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En plena sierra de Guadarrama, a casi 2.000 metros de altitud y en un entorno protegido se ubica el manantial que nutre de agua de mineralización muy débil la planta de envasado de Bezoya en Ortigosa de los Montes (Segovia). A simple vista, parecería difícil relacionar ese enclave único en el que comienza el viaje del agua, con las botellas de plástico que lo cierra cuando llegan a manos del consumidor. Pero, tras años de innovación y una firme apuesta por la sostenibilidad, la marca de agua de Pascual ha logrado que todas sus botellas se fabriquen con plástico cien por cien reciclado (rPET).
Estas botellas hechas de otras ya implicaron el pasado año una reducción de 10.300 toneladas de plástico en el proceso, según indican desde la compañía. Una cantidad que equivaldría a 427 millones de botellas de plástico virgen; es decir: todas las que la empresa puso en el mercado -en todos sus formatos- en 2022. «Este año está siendo muy especial para la marca, hemos conseguido llegar a las bodas de oro de Bezoya más renovados y sostenibles que nunca«, explica Juan Luis González, director de Negocio de Bebidas de Pascual, durante una visita a la planta de Ortigosa de los Montes.
Allí se puede comprobar cómo la sostenibilidad no está solo en el proceso de envasado. También en la propia planta, donde el autoconsumo con placas solares fotovoltaicas representa ya más del 10% de la energía eléctrica consumida. «Aumentará porque ahora está en fase de ejecución la instalación de más placas en Ortigosa. El resto de la energía utilizada tiene garantía de origen renovable tanto aquí como en la planta de Trescasas», explican desde la empresa.
Recuerdan, no obstante, que el cien por cien de la energía que se utiliza ya procede de fuentes renovables (entre la que producen y la que compran). Y las dos plantas cuentan, desde el año 2021, con el certificado «Residuo Cero» de AENOR.
Las plantas de Bezoya ya lograron en 2023 una reducción de gases de efecto invernadero del 8,3% respecto al año anterior. Una caída que supera el 24% si se compara con 2018, cuando se inauguró la nueva planta de Ortigosa, que fue adquirida por la compañía en 1974 cuando, tal y como recuerda el actual presidente de Calidad Pascual, Tomás Pascual, el médico recomendó a su beber agua mineral de mineralización muy débil para contrarrestar sus cólicos nefríticos.
Con el hito de fabricar todas sus botellas con otras botellas superado, Bezoya afronta este 50 cumpleaños con el reto de avanzar en sus objetivos verdes. «Hemos ido dando pasos adelante en los últimos años. El uso de plástico 100% reciclado en todas nuestras botellas certificado por AENOR, para potenciar la circularidad de los envases, y la neutralidad en carbono, reduciendo al máximo todas nuestras emisiones y compensando las que la tecnología actual no permita reducir», apunta González.
Para este 2024 se ha lanzado una nueva botella -también cien por cien reciclada- de 1,5 litros que implicará una reducción de un 5% del peso. Y eso se traduce en el recorte de 300 toneladas de plástico reciclado (rPET), «lo que equivale a 12,5 millones de botellas de 1,5 litros al año», añaden en la empresa.
300 toneladas de plástico reciclado
Es la cantidad que Bezoya reducirá con su nuevo envase de 1,5 litros
La movilidad también centrará los trabajos de todo el grupo Calidad Pascual en esta materia. Y es que, una vez las botellas salen de la planta, queda superar el reto del impacto ambiental en su distribución. Aunque queda camino por recorrer, la firma cuenta con varios proyectos como Cargobici en Barcelona, de logística de última milla en zonas urbanas, que prevé expandir en los próximos años por todo el país.
Su nueva flota comercial supera el centenar de vehículos 100% eléctricos y cero emisiones. «La renovación de la flota comercial va a permitir a Pascual reducir sus emisiones de CO2 un 16% cada año respecto a la actual, minimizando así su impacto medioambiental», explican.
Así, y según las previsiones que manejan, Pascual conseguirá reducir sus emisiones de CO2 un 80% por cada nuevo vehículo eléctrico, en comparación con los de la flota actual, «lo que supone un ahorro de más de 311 toneladas de CO2 cada año», indican. Esto equivaldría al ahorro de todo lo que producen 150 vehículos diésel durante un año o realizar 46 veces la vuelta al mundo en coche.
En un mercado como el español donde el agua mineral sigue siendo la bebida más consumida (133 litros por persona al año) Bezoya facturó el pasado año 140 millones de euros, un 20% de las ventas del grupo Calidad Pascual. En total, la compañía cifra su impacto socioeconómico en 187 millones de euros, con la generación de 1.700 puestos de trabajo (directos, indirectos e inducidos) en todo el país.
De momento, la marca de agua de Pascual ha creado 200 empleos directos en sus dos plantas segovianas, con un claro impacto en la propia comunidad rural. Ortigosa del Monte, por ejemplo, ha pasado de apenas 200 habitantes a mediados de los años 70 a cerca de 600 en 2023; mientras que Trescasas ha subido de 350 habitantes en 2003 (cuando abrió su embotelladora) a más de 1.100.
De hecho, más del 80% de los empleados de Bezoya son habitantes de estos dos municipios segovianos y el resto de la plantilla pertenece a localidades del entorno o de otros puntos cercanos de la provincia.
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