Este martes, la Comisión Europea ha actualizado sus recomendaciones de objetivos climáticos para 2040 con una ambiciosa propuesta que se centra en la reducción de las emisiones netas en un 90% con respecto a las de 1990, tal y como avanzó este periódico. Además, el texto menciona una «eliminación gradual» del carbón, pero no menciona una desaparición total de los combustibles fósiles.
Esta actualización es un paso más allá en los planes de la Unión Europea para la descarbonización del bloque comunitario. La meta para finales de esta década se encuentra en la reducción de las emisiones en «al menos» un 55% y lograr la neutralidad climática para 2050. Estos datos defendidos este martes por los comisarios de Pacto Verde y Acción Climática de la UE, Maros Sefcovic y Wopke Hoekstra, son una recomendación para los Estados del club comunitario y así lograr cumplir con lo pactado en el Acuerdo de París en 2015.
Una tarea complicada debido a las tensiones políticas, pero que, aseguran los propios asesores de la Unión Europea, es necesaria. «Se necesitan más esfuerzos en todos los sectores para lograr los objetivos climáticos de 2030 a 2050», señaló a principios de año el Consejo Asesor del Clima del club comunitario.
Estas recomendaciones recogen las indicaciones de este organismo, aunque es el objetivo de reducción más bajo. El pasado verano, los miembros de este organismo independiente avisaron a las autoridades comunitarias a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de la Unión Europea entre un 90% y un 95% en 2040 en comparación con 1990 para mantener vivo el Acuerdo de París y limitar el calentamiento global del planeta a 1,5 grados sin superar esta cifra.
«La Unión Europea es uno de los mayores contaminadores históricos del mundo, tiene algunas de las emisiones de carbono per cápita más altas, y se ha enriquecido gracias a ello. Por lo tanto, tiene la responsabilidad de abordar la crisis climática más rápidamente de lo que propone la Comisión», señaló Silvia Pastorelli, activista climática de Greenpeace en Bruselas.
«La Unión Europea es uno de los mayores contaminadores históricos del mundo»
Silvia Pastorelli
Activista climática de Greenpeace en Bruselas
El objetivo de recorte propuesto por la Comisión se centra en el objetivo neto, lo que significa que al recorte real de emisiones conseguido por la sustitución o reducción de actividades contaminantes, que son las emisiones brutas, la CE le sumará un porcentaje que representa el carbono que se podría capturar de diferentes formas.
Así, al hacer los cálculos, la propuesta de los dirigentes de la Unión implica que el recorte de emisiones reales estaría, según los ecologistas, en torno al 82% de las emisiones de 1990 en 2040, y para alcanzar el objetivo de reducción neto del 90%, le sumaría la captura y el almacenamiento de carbono.
Dudas de la captura de CO2
Greenpeace, tras analizar el texto, duda del éxito en el cumplimiento de esta meta. «El escenario de evaluación de impacto depende en gran medida de la captura y el almacenamiento de carbono». En concreto, las cifras que maneja la oenegé ambientalista son 240 megatones de dióxido de carbono al año, cinco veces más que lo planteado en el objetivo actual. «Llama mucho la atención», explican. Además, aseguran que «contrastan llamativamente con la realidad, ya que actualmente no hay ningún proyecto de captura de carbono a escala industrial operativo en la UE».
La crítica de las organizaciones ecologistas no se queda ahí. «El elefante en la habitación son los combustibles fósiles». En las negociaciones de la pasada cumbre del clima celebrada en Dubái (Emiratos Árabes Unidos), la Unión Europea era una de las partes más beligerantes con la inclusión de la eliminación total de los combustibles fósiles en el texto final de la COP28.
Las filtraciones mencionan una eliminación gradual del carbón, pero «todavía prevén un papel para los combustibles fósiles en la transición energética», acoplados a tecnologías de captura y almacenamiento de carbono», denuncia Greenpeace. No obstante, los documentos filtrados no especifican los volúmenes que podrían seguir usándose, aunque sí mencionan explícitamente el uso de petróleo en el transporte (por carretera, mar y aire) y de gas fósil en la industria, la construcción y el sector eléctrico.
Además para lograr la descarbonización, la Unión Europea propone una «alianza industrial» para pequeños reactores nucleares modulares, con el objetivo de acelerar su despliegue a principios de la década de 2030, afirmando que esto ayudará a la UE a alcanzar su objetivo climático para 2040.
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