Así buscan las ciudades hacer frente a las grandes inundaciones
ODS 11 | Ciudades y comunidades sostenibles ·
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Estos fenómenos meteorológicos extremos cuestan de media 250 millones de euros anualesNecesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Calles anegadas, avenidas que parecen ríos, mobiliario urbano que navega sin rumbo… Y tras la tormenta, barro, enseres inservibles, coches inundados, garajes anegados… Esta es la fotografía de las inundaciones que en estos días se ven en varios puntos de la geografía española y que cada vez lo es más. En las próximas tres décadas, el 75% de las ciudades de todo el mundo experimentarán un cambio dramático de sus condiciones climáticas debido al calentamiento global.
Las predicciones para España apuntan a una modificación del patrón de lluvias, menor frecuencia de precipitación pero más intensidad y fuerza. Esto se traduce en periodos más graves y duraderos de sequías e inundaciones causadas por lluvias torrenciales.
La alteración de estos periodos de precipitaciones supone una grave amenaza para el funcionamiento de las urbes, ya sea de países ricos o pobres y afectarán, especialmente, a aquellas que no estén preparadas para soportar las consecuencias.
Al año, las inundaciones nos cuestan anualmente 250 millones de euros de media, aunque la cifra ha alcanzado los 700 millones en algunos ejercicios. «Nuestros sistemas de alcantarillado no están preparados y están anticuados», señala Jorge Olcina, catedrático de análisis geográfico regional en la Universidad de Alicante. «Cada vez vemos más precipitaciones superiores a 100 litros por metro cuadrado en poco espacio de tiempo y eso no hay infraestructura que lo soporte, aunque en la zona mediterránea ya se está haciendo alguna prueba», apostilla.
En Alicante y a escasos metros de la playa, los colectores de agua pluvial de la ciudad levantina van a parar a un gigantesco parque de 3,67 hectáreas que unas veces hace de zona verde y, otras, cuando llueve se convierte en embalse. «Somos el primer parque inundable de España», explica Amelia Navarro, directora de desarrollo sostenible de Aguas de Alicante.
A casi 11.000 kilómetros y al otro lado del planeta, en Tokio, las autoridades del país han creado un gran almacén subterráneo para almacenar las aguas provenientes de los tifones que azotan el país cada verano. Este sistema comprende 6,4 kilómetros de un gran túnel que conecta cinco pozos gigantes que recogen el agua caída sobre las calles de la capital japonesa para llevarla a un gran tanque de almacenamiento. Es allí donde cuatro turbinas impulsadas por motores a reacción, bombean 200 metros cúbicos o 53.000 litros de agua por segundo 'drenaje masivo' sobre el río Edo.
Las respuestas a las inundaciones provocadas por las grandes lluvias han estado centradas en canalizar el agua a través de infraestructuras grises: tuberías, hormigón, presas, diques. «¿Por qué no verde?», se pregunta Francesca Olivieri, arquitecta y profesora de acondicionamiento ambiental de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). «La clave está en convertir las ciudades en más permeables y hacerlo a través de la naturaleza», detalla la experta.
En los entornos sin urbanizar, la lluvia cae sobre superficies permeables que filtran el agua hacia el interior de la tierra, mientras que el pavimento y el asfalto impiden este proceso natural derivando el agua a las redes de alcantarillado que «no están preparadas para grandes cantidades de agua», recuerda Olcina. «Lo que mejor funciona son los sistemas de drenaje urbano sostenible que sirven para vestir zonas muy impermeables en todo lo contrario», detalla Olivieri.
Estas herramientas son elementos superficiales, preferiblemente vegetados, y previos al sistema de saneamiento que «están destinados a filtrar, retener, transportar, acumular, reutilizar e infiltrar al terreno el agua de lluvia, de forma que no degraden e incluso restauren la calidad del agua que gestionan», señala el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico en su página web. Para ello, el asfalto se sustituye por materiales permeables, capaces de dejar que el agua se filtre al subsuelo. «Hablamos de suelo y también techos», destaca Olivieri. «Además de evitar que se acumule el agua de escorrentía, contribuye a combatir el efecto de isla de calor urbano», señala Adán Sánchez, arquitecto y CEO de The Green Factor.
Las soluciones más utilizadas son los depósitos o tanques de tormenta para almacenar las primeras aguas de lluvia (que son las más contaminadas) y conducirlas posteriormente a estaciones de depuración. «Introducir la vegetación o la naturaleza puede ser costoso», explica la profesora de acondicionamiento ambiental de la UPM. Pero «serán trascendentales para la adaptación de las ciudades al cambio climático», añade.
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