio aprobó las condiciones para la construcción y explotación de varios aparcamientos subterráneos de residentes en la capital. La obra del de la plaza del Charro fue adjudicada a una unión de Gragados y Urbaser, una concesión de 50 años para construir y explotar un subterráneo.

Fue el último que se hizo en esta iniciativa, que incluye los de la plaza de Carmelitas que también tuvo que se desasfectado para separar la propiedad de la superficie (una plaza y parque que ya es municipal) y el uso de subsuelo público para un parking de residentes; el de la avenida de Portugal y, posteriormente, el del parque de Garrido. En esta lista estaba también hacer uno en el paseo de San Antonio.

Aquel proyecto es uno de los grandes deconocidos de los años en los que Salamanca soñó con muchos parkings. Según el plan de movilidad, iba a tener unas 250 plazas y estaría situado a unos 500 metros del que ya se estaba haciendo bajo el patio del colegio de las Esclavas, en el paseo del Rollo.

La ubicación era estratégica, a un paso del paseo de Canalejas, el paso hacia el centro; y a menos de 400 metros de la Gran Vía, aunque con la empinada cuesta de Sancti Spíritus como obstáculo. A pesar de ello, era una opción para una zona en la que no muchos edificios tienen aparcamiento, de hecho, estaba previsto para residentes.

Se licitó su construcción en septiembre de 2009, antes del plan de movilidad, por 6.396.305,11 euros y se adjudicó más de un año después, en diciembre de 2010, a Gestesa Desarrollos Urbanos, S.L por 8,1 millones. Para entonces, en vez de las 250 plazas previstas ya se hablaba de 385 plazas.

Según la previsión del plan, tenía cuatro plantas y era para residentes a los que se les iban a vender las plazas a razón de unos 20.00 euros cada una; y también se reservaba parte de su capacidad para la rotación. El ayuntamiento aportó unos 600.000 euros.

Aquel sistema no terminó de funcionar. A la hora de la verdad, se adjudicaron obras, pero no siempre hubo demanda suficiente de plazas. Los contratos decayeron bien por falta de licitadores o resueltos por mutuo acuerdo al no haberse llegado a un mínimo de plazas reservadas, que es lo que estuvo a punto de pasar con Garrido y lo que acabó con el de San Antonio.

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