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La historia de Salamanca está trufada de numerosas anécdotas y personajes que en algunos casos han perdurado en el tiempo y el imaginario colectivo y en otros se han casi olvidado. Un ejemplo claro son los personajes que protagonizan la primera novela de Agustín Rivas 'La pesadilla de Unamuno. Vida y andanzas de Diego Martín Veloz». Un personaje este último muchísimo menos conocido que el 'rector perpetuo' de la Universidad de Salamanca, pero del que fue coetáneo y que de alguna forma marcó la actividad política de Unamuno y se dejó notar en la sociedad y la política salmantina de principios del siglo XX.
Agustín Rivas es salmantino pero lleva viviendo en Marbella, donde desarrolla su labor como abogado en el Ayuntamiento de la localidad malagueña, desde hace más de 20 años, «una ciudad en la que haya una importante colonia salmantina y siempre la ha habido» asegura.
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Antonio Paniagua
Hablando con él se hace evidente su admiración por Salamanca. «Salamanca ha tenido influencia en muchos sitios. Podría decirse que fue donde nació el derecho internacional. También fue una ciudad muy importante en la época de la guerra y la preguerra, aquí estuvo el primer cuartel general de Franco. Parece mentira que con las dimensiones que tiene Salamanca, pudo tener tanta influencia en aquellos años».
-¿La obra está ambientada en Salamanca y se desarrolla en el tiempo desde la Guerra de Cuba a la Guerra Civil. Porque eligió Salamanca para situar este historia?
-Martín Veloz nació en Cuba y era un nacionalista español muy patriota, pese a ser cubano. Y Unamuno también era muy patriota. Lo que hago es aprovechar ese patriotismo para dar dos visiones muy diferentes de aquellos años y la historia se ambienta en Salamanca por que cuando Martín Veloz vuelve de la Guerra de Cuba llega a la Armuña salmantina. Y bueno, la relación de Unamuno con Salamanca la conocemos todos.
-¿De dónde le llega la historia de Martín Veloz y cómo ha sido el trabajo de documentación sobre estos dos personajes?
-Recordé lo que me contaba mi abuelo sobre Diego Martín Veloz. Era un personaje que cuando hablaba de él le generaba casi pánico. Pensé que era un historia que merecía ser contada y me puse a ello. El trabajo de investigación ha sido bastante interesante y duro, porque aunque se trata de una novela, prácticamente todos los acontecimientos que se narran en el libro son reales. Me he basado en testimonios escritos de gente que trató con él y de su labor como político, pero también de testimonios orales.
-¿Cómo fue su relación con Unamuno?
La influencia de Martín Veloz en la Salamanca de principios de siglo XX se ha olvidado a pesar de que convivió con Miguel de Unamuno y eran contrarios, antagónicos. Si uno lee las descripciones que hacía Unamuno sobre Martín Veloz y viceversa eran bestiales. Martín Veloz llegó a ponerle de nombre Unamuno a un burro semental que tenía, al que mató de sobresfuerzo cubriendo a las burras. Sin embargo, al final fueron un ejemplo de confraternidad, porque cuando Unamuno se encontraba en sus peores momentos uno de los pocos que iba a visitarle era él, e incluso llegaron a hacerse amigos. Fue una de las personas que estuvo en su casa el día que murió.
-¿Cómo era Martín Veloz?
Era todo un personaje. Fue el primero en sacar una pistola en el Congreso y lo hizo para amenazar a otro diputado salmantino, Juan Mirat, que se salvó porque se interpuso Indalecio Prieto, que ya las había tenido con él antes. Y mira si se le tenía miedo a Martín Veloz en Salamanca que se pusieron de acuerdo todos, los industriales, los obreros, la Universidad, y el resto de los partidos de todos los colores políticos, para que no saliese de diputado, pero al final salió. Su época de matón fue anterior a su irrupción en la política. Pero imagínate hasta que punto de tensión pudo llegar con sus actitudes y mensajes, para poner a toda una ciudad de acuerdo de que había que quitarlo de en medio. Y no lo consiguieron.
