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Varios alumnos atienden las explicaciones de un experto.

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Varios alumnos atienden las explicaciones de un experto. Álex López

El Herbario de la Universidad: 176.000 plantas secas al servicio de la investigación científica

La USAL cuenta con una colección de gran relevancia de la que comparte sus registros en el GBIF, la mayor red mundial de información de Biodiversidad

Ana Carlos

Salamanca

Domingo, 21 de abril 2024, 13:48

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Debidamente secas, prensadas, etiquetadas y ordenadas, más de 176.000 plantas descansan en el Herbario de la Universidad de Salamanca. Francisco Javier Hernández García es el conservador de esta colección científica y cuando habla de ella lo hace con el cariño que un padre habla de sus hijos. No revela si algún pliego contiene una planta más especial que el resto. Todas tienen su valor y el estético no es el primordial.

Desde hace casi 27 años se ocupa de que todo este material se mantenga en las mejores condiciones para que no sean pasto de hongos ni insectos. Para ello se controlan minuciosamente la temperatura y la humedad de las dos salas en las que se guarda. Entre 20 y 25 grados y una humedad entre el 40% y el 60% como máximo.

Además, antes de almacenar cualquier material que haya estado en el exterior, se somete a una congelación intensa. Pasan entre 48 y 72 horas a temperaturas entre los 18 y los 20 grados bajo cero. Pero si se trata de plantas tropicales o subtropicales las mantiene en el congelador un mínimo de 15 días.

Antiguamente Javier usaba bolsas de celofán en las que metía dos bolas de naftalina (ahora prohibida por su toxicidad) en cada caja de herbario. La última vez que lo hizo, hace más de 18 años, necesitó unos 50 kilos.

Las plantas se colocan en camisas, piezas formadas por una cartulina y un papel de cebolla, con su etiqueta informativa, formando pliegos. Los pliegos de una misma especie se organizan en carpetas, y esas carpetas a su vez se colocan en cajas.

Cada caja puede pesar seis o siete kilos de media y se guardan en distintos bloques de enormes armarios de tres metros de altura. Cada armario doble pesa vacío unos 1.300 lulos y puede contener hasta 270 caben en cada bloque. El peso total de todos esos elementos es tal que el suelo está reforzado para garantizar su seguridad.

Una colección en aumento

Además de los pliegos de plantas vasculares, el herbario custodia muestras de hongos, de briófitos (hepáticas y musgos) y un biobanco de ADN (esto último en el edificio de I+D+I). Los fondos de esta colección están en aumento. Esto se produce fundamentalmente por tres vías: la donación, intercambio y la recolección.

En sus más de 26 años como conservador, Javier había registrado hasta ahora solo dos donaciones de unos 5.000 pliegos. Sin embargo, entre los meses de febrero y marzo todo ha cambiado de forma extraordinaria. Han llegado a acuerdos por los que pronto recibirán 3.000 pliegos procedentes de un particular y entre 7.000 y 8.000 de la Sociedad Micológica Salmantina Lazarillo. Además, recientemente ha fallecido un botánico que realizó en la Facultad de Biología de la USAL tanto la carrera como la tesis y su colección de 14.000 pliegos también va a ser depositada en el Herbario.

El segundo método es el intercambio. Del mismo modo que los niños hacen con sus cromos, la USAL intercambia con otras entidades. Para ello, cuando tienen en mente intercambios, cuando salen a recolectar plantas, cogen más ejemplares para cubrir esas necesidades (un original y copias). Los intercambios pueden ser bilaterales, entre dos instituciones, o multilaterales, entre varias. Así, si son en total diez entidades, cogen ese número de ejemplares. Si han enviado 10 por 10, al final reciben un centenar.

Hace unos años había un intercambio que se centralizaba en Holanda. Se hacía cada dos años y allí intercambiaban unos 2.400 pliegos cada dos años. Con ese tipo de intercambios han logrado tener plantas de 113 países.

Por ello Javier explica que «entrar en un herbario es viajar un poco en el tiempo y en el espacio, porque vas a poder consultar ejemplares que se han recolectado en territorios a veces muy alejados unos de otros y en épocas muy diversas».

