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El último informe de la Asociación Española de la Industria y el Comercio del sector del Animal de Compañía de 2024 refleja que el 49% de las personas de España conviven con animales domésticos. Una cifra en armonía con la popularidad de las mascotas en los hogares europeos, que alcanza ya a los 129 y 106 millones de gatos y perros.
Entre las patologías que estos mamíferos pueden cursar a lo largo de su vida, la comunidad científica observa con atención la expansión de la enfermedad del gusano del corazón (dirofilariosis cardiopulmonar) hacia los países del norte de Europa, así como el aumento de su prevalencia en España, fruto del aumento de las temperaturas y del número de mosquitos vectores transmisores de esta enfermedad parasitaria.
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Rodrigo Morchón García, profesor del Área de Parasitología, dirige en la Universidad de Salamanca el Grupo de Investigación 'Enfermedades Zoonósicas y Una Sola Salud'. Uno de los dos únicos equipos en España que investiga en profundidad esta enfermedad endémica en los países del Mediterráneo, causada por el nematodo Dirofilaria immitis y que provoca lesiones graves e irreversibles en las arterias pulmonares de los animales afectados. Trasmitida por un tipo determinado de mosquitos, se considera asimismo zoonosis debido a que este parásito puede transferirse al humano tras la picadura de un mosquito vector.
El profesor del Área de Parasitología describe la dirofilariosis a Comunicación USAL como una patología «cosmopolita y de distribución mundial». Además, dado que se transmite mediante la picadura del mosquito, «deben existir unas condiciones climáticas óptimas, caracterizadas por humedad y temperatura elevadas, donde el insecto transmisor se desarrolle adecuadamente», detalla.
No obstante, ya ha sido descrita en regiones en donde no había constancia de ella, por lo que se la considera emergente y en expansión en Europa. Al respecto, Morchón señala que «los científicos estamos viendo que se describe la presencia de este parásito en zonas que previamente se consideraban libres de la enfermedad con mayor frecuencia, y cada vez más al norte del continente».
En España, se encuentra principalmente por zonas del sur de la Península Ibérica y periferias de ríos y zonas de regadío, como la ribera del Tormes o el delta del Ebro, aunque cada vez se describe más hacia el norte peninsular. También está presente en las Islas Baleares y Canarias, donde, en estas últimas, la incidencia se sitúa entre las más altas del país.
En este contexto, el equipo de científicos del Estudio salmantino centró su última investigación en la dirofilariosis como zoonosis emergente en Castilla y León, un trabajo que le ha reportado a Morchón el «III Premio de Investigación Albéitar Francisco de la Reyna» en reconocimiento al esfuerzo e innovación en el campo de la investigación veterinaria.
Ejecutado en colaboración con Alberto Montoya, de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria, el estudio ofrece un amplio espectro de datos en cuanto a la actual prevalencia de la enfermedad en los perros y gatos de la Comunidad Autónoma, acompañado de un completo y detallado mapa de riesgo de infección para D. immitis en el territorio de cada provincia.
Gracias a ello, los investigadores de la USAL han podido constatar que «el 23,5% del territorio de Castilla y León está en riesgo de transmisión elevado de dirofilariosis y que el 6,22% de los canes y el 7,23% de los gatos de la Región están infectados».
Uno de los elementos destacados del estudio de la USAL es la elaboración de un mapa de riesgo de infección para D. immitis en el ámbito geográfico de Castilla y León, que refleja, en gama de colores, los distintos valores del riesgo potencial de transmisión de la zoonosis.
Concretamente, establece cinco intervalos de valores, según los cuales, el 23,5% del territorio estaría en el superior, lo que implicaría un riesgo de transmisión elevado; el 38,8% se ubicaría en el segundo intervalo, lo que supone un riesgo medio-alto; el 17.8% en el tercer intervalo con riesgo medio-bajo; y el 5,3% estaría en el cuarto e indicaría un bajo riesgo, siendo muy bajo en el 14,6%.
Sobre esto, el aumento de la temperatura ha hecho que «aumente el número de mosquitos culícidos, transmisores de esta enfermedad, así como la aparición de especies exóticas no descritas con anterioridad, como el mosquito tigre, principalmente en las regiones de la meseta peninsular con áreas de regadío y en la cuenca de los grandes ríos, llevando consigo un aumento de la incidencia en estas zonas», explica.
Un aspecto al que habría que añadir «la expansión de las zonas urbanizables con propietarios con una o varias mascotas, el número de viajeros con mascotas y el transporte de mercancías, que hacen que los vectores y mascotas estén en constante movimiento y contribuyan a la expansión de la enfermedad».
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