Borrar
Presentación a los medios del libro 'El infierno penal de los homosexuales durante el franquismo'. usal
Un libro aborda el periodo en el que ser homosexual fue delito y un «peligro» en España

Un libro aborda el periodo en el que ser homosexual fue delito y un «peligro» en España

Editado por la USAL, el libro publica los 83 expedientes que sirven para analizar y recuperar en profundidad la historia de la Colonia Agrícola Penitenciaria de Tefía

Viernes, 21 de octubre 2022

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Ediciones Universidad de Salamanca acaba de publicar el libro 'El infierno penal de los homosexuales durante el franquismo', una obra que aborda y publica como anexo documental los 83 expedientes que sirven para analizar y recuperar en profundidad la historia de la Colonia Agrícola Penitenciaria de Tefía, en Tenerife. El volumen forma parte de la colección Estudios Jurídicos, colección que en 2022 se ha acreditado con el sello de calidad en edición académica CEA-APQ, avalado por ANECA y FECYT.

En la presentación a los medios estuvieron presentes Ana Martín Suárez, vicerrectora de Ciencias de la Salud y Asuntos Sociales; Lorenzo M. Bujosa-Vadell, director de la 'Colección Estudios Jurídicos' a la que pertenece el volumen y presidente del Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal; y Guillermo Portilla Contreras, catedrático de Derecho Penal en la Universidad de Jaén y coordinador de la obra.

Posteriormente, la Facultad de Derecho acogió la presentación académica de la obra en un acto que contó con las intervenciones de Ignacio Berdugo, catedrático de Derecho Penal y prologuista del libro, y del profesor de Derecho Penal de la USAL Julio Fernández García, la filóloga y criminóloga Gloria S. de Castro Pietro y la abogada y criminóloga Cristina Ventura Alameda, autores de alguno de sus capítulos.

La obra se sitúa en el periodo franquista y concretamente, a partir del 15 de julio de 1954 cuando la homosexualidad se tipifico como delito , para 'evitar': «La producción de hechos que ofenden la sana moral de nuestro país por el agravio que causan al tradicional acervo de buenas costumbres, fielmente mantenido en la sociedad española».

Según esta Ley, el homosexual, por su condición, suponía un peligro contaminante para la moral sexual colectiva. La homosexualidad queda recogida expresamente como un «estado peligroso» al que había que imponerle medidas de seguridad, privativas de libertad (internamiento en cárcel, colonia agrícola o instituciones de corrección) y no privativas de libertad (prohibición de residir en determinada localidad o sumisión a vigilancia de delegados), cuyo cumplimiento era sucesivo, no simultáneo.

A partir del estudio de los expedientes de peligrosidad conservados en el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas de Gran Canaria, un grupo de expertos aborda la Ley y el marco normativo, las sentencias, los informes de los peritos y las terapias aplicadas, los relatos y los datos relativos a las condenas.

Colonias Agrícolas Penitenciarias

El Derecho penal fue la herramienta de la que se sirvió el Régimen, que recurrió a prisiones comunes, campos de concentración y diversas colonias agrícolas para encerrar a los homosexuales. Las colonias agrícolas penitenciarias eran un campo de concentración más, ubicadas en una zona desértica; y la finalidad de su creación era «la conversión de una zona desértica en terreno apto para el cultivo».

En España entre otros centros se sabe de la prisión central de mujeres de Alcalá de Henares; la central de Guadalajara; la casa de trabajo la de Alcalá de Henares; la del Puerto de Santa María; un campo de concentración, con aplicación de trabajos industriales y agrícolas, en los terrenos contiguos a la Prisión central de Burgos. De todos ellos, el más importante fue la Colonia Agrícola Penitenciaria para el tratamiento de vagos y maleantes, esencialmente, homosexuales, de Tefía. Se creó por orden de 15 de enero de 1954 del Ministerio de Justicia, en las instalaciones cedidas a este fin por el Ministerio del Aire, y fue suprimida el 21 de julio de 1966.

Los datos sobre la Colonia de Tefía se guardan en 189 expedientes de los internos conservados en el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas. De entre ellos, 83 corresponden a homosexuales, y constituyen el material exhaustivamente estudiado que sirve de base a los estudios de este libro (un resumen de cada expediente se ofrece en el capítulo final).