Durante Guerra de Cuba conoció y tuvo contacto con importantes militares como Primo de Rivera, Queipo de Llano, el general Silvestre... En una España militarista como aquella eso era muy importante, porque esa gente eran sus amigos, sus aliados, lo que le convertía en una persona influyente.
-¿Qué hay de acontecimiento real y que licencias te has permitido para crear esta historia?
-Como ya he dicho, todos los hechos históricos y acontecimientos que se narran en el libro son reales. Me he permitido alguna licencia en diálogos, en algunas descripciones. Pero realmente todo lo que se cuenta ha sucedido. Esa es la esencia de un buen narrador. El saber conjugar lo que es la realidad con lo que es ficción. Por ejemplo, en el libro, Martín Veloz habla de lo que sintió la primera vez que entró en el Congreso de los Diputados, y yo no he estado nunca en el Congreso. Es el poder de la fantasía y la imaginación.
Además, lo narro en primera persona y en el lenguaje de aquella época porque quiero que el lector se meta de lleno en lo que era aquella España de principios del siglo XX y lo que era Salamanca en concreto, que era tremenda. Nos quejamos ahora, pero entonces había los mismos problemas o peores. A nivel de pandemias enfermedades y desgracias, de polarización política, que entonces acabó en una guerra civil.
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-En aquella época la polarización política y social era también muy grande. ¿La relación entre Martín Veloz y Unamuno era una muestra?
-Evidentemente. Es un ejemplo de aquella polarización que acabó como acabó, que es también la de ahora. Unamuno, que era un entusiasta de la República. Pero decía en una entrevista que se temía que los partidos, el sistema de partidos, podría cargase la República. El no entendía algunas cosas de los partidos, como la disciplina o las estrategias. Se consideraba en sí mismo un partido y defendía el papel de la persona como tal, con su trayectoria y conocimiento, en la democracia y en la política, algo que hemos perdido y en lo que coincidían los dos.
-¿Qué lecciones podrían sacarse de aquella España de principios del siglo XX?
-Muchas. Es verdad que aquella era una España muy contradictoria. Al lado de grandes intelectuales había un analfabetismo tremendo. Ahora las armas no se manejan como entonces, que en el caso de este personaje, era a diario. Esas diferencias y esa polarización llevaron a lo que llevaron. La sociedad actual es muy diferente pero la polarización va creciendo y deberíamos sacar muchas conclusiones. Y sobre todo desde los partidos políticos. Entonces, igual que ahora, la gente confiaba cada vez menos en los partidos políticos, y por extensión, en la democracia. Se debería confiar mucho más en las personas y en lo que representa. La gente no entiende para que hay tantos políticos. Si la lógica de los partidos impone una disciplina y unas directrices, no hacen falta tantos cientos de políticos.
-¿Cómo espera que se reciba su obra en Salamanca?
-Yo creo que los salmantinos deberían acercarse a esta novela teniendo en cuenta que es historia de Salamanca. Además, aprenderían mucho de lo que ha significado Salamanca en el pasado y de lo que podría significar en el futuro. Aunque seamos una pequeña mota de polvo hemos tenido mucha trascendencia nacional e internacional y eso debería servirnos para construir nuestro futuro con orgullo.
Agustín Rivas asegura que lo primero que hay que hacer para escribir una novela, además de tener una idea, es trabajar, porque las musas llegan cuando estás trabajando, investigando… «Y si eres sensible, sabrás plasmarlo en una historia».
Rivas afirma que no le ha resultado «especialmente difícil escribir la novela. Tardé ocho o nueve meses. Fue rodado porque siempre salía lago de donde tirar del hilo para contar la historia y lo que ocurría en el país en esa época».
La portada del libro también ha sido realizada por un artista salmantino Roger y es muy interesante porque reduce y explica con un simple impacto lo que es la novela. Representa a la República con los tres colores de la bandera, que sale dispara con tres impactos de bala sobre un pajarito de papel, que era la afición de Miguel de Unamuno, la papiroflexia.
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