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Los tratamientos CAR-T, acrónimo del inglés 'Chimeric Antigen Receptor T-Cell', o terapias con receptor de antígeno quimérico, son un tipo de inmunoterapia que se utiliza en la lucha contra el cáncer y que se sustenta en una técnica revolucionaria, la manipulación genética en el laboratorio de los linfocitos T de un paciente para después administrárselos de nuevo en vena con la función de un medicamento. Los resultados de esta nueva tecnología sanitaria son absolutamente revolucionarios. Si hace una década la esperanza de vida de un linfoma podía situarse en el 8% ahora se eleva por encima del 60%.
Hace seis años, el Ministerio de Sanidad puso en marcha el Plan de Abordaje de las Terapias Avanzadas en el Sistema Nacional de Salud y hace cinco llegaron a España las primeras CAR-T, una historia de éxito que, sin embargo, también abre nuevos retos. Las hematólogas Concha Herrera y Margarita Redondo y la presidenta de la Asociación Española de Afectados por Linfoma, Mieloma y Leucemia, Begoña Barragán, reflexionaron sobre estos nuevos tratamientos en la jornada 'Cinco años de CAR-T en España: un proceso en continua evolución', organizada por Colpisa en colaboración con la farmacéutica Gilead.
«Los hematólogos con años de experiencia, como es mi caso, nunca habíamos visto un avance tan importante en el campo de las terapias, ni siquiera lo habíamos soñado. Seis de cada diez pacientes se curan, con supervivencias muy largas y sin enfermedad, un auténtico hito», resalta Concha Herrera, jefa del Servicio de Hematología del Hospital Reina Sofía de Córdoba. Según datos del Ministerio de Sanidad, desde el inicio del plan hasta mayo de este año, 1.406 pacientes de enfermedades oncohematológicas (los cánceres de la sangre), como el linfoma, el mieloma y la leucemia, han sido tratados en España con las terapias CAR-T, que cada vez están disponibles para más enfermedades. «Cuando se aprobó el plan, comenzamos con dos indicaciones, el linfoma difuso de célula grande y la leucemia linfoblástica, y muy pocos centros de referencia», amplía Margarita Redondo, jefa del Servicio de Hematología del Hospital de Navarra.
Desde aquellos inicios, muchas cosas han cambiado para bien: las indicaciones de la CAR-T se han ampliado a más enfermedades y ya son 28 los centros en toda España que pueden aplicar estas terapias. Sin embargo, también quedan desafíos pendientes: la excesiva burocratización del proceso deja por el camino a un 15% de los pacientes, que completan el tratamiento porque su enfermedad progresa antes de recibir los linfomas T manipulados (un paso denominado infusión).
Doble comité
El sistema también se demora para los pacientes de las comunidades que disponen de un comité autonómico propio, ya que sus casos se analizan dos veces, en este comité y tambien en el nacional. Además, los enfermos se enfrentan a problemas logísticos si no viven cerca de un hospital certificado para estos tratamientos, una capacitación que podría extenderse a más centros. Estas ineficiencias ensombrecen los resultados de las terapias CAR-T en España.
El Ministerio de Sanidad se ha comprometido a renovar antes de final de año el Plan de Terapias Avanzadas, una actualización que, según los expertos, debería fijar tres objetivos: más centros, plazos más cortos que permitan actuar precozmente frente a las enfemredades y procesos más ágiles y menos burocráticos.
«Un paciente español parte con 600 días de desventaja respecto a uno alemán a la hora de recibir este tratamiento, y no estamos hablando de una enfermedad crónica, en la que puede haber peor calidad de vida, pero se sobrevive. Aquí tratamos con enfermedades que son cuestión de vida o muerte y en las que no pueden permitirse demoras», argumenta la representante de los pacientes, Begoña Barragán.
Precisamente el modelo de Alemania es un buen espejo en el que podría mirarse España para mejorar la implementación de las terapias CAR-T. «Allí, un paciente accede al tratamiento en cuanto está aprobado por la Agencia Europea del Medicamento. Y ya un año o dos después, el sistema sanitario alemán y las farmacéuticas negociarán el precio. Pero mientras tanto, el paciente ya está recibiendo la terapia que le puede curar», ejemplifica Herrera, que igual que Redondo y Barragán, ve con optimismo el futuro de las CAR-T: «Vamos a lograr grandes mejoras».
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