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juan cano
Sábado, 10 de diciembre 2022, 12:13
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Domingo, 27 de noviembre. Ocho de la tarde. España disputa el segundo encuentro de la fase de grupos del Mundial de Qatar contra Alemania. A esa hora, un grupo de policías vigila a cinco objetivos porque tienen la sospecha de que están preparando un alijo y observan que, aprovechando el partido de fútbol, han intensificado su actividad. «Fue un día crítico porque los vimos muy nerviosos», comenta uno de los investigadores. «Reforzaron las medidas de seguridad con cambios de velocidad, vueltas en las rotondas... Tuvimos que abandonar el seguimiento para que no nos descubrieran». No pueden probarlo, pero los agentes tienen el convencimiento de que ese día pudo haberse cargado la droga en el velero.
Cuatro días después, la embarcación fue interceptada con 56 kilos de éxtasis (MDMA) cuando navegaba hacia Argentina. Puesta en el mercado sudamericano, la mercancía habría alcanzado un valor, como mínimo, de 30 millones de euros. Para los policías del Greco-Costa del Sol (Grupo de Respuesta Especial contra el Crimen Organizado), acostumbrados a tapar los poros de la droga que entra en España, era algo así como el mundo al revés. Una nueva ruta del narco, completamente inédita, para enviar estupefacientes al otro lado del Atlántico. «Hemos cogido muchísimos barcos en sentido contrario, pero nunca así. Tiene toda la lógica: ¿para qué van a volver de vacío? Ellos envían cocaína y las embarcaciones vuelven cargadas con hachís o drogas de diseño, que allí alcanzan precios mucho mayores», comenta un agente especializado en narcóticos.
Los propios tripulantes del velero mostraron su incredulidad cuando, la tarde del 1 de diciembre, los policías del Greco y los funcionarios del Servicio de Vigilancia Aduanera (Dava) los abordaron nada más salir de la bocana del puerto de Tarifa. Como estaban en aguas nacionales, impera la jurisdicción española, que permite el 'derecho de visita'. Los agentes se subieron a la embarcación e identificaron al capitán y al mecánico. Les preguntaron a dónde se dirigían. A Argentina, respondieron. Cuando les ordenaron volver al muelle, obedecieron sin alterarse, aunque uno de ellos soltó: «¿Y esto por qué? De allí para acá tiene sentido, pero de aquí para allá...». A juicio de los investigadores, estaban tranquilos por dos razones: la primera, que la travesía España-Sudamérica no debía dar problemas, porque la vigilancia se centra en la ruta inversa; la segunda, que la droga estaba muy bien escondida e iba a ser difícil localizarla. Y en las dos se equivocaron.
El velero regresó a puerto sobre las cinco de la tarde y el alijo no fue localizado hasta las nueve de la noche. Los agentes encontraron la droga escondida en un doble fondo practicado en la alacena de la cocina con unas planchas metálicas que, durante las vigilancias, vieron cargar en el barco. Con los 56 kilos de MDMA se podrían fabricar entre 800.000 y 1.200.000 comprimidos de éxtasis, aunque la cifra se puede multiplicar exponencialmente si se destina a producir otras sustancias, como por ejemplo tusi (más conocido como cocaína rosa), que actualmente se comercializa con una mezcla muy baja de MDMA (en torno al 2% de la composición) y ketaminas.
En la redada, los policías del Greco arrestaron a los dos tripulantes y a otras tres personas en Marbella que supuestamente habían participado en la logística y en la preparación del velero. La investigación comenzó en torno a uno de ellos, concretamente el capitán del barco, sobre el que ya habían tenido sospechas anteriormente. Hace mes y medio, las autoridades argentinas alertaron de que iba a viajar a España en avión.
El seguimiento les condujo a la embarcación, que había permanecido sin moverse durante años en el puerto de Sotogrande. En los días previos los agentes pudieron observar mucha actividad en torno a ella. Vieron cómo un grupo de personas introducían bultos y unas planchas metálicas al tiempo que tomaban importantes medidas de seguridad. Durante las vigilancias, comprobaron que habían vuelto a pintar el barco recientemente (de tener el casco verde, pasó a ser blanco) e incluso le cambiaron el nombre: de Thorben a Aroha.
Esa maniobra no hizo más que acrecentar las sospechas de los investigadores, que tenían el velero en su radar desde el año 2019, cuando interceptaron en tierra un alijo de 1.500 kilos de cocaína en Marbella. Aunque nunca llegaron a probarlo, tenían información que apuntaba a que la droga había sido transportada en esa embarcación.
El 29 de noviembre, cuando zarpó de Sotogrande, los agentes decidieron seguirla. Vieron que hizo un extraño movimiento y atracó en el muelle de resguardo del puerto de Tarifa, probablemente por alguna avería. Por eso cuando zarpó nuevamente, a las tres y media de la tarde del 1 de diciembre, decidieron abordarla.
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