Los pueblos de Salamanca de los que nadie se quiere ir
Frente a la despoblación y la migración de los municipios a las ciudades, existen localidades en la provincia donde conviven los vecinos de toda la vida
Se habla de la despoblación, de la España Vaciada, de los pueblos que ven solitarias sus calles. Se habla de quienes se van a buscar un futuro prometedor. Se habla de quienes ya no vuelven a sus raíces porque, probablemente, lo hayan encontrado. En un panorama desolador donde los pueblos de Salamanca se vacían, hay aún quien apuesta por ellos. Quien quiere morir donde nació y quien ha hecho de sus calles, su hogar y de sus vecinos, su familia. En la provincia de Salamanca, hay una treintena de municipios donde ente el 60% y el 75% de sus habitantes residen en la localidad donde nacieron.
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Son pueblos pequeños, con pocos habitantes y mayormente envejecidos. Aquellos donde los vecinos saben a qué hora pasará el panadero para ir a recoger su pan o donde los bancos son el centro social donde mantener una conversación o el bar, en el mejor de los casos, la rutina para echar la partida. Y aún faltando tantas cosas, lo tienen todo, porque la mayoría de su población ha decidido quedarse.
Tres ejemplos definen esta realidad. En Beleña, el 91% de la población no ha nacido en la localidad. De los 256 habitantes que registra el Instituto Nacional de Estadística, tan sólo 22 llevan toda la vida en la localidad. En la capital, hay una balanza equilibrada: se igualan los que decidieron asentarse en Salamanca de otras municipios, otras provincias, comunidades o países que los que nacieron en la ciudad y aún residen en ella. Y en el otro extremo, Navalmorales, donde la mayoría de los habitantes que pueblan el municipio nacieron allí.
Hay pueblos que no se llenan con sus vecinos natales pero sí lo hacen con aquellos vecinos adoptados que ven su localidad como una oportunidad de vida. Es el caso de Tabera de Abajo, donde el 73% de la población han nacido en otro municipio de la provincia de Salamanca pero, sin embargo, se han asentado en esta localidad. En Fuentes de Oñoro -en la frontera con Portugal-, el 43% de la población residente procede de otro país y sólo el 27% han nacido en el propio municipio.
En los grandes municipios cercanos a la capital, como Santa Marta de Tormes, Cabrerizos, Aldeatejada o Carbajosa de la Sagrada, la tendencia mayoritaria es que los vecinos del municipio provengan de otras localidades de la provincia o de la misma capital. En el caso de Santa Marta, el 53% de la población se encuentra en esta situación, en Cabrerizos sube ligeramente el porcentaje al 55%, Aldeatejada aumenta hasta el 59% de los casos y en Carbajosa de la Sagrada, se trata del 51%.
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Unos datos que reflejan una menor fidelidad residencial puesto que la mayoría de los vecinos no proceden del propio municipio sino que se han asentado en esas zonas por la cercanía a la capital en un entorno más relajado y en auge.
La capital, mitad y mitad
En el caso de la capital, el arraigo se presenta en un 50% de los casos. La mitad de la población empadronada en Salamanca ha nacido aquí y, probablemente, haya vivido en la ciudad charra toda la vida. Una fidelidad residencial que no se ha visto interrumpida por condiciones socioeconómicas y que ha encontrado en Salamanca todos las posibilidades para desarrollar aquí su futuro.
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Un futuro que otros -la mitad concretamente- tratan de encontrar y por ello, se desplazan a Salamanca para proyectar un futuro más prometedor. Un 17,9% de la población que ahora llena las calles de la capital proceden de otro municipio de la provincia, en un 7,2% de los casos, vienen desde otra provincia dentro de la propia comunidad y un 11% se traslada desde otra comunidad. El 13,3% restante corresponde a la población extranjera que ha crecido un 126% en las últimas décadas.
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