En base al estudio de los expedientes de peligrosidad homosexual conservados en el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas de Gran Canaria, cinco expertos en diversas materias abordan el lenguaje utilizado (a los homosexuales se les llamaba 'invertidos', 'afeminados' y se les insultaba con vocablos tales como 'sirvienta' o 'freganchín' por trabajar en prostíbulos); la Ley y el marco normativo; las sentencias, los informes —médicos, psiquiátrico— de los peritos y las terapias aplicadas; los relatos y todos los datos relativos a sus condenas. De ese examen se concluye el castigo físico y el trato humillante al que fueron sistemáticamente sometidos, así como el menosprecio con el que los trató la «ciencia», que valiéndose de teorías médicas, psiquiátricas y biológicas desarrolló un discurso clínico sobre el origen de la homosexualidad masculina y la interpretó como proceso desviado, tal y como reflejan los informes forenses que legitimaron la condena de los Tribunales Especiales de Vagos y Maleantes.

Como ha hecho notar el penalista y antiguo rector de la Universidad de Salamanca, Ignacio Berdugo Gómez de la Torre, prologuista del libro: 'Analizar la utilización de la colonia agrícola penitenciaria de Tefía es recuperar la historia, algo que un país debe asumir y no olvidar, pues ignorar o negar los hechos, por duros y reprobables que hayan sido, no supone que no se hayan producido'.

Testimonios

El libro recoge testimonio de algunos presos que estuvieron internados en la Colonia Agrícola Penitenciaria de Tefía:

«Perdona tú también dice mi voz interna. Y en verdad he perdonado, pero no sé olvidarlo. Mi yo profundo no me lo permite. Cree que es resignación. Los que han silenciado su existencia, después de aquel mal trago, ¿son ahora más felices? Ojalá. Me alegraría por ellos, pero no es cierto. Es miedo. Ni olvido ni perdón. Sólo miedo. Yo conozco muy bien ese fantasma desde antes de ingresar en el campo de concentración de Tefía. Lo palpé en los calabozos de la Dirección General de Seguridad, durante los interrogatorios tras mis primeras detenciones, después de unas redadas que eran auténticas cacerías de animales. Las bestias cuando eran llevadas en camiones camino del matadero eran mejor tratadas que nosotros. Más de una vez se me ha erizado la piel cuando me he tropezado con uno de esos vehículos hacinados de animales. Hay en sus miradas un susto, un pavor, una súplica…, que es mía, y que me hace sentirme consentidor de ese atropello. Sé que es difícil de comprender, pero es lo que me sucede. Es un espanto con el que empecé a convivir tras mi ingreso en la Prisión Provincial de Las Palmas. No sufrí en la prisión las vejaciones que pasé en el campo de Tefía, pero los malos tratos eran constantes. Fue allí donde conocí el miedo. Un temor sin rostro que llenaba el ambiente de zozobra. Una alarma que se respiraba de la mañana a la noche y que terminaba filtrándose en los sueños. [El infierno penal de los homosexuales durante el franquismo, pág. 64, nota 55]».

«Pasé hambre, miseria, llanto, sufrimiento y mucho más, porque allí nos daban una comida al día y nos tenían haciendo trabajos forzados de sol a sol, sobre todo cargando agua de un pozo y llenando bidones con agua salobre, que era la que nos daban de beber. Yo creo que la gente conoce más los campos de concentración nazis, pero en Canarias teníamos Tefía y yo creo que era igual que Auschwitz. Aquellos funcionarios eran peores que las hienas. Nos maltrataban, nos obligaban a ponernos firmes y a cantar el Cara al Sol con el brazo firme, y los días de ducha, por supuesto, eran de agua fría y muy de vez en cuando cortaban el agua cuando nos estábamos enjabonando y obligarnos a quedarnos así. Nos daban escaldones de gofio con cebollas y sin aceite o chicharros llenos de gorgojos o batatas enraizadas. Recuerdo que un buen amigo que hice allí y que se llamaba Manuel Santana entró con 84 kilos y salió pensando poco más de 50. Creo que si realmente allí no murió nadie fue porque el plazo máximo de estancia era de tres años» [El infierno penal de los homosexuales durante el franquismo, pág. 65, nota 57]

Autores

El coordinador de la obra es Guillermo Portilla Contreras (Málaga, 1956), catedrático de Derecho Penal en la Universidad de Jaén. Entre sus líneas de investigación destacan la protección penal de las garantías constitucionales del ciudadano frente a la razón de Estado; las teorías sociológicas y filosóficas que más han influido en el Derecho penal contemporáneo; y especialmente, en los últimos años, el estudio de la represión penal del primer franquismo, del que acaba de publicar: El Derecho penal bajo la dictadura franquista. Bases ideológicas y protagonistas.

Participan también Gloria S. de Castro Prieto (filóloga y criminóloga), Julio Fernández García (Derecho Penal, Universidad de Salamanca); Juan M. Terradillos (catedrático de Derecho Penal, Universidad de Cádiz) y Cristina Ventura Alameda (abogada).

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios