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El edificio que albergó durante años uno de los bares musicales más recordados por los salmantinos, el Birdland, languidece en estos momentos totalmente cerrado y con algunos síntomas de abandono que han empezado a hacer presa en su aspecto. El inmueble, obra de un reputado arquitecto y protegido en el catálogo municipal, lleva tiempo clausurado y sin actividad y ha cumplido su primer siglo en un momento delicado.
La voz de alarma la ha vuelto a dar Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio con una publicación en la que detallan algunos desperfectos que sufre el edificio en cuestión, que ha pasado al imaginario popular como el del 'Birland'. El famoso bar y cafetería, conocido por la música en directo y su especialidad en jazz, cerró hace años, aunque después se instaló allí otra empresa que transformó el lugar en gastrobar.
Sin embargo, ahora mismo está completamente cerrado, no sólo el portal principal, sino los locales que albergaba en sus bajos. Durante años hubo allí una tienda de chucherías y después se instaló una inmobiliaria.
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El cierre completo es una mala noticia para la conservación del edificio, que presenta ya algunos deterioros. Además de la pérdida de material en la fachada también se aprecia algún cristal roto. Algo preocupante porque se trata de un edificio muy singular, de arquitecto renombrado y protegido por las normas locales de patrimonio.
El inmueble está datado en 1918 y ya ha cumplido más de un siglo. Es de estilo neoplateresco y obra de Santiago Madrigal, afamado arquitecto salmantino y uno de los más prolíficos, con obra de principios del siglo XX repartida por toda la ciudad y en diferentes estilos. Es de propiedad privada y se ha dedicado a hostelería y comercio.
El edificio, de 328 m2 construidos en total según información catastral, consta de tres alturas, planta baja y dos pisos. Destaca por su característico mirador de esquina que era uno de los lugares más deseados para tomarse una copa, y la profusa decoración con frisos, medallones o flameros, elementos delicados en cuanto a conservación.
Hace, además, una función de bienvenida a la zona histórica de Salamanca porque, aunque es único en su estilo en la calle Azafranal, la Gran Vía y la presencia de construcciones racionalistas y art-dèco en la cercana plaza de Santa Eulalia anticipan la entrada en una zona rica en patrimonio arquitectónico.
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