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Arsa, una de las perras de la unidad canina de la Guardia Civil, en la sierra de Béjar. José Manuel García

Los perros que buscaron a Marta del Castillo intentan localizar al montañero desaparecido en Béjar

La unidad canina especializada en hallar cadáveres se empleó por primera vez en la búsqueda de la joven desaparecida

Laura Linacero

Salamanca

Viernes, 14 de abril 2023, 20:46

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Se dice de ellos que son el mejor amigo del hombre, pero en casos como este, es también el mejor compañero que tienen los agentes de la Guardia Civil. Se trata de la unidad canina que se creó a raíz de la búsqueda de Marta del Castillo para tratar de localizar a la joven sevillana. En la actualidad, cuenta con seis ejemplares de perros cadavéricos adiestrados para encontrar cuerpos a una distancia importante y en condiciones adversas. Precisamente, el caso del montañero desaparecido en la sierra de Béjar cumple con estas características y por ello han contado durante dos días con la presencia de estos 'agentes especiales' para tratar de descartar zonas y centrarse en un objetivo.

La unidad fue creada en 2007 y en la actualidad cuenta con seis perros de los cuáles cuatro han estado en la sierra de Béjar. Se trata de un equipo especialmente solicitado para este tipo de rescates y es que, como asegura José Carlos Monfort, de la Unidad Cinológica Central de Madrid, «la mayoría tienen muchos positivos». Cuentan con una experiencia de hallazgos importante que avalan esta práctica. «Este verano hemos tenido varios positivos en montaña, y el año pasado en la avalancha del Puerto de San Isidro mi perra encontró al operario de la máquina quitanieves a siete metros bajo la nieve», asegura.

Su perra responde al nombre de Arsa y es la más veterana de la unidad. Trece años de la mano de José Carlos Monfort y varios éxitos después, es clave dentro de la unidad canina. Para alcanzar ese número de casos positivos, el entrenamiento es esencial y una constante que los guías de la Guardia Civil mantienen para intentar que cada operativo sea concluyente. A través de un convenio con el Centro de Donación de Cadáveres de la Universidad Complutense de Madrid, entrenan a estos animales con los cuerpos. «Los escondemos en el monte y al día siguiente vamos a buscarlos con el perro», apunta.

El olfato es el arma más sofisticado de esta unidad y de ello se nutren. «El perro tiene que tener asociado el olor de la persona viva. Nosotros en los entrenamos con toda la gama de olores que experimenta un cuerpo durante la putrefacción», explica. Cuanto más tiempo pase, el olor se va perdiendo, por ello, los primeros meses son esenciales. «Hay una etapa en la que el cuerpo huele mucho, pero cuanto más tiempo vaya pasando más cerca tiene que pasar el perro para identificarlo», añade Monfort.

«Nunca nos hemos dejado ningún cuerpo por donde hemos pasado»

José Carlos Monfort

Unidad Cinológica Central de Madrid

En este caso, aún trabajan con plazos óptimos para encontrar el cuerpo: «no ha pasado mucho tiempo, y ha hecho frío». En base a experiencias anteriores, confían en que la presencia de esta unidad sea definitiva para encontrar a José Antonio Martínez y aclara que «nunca nos hemos dejado ningún cuerpo por donde hemos pasado, si pasamos por él, el perro lo va a marcar».

El terreno, un tablero de ajedrez

Esta discriminación es clave en el operativo porque permite descartar muchas zonas e ir limpiando áreas. «Es como encontrar una aguja en un pajar: hasta que no limpias todo el pajar, no das con la aguja», explica el Guardia Civil. La complejidad del terreno y la extensión del espacio dificulta el proceso y José Carlos Monfort asegura que ese es el gran 'handicap'. «Es un terreno muy malo porque puedes pasar al lado y no lo ves, por eso es tan importante que los perros lo peinen todo porque ellos sí pueden olerlo aunque tardaríamos un año en tener todo esto limpio».

Como un perro de caza, «una vez dan con el olor, siguen el rastro hasta el final». Para conseguir que lleguen a ese olor, el aire juega también un papel fundamental porque «les permite que llegue el olor desde más distancia». Ahora, como si de un tablero de ajedrez se tratase, la unidad canina peina la sierra de Béjar con la esperanza de que uno de los perros marque un lugar concreto. Tiempo y paciencia definen el trabajo de esta especialidad porque, por el momento, de ese tablero de ajedrez ficticio, Monfort asegura que «hemos hecho como mucho un cuadrado»

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