Salamanca en la historia: el castro de Utrera, Mozárbez
Resulta imposible afirmar con exactitud cómo esta guerra, la «francesada» pudo afectar a la estructura y a los aledaños del lugar
Faustino Andrés Martín
Salamanca
Sábado, 13 de mayo 2023, 14:10
El afán de escribir puede surgir de una tarde de primavera en una atmósfera estimulante, tranquila, alegre, descontando los ruidos de las zonas periféricas. Observando a unos niños dándole patadas a un balón o simplemente captando el vuelo de cualquier ave por asumir un punto de vista sensible al pensamiento. Comienzas la marcha tranquilamente, mirando los intricados senderos que irradian las hormigas, se sentirán laboriosas pero ajenas a su seguridad. A la par unas alondras se hacen ver a lo largo del camino, son habitualmente recalcitrantes, parecer conocerte; posan, revierten el vuelo y se van. Es la realidad de la naturaleza, donde no pueden faltar depredadores como el milano y el águila culebrera. Estos, varían notablemente, suelen irrumpir sigilosos en el aire, siempre con los deseos atávicos de tomar la presa cuando ha salido del letargo invernal
La otra cara del asunto está al hecho de satisfacer el aroma que siempre tienen las plantas en primavera. Nacen y crecen en el denominado monte bajo junto al carrasco y las encinas. Me inclino por la abulaga, el tomillo y otros arbustos de buen-hacer como el romero y el hinojo.
En lo sucesivo, la guía básica está destinada a contestar a la siguiente pregunta, ¿ cómo podríamos sugerir lo que puede girar alrededor de los vestigios arqueológicos? Bueno, la arqueología es una ciencia que valora el sentido de los materiales. Así cada yacimiento tiene sus propias características aunque existen unos principios reguladores que dan lugar a interpretar el comportamiento humano a través de los tiempos.
Simplemente, en mi opinión, lo más factible en este caso concreto, es comprobar la cultura que rodea a las poblaciones prerromanas. En principio, vamos a resaltar los elementos de un núcleo defensivo donde la altitud y los restos de muralla junto a los macizos de las rocas, preconizan dos aspectos: las enhiestas paredes orientadas al sur mitigaban las fuerzas de los vientos y, por otra parte, ayudaban a que las condiciones climáticas fueran favorecidas por el patriarcado del dios-sol. Luego, con la vista puesta en el entorno llegas a la conclusión que, efectivamente, el hecho de poseer el soporte del paisaje adehesado, algo importante y valorado; a la vez de tierra para cultivar, disfrutar de la caza y el agua, ya eran eran suficientes medios para la supervivencia.
En general, en la Edad de Hierro las invasiones de los pueblos del norte de Europa, como en el caso del pueblo celta, buscan librarse de las inclemencias del frío. Tampoco deben olvidarse ciertas virtudes que atesoraban: la libertad e independencia, la fidelidad a sus mujeres y, no sé si por ficción o vídeo juego, un atractivo físico: albinos con barba y melena bien poblada. Al remate, será por ley de vida, el afán casamentero por hombres y mujeres ibéricas y buscar los innegables frutos del amor, total en poco tiempo parte de la península era celtíbera.
Ahora ya, por necesidades de la narración, nos enmarcamos en los principios del siglo XIX, fechas que atestiguan los avatares relacionados estrechamente con el período de la «francesada,» título más bien vulgar que señala la invasión de España por las tropas de Napoleón. De manera que a medida que avanzaba la contienda, la batalla de Arapiles tuvo sus efectos y significó un duro golpe para el ejercicio francés. Así por decirlo de una forma fácil: implicó ciertos cambios. Por lo que sabemos, pasados unos dos meses y medio, quedó establecida una concentración de hombres y armamento en los límites de Mozárbez con el objetivo de obstaculizar la posible retirada de las huestes de Wellington. En cuanto al sistema de defensa que pretendió hacerse, debería tener en cuenta los altos de Utrera y el Modorro ( levantado para este fin) como sitios concebidos para colocar la artillería, lógicamente los lugares fundamentales para controlar la rutas de regreso. Finalmente, tales preparativos no sirvieron para la realización de la acción; pues, de nuevo, triunfó la estrategia del inglés, siguió sus objetivos hacia el norte dejando en ascuas las intenciones militares que se habían preparado sobre tales posiciones. Fracasando una vez más el arduo empeño de vencer a Wellington.
Con todo, resulta imposible afirmar con exactitud cómo esta guerra pudo afectar a la estructura y a los aledaños del lugar. Los estudios posteriores dejaron constancia, aunque de forma breve, el claro significado religioso que poseía el cementerio y la ermita en honor a la Virgen de Utrera. Sucedió incluso la creación de una placita de toros, que suponía asimismo el beneficio de reunir las condiciones festivas y tradicionales, llegada la celebración de la romería.
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