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José Antonio Rodríguez Vega, apodado '«el Mataviejas» Af
El asesino en serie al que dieron muerte en Salamanca
Crónica Negra Salmantina

El asesino en serie al que dieron muerte en Salamanca

El conocido como «Mataviejas» fue condenado a 440 años de prisión por el asesinato de doce ancianas: dos presos le dieron muerte en Topas

María Rivas

Sábado, 17 de diciembre 2022, 13:11

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Entre agosto de 1987 y abril de 1988 la ciudad de Santander contaba con un asesino en serie entre sus vecinos. Las víctimas, todas ellas ancianas cuyas edades se comprendían desde los sesenta años hasta los noventa y tres, fallecieron a manos del que pasaría a la historia como «el Mataviejas».

El padre del periodismo de sucesos en España, Paco Pérez Abellán, aseguraba que las ancianas son una fijación sexual para un tipo muy determinado de delincuente, que disfruta haciéndoles daño y matándolas y este fue el caso del Mataviejas. Fue uno de los juicios con jurado celebrado en Salamanca: así funcionan.

Los antecedentes

La carrera criminal de José Rodríguez Vega, un individuo de carácter agresivo e irascible, comenzó cuando este ni siquiera alcanzaba los treinta años.

Sospechoso de ser «el violador de la vespa» y de haber agredido sexualmente a apróximadamente una docena de mujeres, pues nunca se llegó a conocer la cifra real, fue condenado en 1978 a diecisiete años en la prisión de Ocaña, aunque solo llegó a cumplir ocho.

Su buen comportamiento en la cárcel, sumado al perdón que logró por parte de todas sus víctimas excepto de una, hizo que su condena se redujera notablemente.

En 1987, ya fuera de prisión, sus vecinos hablaban del buen comportamiento de Rodríguez Vega y es que, a todas luces, parecía que se había reinsertado en la sociedad.

Sin embargo, meses después de su salida de prisión, comenzó a cometer los crímenes que harían de él uno de los nombres más conocidos de nuestra crónica negra.

Modus Operandi

José Rodríguez localizaba a sus víctimas, todas ellas ancianas solitarias, y las embaucaba ofreciéndoles servicios como albañil, fontanero o, simplemente, recadero. Adulaba y ayudaba a sus víctimas, lo que permitía que estas confiasen en él.

Al terminar las obras, «el Mataviejas» acudía de nuevo a los domicilios de las ancianas con la excusa de festejar los buenos resultados de sus servicios. Comenzaba, entonces, la perpetración del crimen.

Inicialmente se insinuaba sexualmente a sus víctimas, siendo rechazado en la mayoría de ocasiones. Ante la negativa obtenida como respuesta, se abalanzaba sobre ellas y les tapaba la boca y la nariz, asfixiándolas. Trataba, a su vez, de penetrarlas y si no lo lograba, procedía a cometer actos de necrofilia.

Los primeros asesinatos se caracterizaron por la ausencia de pruebas en la escena del crimen, sin embargo, a medida que iba adquiriendo confianza y seguridad a la hora de llevar a cabo los hechos, comenzó a dejar rastros de su presencia, incluyendo restos biológicos.

Los cadáveres, cuando eran hallados, no presentaban señal alguna de violencia y el edema pulmonar que presentaban se achacaba como causa de muerte natural.

Sin embargo, el incremento de fallecimientos en mujeres del mismo espectro de edad hizo que se disparasen las sospechas y comenzaran las investigaciones policiales pertinentes, las cuales acabarían con la detención del Mataviejas el 19 de mayo de 1988.

Cuando los agentes procedieron al registro domiciliario de la casa del detenido, hallaron las pruebas que sentenciaron la culpabilidad de José Rodríguez Vega.

El asesino tenía su habitación decorada con recuerdos que había sustraído de los domicilios de sus víctimas: dentaduras, fotografías, prendas de ropa e, incluso, un rosario.

Acorralado por las evidencias, el Mataviejas no tardó en confesar. José Rodríguez Vega fue condenado a 440 años por el asesinato de doce ancianas.

El asesino

Rodríguez Vega (Santander, 1957) profería un profundo odio hacia su madre por quien, además, se sentía sexualmente atraído.

El germen de aquel odio tuvo su origen el día en el que la progenitora de José le echó de casa tras tirar por las escaleras a su padre, quien por aquel entonces iba en silla de ruedas.

La carrera criminal del Mataviejas comenzó con la agresión sexual de numerosas mujeres, delito que se prolongaría hasta el 17 de octubre de 1978, siendo entonces condenado a 27 años de prisión. Al salir de la prisión, comenzó su cacería.

«Yo no me sentía atraído por las ancianas, era una venganza hacia mi familia, ha sido una venganza hacia mi madre. Al no matarla a ella pues, mira… Está el amor y el odio hacia la maternidad y lo respetas ¿Cómo vas a matar a tu madre, que es la que te ha raído al mundo?» declaraba para un programa de Telemadrid.

Durante los catorce años que estuvo en prisión cumpliendo condena por los asesinatos, «El Mataviejas» recurrió constantemente al argumento de que su juicio no había sido justo, ya que las valoraciones psiquiátricas le habían apuntado como un psicópata y un peligro para la sociedad de manera errónea.

Sin embargo, de todos los resultados existentes y recopilados en las valoraciones, Rodríguez Vega estaba de acuerdo en una de las afirmaciones que se recogían en ellas: lo que le motivaba a cometer los crímenes era el odio irracional y enfermizo que le profesaba a su madre.

González Valle a su entrada en el juicio por el asesinato del Mataviejas J.M.García

El asesinato en Salamanca del «Mataviejas»

Después de cumplir los 14 años de sentencia en diez cárceles diferentes, el Mataviejas fue trasladado desde la cárcel de Dueñas hasta el centro penitenciario salmantino de Topas. Corría, por entonces, el 22 de octubre de 2002.

Rodríguez Vega acostumbraba a presumir de sus crímenes frente a otros reclusos jurando, además, venganza contra aquellos que le habían metido en la cárcel.

El veinticuatro de octubre, dos días después de su llegada a Topas, «El Mataviejas» fue brutalmente asesinado por otros dos presos, González del Valle y Rodriguez Obelleiro.

Armados con un objeto afilado que pretendía ser un cuchillo, le asestaron a Rodríguez Vega un total de 113 puñaladas.

Los verdugos del Mataviejas fueron condenados a trece años de prisión, que fueron sumados a las condenas que ya cumplían, sin embargo, poco después, fueron anuladas.

El móvil del crimen fue motivo de controversia y nunca se llegó a esclarecer. González del Valle entró en la sala del juicio gritando, orgulloso y pletórico «¡He matado al Mataviejas!».

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