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El 28 de octubre de 2021, un vecindario encolerizado se agolpó a las puertas del edificio en el que residía de alquiler Almeida. Muchos le increpaban y querían lincharle. Miguel Herreros
Las claves del crimen que marcó a Lardero

Las claves del crimen que marcó a Lardero

508 días después, Almeida cambiará este lunes la celda por la sala 13 de la Audiencia para rendir cuentas por un asesinato que puso en el mapa de la crónica negra a un barrio en el que nunca pasaba nada

Carmen Nevot

Logroño

Domingo, 19 de marzo 2023, 19:03

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Son cerca de las 20.30 horas y Álex juega con sus amigos y su hermano pequeño en el parque Entre Ríos, situado en un tranquilo barrio residencial de Lardero. Sus padres están a unos metros, en el merendero de unos amigos, celebrando Halloween. El pequeño está disfrazado de la niña del exorcista con una peluca de color caoba, una túnica blanca y la cara pintada. Un hombre 'raro' que ya había despertado recelos en el vecindario se dirige al menor y le pide que le ayude a cuidar un perrito que tiene en casa. Pese a que le dan terror, le convence con engaños y mientras él sube en ascensor hasta su apartamento, en el 3B del número 5 de la calle Río Linares, a unos 50 metros del parque, el niño, obediente, lo hace por las escaleras.

Mientras tanto, en el parque, los padres han perdido de vista al crío. Sin que apenas medien unos minutos, llaman al SOS-112, y preguntan desesperadamente en el bar Chester, situado en una esquina de la plaza, si alguien le ha visto. De inmediato, varias patrullas de la Policía Local y de la Guardia Civil llegan a la zona y el amplio despliegue policial despierta la alarma entre los vecinos de un barrio joven en el que nunca ocurre nada. La angustia se adueña de la familia y una pequeña avisa de que el mismo hombre de mediana edad que semanas antes había intentado engañarla para que fuera a su casa, se había llevado a Álex. La niña, de 11 años, señala dónde vive el individuo.

Los agentes corren al inmueble, pero es tarde, lo encuentran en el rellano de su casa con el niño ya fallecido. Le hacen una primera reanimación pero no tiene pulso. Un vecino le había descubierto segundos antes mientras esperaba el ascensor con el niño en sus brazos. Según el fiscal, intentaba bajar al garaje, meter el cuerpo en su coche y deshacerse de él. El hombre le dijo: «Se me ha desmayado en casa y he intentado reanimarle».

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Fuera del edificio, los vecinos se agolpan en la calle con los ánimos encendidos y los primeros detalles sobre el amplísimo historial criminal corren como la pólvora de WhatsApp en WhatsApp. «¿Quién es ese monstruo?». Es Francisco Javier Almeida López de Castro, un asesino y agresor sexual reincidente que había salido de la cárcel en libertad condicional el 8 de abril del 2020, después de 21 años, 7 meses y 13 días encerrado entre el penal de Logroño y el cántabro de El Dueso. ¿Su delito? Haber agredido sexualmente y después matado a Carmen López, una joven empleada de una inmobiliaria con la que había quedado para que le enseñara un piso en Logroño el 17 de agosto de 1998. A algunos parroquianos, en un desliz, ya les había confesado que había estado en la cárcel por matar a una mujer.

Los ánimos de los vecinos se caldean. Sobre todo porque días antes habían avisado a la Policía de la actitud sospechosa de ese hombre que merodeaba por el parque y que, en más de una ocasión, según señalan los testigos, había tratado de engatusar a otros pequeños de la zona. Cientos de personas esperan la salida de Almeida y una multitud enfervorizada quiere linchar al «asesino». No entienden por qué nadie les ha avisado de que entre ellos vive «un monstruo» ni por qué no se le hacía un seguimiento.

Nada más cometerse el crimen, las primeras trazas del pasado delictivo de Almeida corrieron como la pólvora por WhatsApp

A las 23.30 horas la Guardia Civil se lleva a Almeida en una patrulla que sale del garaje del edificio por la calle Río Molinos hasta los calabozos de la comandancia, en la calle Duques de Nájera de Logroño.

Han transcurrido tres horas que marcarán un antes y un después en un barrio que, como en el resto del país, se cuestiona un sistema que ha fallado estrepitosamente. Almeida ni estaba reinsertado ni nada que se le parezca.

