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Noviembre histórico, octubre de récord, septiembre nunca visto, verano más caluroso desde que hay registros. En definitiva, 2023 pasará a la historia como el año más cálido de todos los tiempos y, además, se anotará como uno de los primeros ejercicios en superar la frontera de los 1,5 grados de calentamiento del planeta con respecto a la era preindustrial. Todo estos mensajes son alertas que tanto Naciones Unidas, como el servicio de Cambio Climático de Copernicus, como todo el mundo científico han ido lanzando en los últimos meses. ¿La causa? «El cambio climático acelerado por la actividad humana», repiten. Si echa la mirada hacia atrás, este fenómeno no solo es exclusivo de 2023. «2011-2020 es la década más cálida jamás vista», según la Organización Meteorológica Mundial (WMO en inglés).
Así lo corroboran los datos publicados este martes en la COP28 que se celebra en Dubái. La temperatura media para este decenio fue de 1,1 grados por encima del promedio de 1850-1900. «Cada década desde 1990 ha sido más cálida que la anterior y no vemos ninguna señal inmediata de que esta tendencia se revierta», afirma Petteri Taalas, secretario general de la OMM. Los años más cálidos de este periodo, según los registros del informe, fueron 2016 y 2020. Dos ejercicios «fuertemente impactados por el episodio de El Niño.
El aumento de la temperatura no solo se produjo en tierra, «las olas de calor marinas son cada vez más frecuentes», señala el documento de la OMM. «En cualquier año de esta época, el 60% de la superficie del océano experimentó un episodio de altas temperaturas», alerta el texto.
En los últimos ejercicios, estos episodios son más frecuentes e intensos. Los eventos fuertes, denominados categoría II, son más comunes que los moderados. Aunque lo preocupante se encuentra en los eventos extremos «capaces de alterar ecosistemas enteros» -señalan los investigadores de la OMM- tuvieron un promedio de 0,5 días, «cuando antes era imposible medirlo por ser muy poco normales».
El aumento de las temperaturas también se nota en las zonas más frías del planeta. Las mayores anomalías se produjeron en el Ártico con 2 grados por encima del promedio 1981-2010. «La extensión de hielo marino en esta región continúa su descenso desde hace varias décadas», revela el informe.
El mínimo medio de esta extensión estuvo un 30% por debajo del promedio. El dato medio durante el pasado decenio fue de 4,37 millones de kilómetros cuadrados. Pérdida que no solo se produce en verano, «la disminución fue menos pronunciada, pero aún sustancial en la época de acumulación invernal», explica la Organización Meteorológica Mundial.
Esta fusión no es exclusiva de la región antártica. Groenlandia y la Antártida perdieron un 38% más de hielo entre 2011-2020 que en el periodo anterior. Además, advierte la OMM, que «la pérdida de glaciares no tiene precedentes en los registros modernos».
La última evaluación de estos ecosistemas montañosos basada en 42 glaciares de referencia revela que en el último decenio se produjeron los balances de masa media más bajos de cualquier década observada. Algunos de ellos ya se han derretido.
Con ello, «el nivel del mar se está acelerando». En esta época, el ritmo de aumento anual fue de 4,5 mm, casi el doble del periodo anterior. «Nuestro clima se está volviendo más extremo con un impacto claro y demostrable en el desarrollo socioeconómico», detalla el secretario general de la OMM. «Esto se debe inequívocamente a las emisiones de gases de efecto invernadero», añade.
El promedio de partículas por millón de moléculas de aire seco (ppm) en este último decenio alcanzó las 402 ppm, casi el doble del CO2 atmosférico previo a la era preindustrial. «Esto es principalmente debido a la quema de combustibles fósiles, la deforestación y los cambios en el uso de la tierra», destaca el informe. «Tenemos que reducir las emisiones como prioridad máxima y primordial para salvar el planeta», expone Taalas.
Una asignatura pendiente y que tendrá que ser resuelta en la COP28 de Dubái que se celebra estos días, donde los 196 países que firmaron el Acuerdo de París deben actualizar sus planes de descarbonización. «Muchos países han alcanzado el pico de emisiones o están cercanos a hacerlo», destacaba el Programa de Naciones Unidas para el Medioambiente en su Informe sobre la brecha de emisiones. Sin embargo, la realidad es que año tras año el récord de expulsión a la atmósfera de gases de efecto invernadero sigue rompiendo techos.
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