Recolección y conservación

La otra forma de incrementar los fondos, la habitual y la que más fondos genera, es la recolección. Para ello se hace un filtro geográfico para decidir dónde se va a ir, y un filtro taxonómico, es decir, decidir si se va a ir a hacer un inventario y coger de todo, o si simplemente se van a centrar en una familia, género o especie.

Todo el proceso se hace con un protocolo muy estricto para saber en todo momento quién recoge qué plantas y dónde y poder adjuntar posteriormente toda la información estandarizada requerida para las etiquetas.

Pero no solo eso, recolectar significa que después tienen que prensar y secar cuidadosa pero rápidamente el material, para lo que se sigue un método bastante artesanal a base de prensas de madera, papeles y cartones, aplicando un calor no excesivo para no dañar las plantas.

Tras ese proceso y de pasar por el congelador, los investigadores deben proceder a estudiar e identificar el material, con ayuda de bibliografía especializada. Entre esas colecciones bibliográficas de referencia está Flora Ibérica. Esta obra se desarrolló desde principio de los años 80 hasta justo después de la pandemia. Y el Herbario de la Usal ha sido uno de los herbarios básicos que ha servido para su elaboración. En total contribuyeron a ella 12 herbarios de España, junto a los de Coimbra y Ginebra.

Todos los datos se almacenan en bases de datos, se generan las etiquetas y llega el momento en el que Javier tiene que almacenar el material. Para ello lo coloca con sus etiquetas en las correspondientes camisas.

Con el volumen de material que maneja y siendo el único encargado de este proceso, no puede pegarlas, coserlas o fijarlas como se hace en otros herbarios. Pero de todas formas, las deja colocadas y finalmente las añade al herbario en el lugar que le corresponde.

Siete meses de trabajo para reordenar los pliegos

«Para que un herbario se mantenga vivo tiene que estar en continua revisión», indica el conservador. y eso se consigue a través del préstamo a investigadores. Actualmente los préstamos físicos se están reduciendo porque con los datos escaneados y las etiquetas suele ser suficiente para el estudio.

Cuando esto se produce un préstamo, el investigador que recibe el material se compromete a devolver el material en 6 meses (cosa que pocos cumplen), Además lo va a revisar y le va a añadir una etiqueta de revisión en la que confirmará la información de clasificación de la planta de la etiqueta original, o en caso contrario, dirá de qué planta cree que se trata.

Para que el Herbario cumpla su función y pueda ser consultado con rapidez, todo tiene que estar escrupulosamente organizado y ordenado de forma que pueda ser sacado o devuelto a su lugar con facilidad.

Javier ha dedicado siete meses a reordenar todos los pliegos de las dos salas del Herbario porque había cajas que excedían su capacidad y eso impedía su manejo. Para ello han tenido que adquirir 500 nuevas cajas de herbario, con un coste de 13.000 euros. Además ha tenido que renovar la cartelería, que todavía considera provisional porque quiere hacerla plastificada para que dure más.

Fusión de los herbarios de Biología y Farmacia

El Herbario de la USAL surge de la fusión de los de las facultades de Biología y de Farmacia y su interés no radica en su antigüedad. Se conserva algún pliego del año 1898, pero no es una colección histórica. Su valor se debe a que, como se ha citado, fue uno de los herbarios básicos para Flora Ibérica y además son socios fundadores y activos de la asociación de Herbarios Ibero-Maraconésicos.

Pero sobre todo sobre todo es importante porque son proveedores de datos de biodiversidad en GBIF, la Infraestructura Mundial sobre Información de Biodiversidad, una plataforma de acceso libre y gratuito por internet. En el portal nacional cuenta con 57 millones de registros, en el internacional unos 2.700 millones de seres vivos.

El Herbario tiene volcados en GBIF alrededor de 145.000 registros. Hasta final de año o principios de 2025 esperan alcanzar los 180.000. Una información muy valiosa para que los investigadores del mundo entero puedan acceder a ella y de este modo seguir generando conocimiento.

Y como los fondos no dejan de crecer, Javier no tiene descanso. A pesar de ello, sacó hueco para hacer una visita guiada organizada por la Biblioteca de Biología y mostrar a los alumnos todos los entresijos de este tesoro de biodiversidad, poco conocido en la ciudad, pero con gran proyección internacional.

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