Los vecinos de Comuneros se cansan de los baches y reclaman asfaltado y mejora de aceras
La presidenta de la asociación vecinal Los Comuneros-Alto del Rollo lamenta que no hay relevo para ocupar la presidencia de este colectivo, que está muy agradecido con el Ayuntamiento
Cuando cambiaron más de un kilómetro de las viejas tuberías de fibrocemento del barrio de Comuneros en las calles Lugo y Pontevedra, entre otras, la calzada quedó llena de cicatrices de cemento. Han pasado los años, y los vecinos reclaman una capa de asfalto para terminar adecuadamente esta necesaria intervención.
Tanto en esas como en otras vías de la zona, como La Paloma, Tarragona y la calle del Ángel, incluso en la propia avenida de Comuneros, los residentes también piden una renovación de las aceras, levantadas y rotas en muchos puntos.
Del mismo modo han solicitado al Ayuntamiento de Salamanca la reforma de la calle Maestro Correas, deteriorada y con unas luminarias obsoletas que se funden con asiduidad, según detalla la presidenta de la asociación de vecinos Los Comuneros-Alto del Rollo, Marisa Martín.
La representante vecinal apunta que de nuevo han recibido quejas sobre la falta de cuidados de la vegetación plantada en el talud situado junto a la valla de RENFE, junto a la calle Peñaranda, y el estado de suciedad junto a la tapia. Hace tiempo que el Consistorio contestó que no es de su competencia, que ese espacio es de RENFE, y la entidad ferroviaria no da una respuesta a los escritos que le han enviado. Se trata de una zona muy transitada y por ello se repiten las críticas a su estado.
Un parque desaprovechado
Marisa Martín considera que el parque de Isidro García Barrado está bastante desaprovechado, con demasiado pavimento y zonas infantiles de juego muy pequeñas. También tiene pocos bancos. De hecho, hace poco tuvo que solicitar la instalación de un banco «porque los señores mayores se tenían que poner al sol contra una pared, pero la concejala les ha puesto tres y le he dicho que venga porque quieren darle las gracias. Estamos muy agradecidos al Ayuntamiento porque siempre nos atienden enseguida y es de bien nacidos ser agradecidos», afirma.
En cambio, un espacio en el que no quiere que vuelva a haber bancos es la zona ajardinada junto al túnel de la Radio. Esperaba que al eliminarlos se marcharan de allí los «indigentes» que suelen estar en esa zona. «Pero ahora se sientan en el suelo, en la arena», se queja. A su juicio, estas personas se pelean entre ellos e incomodan con su presencia a otros viandantes. «Desde la asociación estamos en contacto con la Policía para que controlen el barrio», afirma.
El colectivo vecinal también sigue preocupado por la casa de apuestas de Comuneros que opera sin contar con autorización. Además, en este caso saben que el malestar es compartido por las familias y profesores de los institutos Fernando de Rojas y Venancio Blanco, que ven en los alumnos de estos centros un blanco fácil para reclamos como las ofertas de pincho con cerveza que pueden atraerles hasta las salas de juego. «Ahora la están arreglando y no sabemos qué suponen estos cambios», apunta Marisa Martín.
Aunque las viviendas sociales construidas en la zona han traído gente joven y niños al barrio, una gran parte de su población está cada vez más envejecida. Y no todos los inmuebles ofrecen a estas personas la calidad de vida que necesitan. En esta línea, Los Comuneros-Alto del Rollo quiere ayudar a los vecinos de las viviendas de la calle Colombia conocidas como «la pajarera» a tramitar la rehabilitación de los inmuebles y valorar la posibilidad de instalar ascensores a través de los fondos Next Generation.
Descenso de socios y actividades
Las 23 actividades que ofrecía el colectivo vecinal y en las que participaban más de 700 vecinos antes de 2020 han resultado notablemente reducidas tras la pandemia. En estos años han perdido más de un centenar de socios por fallecimientos o porque se han ido a vivir a residencias. Además, ha aumentado la oferta de actividades en el Centro Municipal Integrado de la plaza de Trujillo, que cuenta con mucho más espacio que la sede de la asociación. Pero la presidenta no pierde la esperanza de una recuperación «a ver si el próximo curso viene más gente, aunque el miedo es libre», lamenta.
Además, reconoce que la demanda actual es muy diferente de la de años atrás. «Ya no tenemos ni costura, ni cocina, entre otras cosas porque no tenemos salida extractora de humos y no podemos poner una cocina».
La junta directiva de Los Comuneros-Alto del Rollo está formada por 13 personas «pero la mayoría con edades superiores a los 67 años y problemas de salud». Eso supone muchas dificultades de funcionamiento y para realizar los trámites burocráticos por vía digital como se exige ahora. Por ello tienen que pedir ayuda «a un compañero de FECISA».
Marisa Martín entró como vicepresidenta de la asociación en 1991 y lleva en la presidencia desde 1995. Cuando siente ganas de retirarse o cuando hay una asamblea y se habla de renovar la directiva no salen candidatos. «La gente pregunta cuánto pagan y les digo que lo mismo que yo: nada, porque esto es una labor desinteresada», concluye.