Al día siguiente, el 29 de octubre, se supo que la mayoría de la Junta de Tratamiento de El Dueso se había opuesto a la progresión al tercer grado de Francisco Javier Almeida y decidió mantenerlo en segundo grado. Recurrió la decisión a Instituciones Penitenciarias, que en febrero del año 2020 resolvió que finalmente podía disfrutar del tercer grado. El organismo tomó esta determinación en función del tiempo de condena transcurrido, del buen comportamiento del reo en prisión y del hecho de que de 2013 a 2020 había disfrutado de 39 permisos penitenciarios sin ningún incidente. Días después, la concesión del tercer grado llegó al Congreso de los Diputados, donde el ministro del Interior defendió la actuación institucional.

Al día siguiente del asesinato, los medios de comunicación colonizaron un parque en el que ya no había niños

En la tarde de ese mismo día, la Guardia Civil regresa con Almeida al número 5 de la calle Río Linares para reconstruir los hechos y de nuevo la presencia policial y el movimiento de los agentes tras los cristales del 3B alertan a los vecinos de que algo se está cociendo en el lugar del crimen. Quieren linchar al presunto asesino que ni veinticuatro horas antes había puesto en el mapa nacional de la crónica negra a este tranquilo barrio. Lardero, un pueblo con el alma hecha jirones, estaba en boca de todos.

También entonces se empiezan a conocer los motes del presunto asesino de Álex, Mortadelo, el Sordo, Pachi, y que, además de los 30 años de cárcel por el crimen de la Inmobiliaria, Almeida había sido condenado en 1990 a siete por agredir sexualmente a una niña de 13 años. Él tenía 22.

El día 30 los medios de comunicación de todo el país colonizan el parque Entre Ríos, pero ya no había niños. Sólo unos pocos, acompañados de sus padres, peregrinan hasta el número 5 de Río Linares para depositar flores y peluches en recuerdo de Álex.

También en el parque, junto a la zona de juegos, se amontonan los ramos de flores que de forma anónima llevan decenas de ciudadanos. A mediodía del último día de octubre, mientras cientos de personas se concentran para arropar a la familia en la misma plaza en la que el pequeño había jugado por última vez, un furgón de la Guardia Civil traslada a Almeida de los calabozos de Duques de Nájera al palacio de Justicia, situado a apenas 600 meros de distancia.

No habían pasado 72 horas desde su detención y la juez del Juzgado de Instrucción número 2 de Logroño le envía a prisión provisional sin fianza. Sobre las 13.30 horas ingresa en el centro penitenciario de Logroño. Los funcionarios le conocen bien. En el interior de la cárcel se mantiene el protocolo covid y cada interno nuevo debe permanecer diez días en cuarentena. No llegaron a cumplirse. El 4 de noviembre es conducido a la prisión segoviana de Perogordo. Desde Instituciones Penitenciarias habían ordenado su traslado para evitar posibles conflictos con otros internos dada la escalada de tensión que había desencadenado el crimen. Dos días más tarde, cientos de personas acuden a dar el último adiós a Álex, en la iglesia de San Pedro Apóstol, en Lardero.

Unas horas después, Lardero, un pueblo con el alma hecha jirones, estaba en boca de todos

Poco más trascendió del presunto criminal hasta que en abril se negó a hablar por tercera vez. La juez le había citado por videoconferencia y Almeida se acogió a su derecho a no declarar. En junio de 2022 regresó a Logroño para escuchar el testimonio de dos pequeñas que le habían visto en el parque la tarde noche en la que ocurrieron los hechos. La juez puso un biombo para evitar que el supuesto asesino viera a las menores. Y en enero de este año, la familia de Álex y la de Carmen López recibió un nuevo varapalo: aunque con más efectos simbólicos que prácticos, la ley del 'sólo sí es sí' obliga a rebajar de diez a ocho años la condena a Almeida por la agresión sexual a la joven empleada de la inmobiliaria a la que después mató.

Las siguientes líneas se empezarán a escribir a partir de este lunes, cuando Francisco Javier Almeida se enfrente desde la sala 13 de la Audiencia a la pena de prisión permanente revisable por asesinato, más 15 años por agresión sexual, delitos que de forma unánime le imputan las tres acusaciones: pública, particular y popular. Seis hombres y tres mujeres, seleccionados el pasado jueves, decidirán su futuro.

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