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Dicen que una boda sale otra y en el periodismo perfectamente se podría aplicar a un reportaje; de uno siempre sale otro. Hace unas semanas, Salamancahoy recorrió parte de la comarca de Vitigudino para conocer el día a día en el mundo rural con los curas con más parroquias de Salamanca. Ellos -José Antonio y Paco- ven como cae la población, la falta de sanitarios, el cierre de comercios o el cambio del hogar a la residencia. Tampoco están exentos de cotilleos y nos hicieron llegar uno en forma de buena noticia: una familia de Austria acababa de comprar una casa en Carrasco. Utilizan la palabra «alpargatas» y conocen más pueblos de Salamanca que cualquier joven capitalino.
¿Cómo es posible? Carrasco cuenta, según el último censo ofrecido por el Instituto Nacional de Estadística (INE), con 17 habitantes censados. Se sitúa dentro de Sanchón de la Rivera y forma parte de la comarca de Vitigudino. «Creo que no somos tantos», ríe Florián mientras se toma un café en la calle Azafranal. Está acompañado por su hijo más pequeño y su mujer. Ellos están aprendiendo español, aunque él puede comunicarse con fluidez. «Solo me cuesta entender a mis vecinos en el pueblo a veces», lamenta. Todos sabemos que el léxico 'pueblerino' es único.
El comienzo de la historia
Todo empieza unas décadas atrás, momento en el que Florián decide estudiar un año de su carrera universitaria -Filología Hispánica- en la ciudad de Salamanca. De aquel momento recuerda calles, bares, anécdotas, incluso tiendas hoy desaparecidas; pero nada sobre la provincia charra.
Se empapa de la capital y tal admiración es transmitida tanto a su mujer como a sus posteriores hijos, quienes todos los veranos acaban visitando España. A veces con parada en Salamanca y otras no, pero viajando por lugares desconocidos en muchos casos fuera de las fronteras nacionales y que sobrepasan cualquier cliché guiri de toros, playa, paella y fiesta.
Además, Florián es profesor de español y siempre y cuando los padres puedan permitírselo organiza excursiones a Salamanca, en las que trata de transmitir todo lo bueno de Salamanca -capital y provincia-.
Enamorado del mundo rural
Sus palabras transmiten gusto por el mundo rural de nuestro país, paz y calma, aquello que busca cada vez que llega a Carrasco. ¿Pero cómo llego a este municipio? Gastronomía. Una de sus compañeras de colegio le dijo que si apadrinaba un árbol, además de la labor social realiza, le enviarían de vez en cuando alimentos propios de la tierra. El aceite, el embutido o el queso nunca faltan en la despensa de la familia.
Así apadrinó un olivo y poco después estaba analizando la provincia; sus casas, sus aguas, su dehesa... se enamoró. Y si... «¿Y si compramos una casa?» La pregunta parece descabellada, pero su mujer lo cuenta con tanta naturalidad que se llega a ver como algo normal. Abrieron Idealista y la búsqueda comenzó.
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El final ya es conocido, pero la casa precisaba de una gran reforma que dos años después continúa. Sin prisa pero sin pausa, ya pueden pasar allí sus vacaciones de verano o invierno e incluso en otoño. «El año pasado me tomé un año sabático para poder venir», reconoce el protagonista, quien muestra una foto. «Lo primero que hice fue instalar una estufa y cortar leña para poder venir siempre», añade.
«Ahora llegan las vacaciones y sabes que tienes una casa a la que ir y desde donde viajamos. Para mí es algo muy positivo. Sé que siempre puedo volver a Carrasco. Queda trabajo por hacer, pero no me desborda. Es una de las cosas que siempre quiero hacer. Yo ahora vuelvo a mi casa, no estoy una semana en un hotel. Desde Carrasco visitamos muchos lugares, realizamos muchas actividades, visitamos... y tenemos tranquilidad, no hay ruido y nos encanta», explican.
La novedad del pueblo
«Ahora mismo estamos en el punto medio entre ser turistas y ser vecinos del pueblo, pero no tenemos prisa, queremos que siga todo nuevo para nosotros», reconoce el austríaco, quien también considera que han tenido «suerte» con la población de Carrasco. «Hay gente que viene de Madrid, otros que vienen de Bilbao, de Barcelona... nosotros venimos de Austria».
El idioma no es una barrera. Los vecinos se acercan con frecuencia a su casa para darles hortalizas o frutas cultivadas en el huerto. También les ayudan a plantar, a tratar la tierra o con labores para la mejora de la casa.
«Es muy divertido. Comentan todo lo que hacemos y valoran cómo va creciendo la casa. Hace unas semanas un vecino me trajo madera y otro vecino vino enseguida para ayudarme a partir el tronco. Cualquier trabajo se hace en compañía», cuenta.
«Nos gustaría comprar todas las casas posibles»
«Cuando visitamos un pueblo siempre miramos las casas, solo para imaginar, y si pudiéramos... La primera vez que vine a la provincia me quedé en shock de la cantidad de casas vacías y muchas de ellas en ruinas. Es triste, me he tenido que acostumbrar a esta situación», apunta su mujer, Verena.
«El futuro, desde mi punto de vista, es incierto. La zona tiene muy poca gente y muy mayor. Es bastante triste», completa su marido.
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No todo es un camino de rosas. Si de algo se pueden quejar es de las comunicaciones que Salamanca tiene con el resto de países, entre provincias o incluso con Madrid, por no decir de la red interna en la provincia. Siempre que vienen optan por coger un coche de alquiler, llegando al aeropuerto o de Oporto o de Madrid; en ocasiones, optan por hacer el viaje en coche parando dos noches a dormir en el camino o incluso más y así aprovechar para conocer otras ciudades. También han llegado a elegir el tren, recorriendo Francia y entrando en España por el País Vasco, para acabar en Salamanca y coger un autobús hasta Vitigudino.
Las dificultades se acrecientan cuando viene uno solo. «Cuando vine yo no podía alquilar un coche, por lo que utilicé el autobús, tardé mucho. También para ir a Vitigudino o desde Vitigudino para ir a Salamanca. Al final, si no tienes transporte en estos municipios no puedes hacer nada. Igualmente, entre los vecinos se ayudan y nos ayudan. Ellos están satisfechos», finaliza.
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