Borrar
Pescador indonesio en la COP de Bali. AP
COP27: La firma del Protocolo de Kioto: 25 años de «bla, bla, bla»
COP27

La firma del Protocolo de Kioto: 25 años de «bla, bla, bla»

ODS 13 | acción por el clima ·

El objetivo de recorte se cumplió, pero el no apoyo de los países más contaminantes dejó el primer gran acuerdo mundial sobre contaminación en papel mojado

Viernes, 11 de noviembre 2022

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Situada en la parte central de la isla japonesa de Honshu, Heian-kyō cambió su nombre por ciudad capital o Kioto en japonés en el S.XI. Un título que mantuvo hasta que Tokio, ya en el S.XIX, se consolidó como la sede oficial nipona. Sin embargo, esa definición de ciudad capital, pero en importancia, volvió a la antigua Heian-kyō en 1997.

En diciembre de 1997, las delegaciones internacionales de los grandes estados llegaban a Kioto para dar comienzo al tercer periodo de la Conferencia de Partes, la COP3. Cuarto encuentro, si se tiene en cuenta la Cumbre de la Tierra del 92 en Río de Janeiro (Brasil), que finalizó con el primer gran acuerdo de las reuniones por el clima: el Protocolo de Kioto.

El artículo 3 de la declaración final fijaba que «los países más industrializados y contaminantes se asegurarán individual o conjuntamente de que sus emisiones antropógenas agregadas a un nivel inferior en no menos de 5% al de 1990 en el período de compromiso comprendido entre el año 2008 y el 2012».

A pesar de ser firmado en 1997, el Protocolo de Kioto no entró en vigor hasta 2005 por las trabas de los países más desarrollados

Un artículo «jurídico y vinculante» de 28 puntos que no fue cumplido por todos los países. La ambición plasmada aquel 11 de diciembre de 1997, fecha en la que se llegó al acuerdo, quedó diluida con su lento y complicado proceso de aplicación. Las trabas, los obstáculos y las demoras consiguieron que el acuerdo no entrara en vigor hasta 2005.

Imagen de archivo de la COP3 celebrada en Kioto en 1997.
Imagen de archivo de la COP3 celebrada en Kioto en 1997. AFP

En la firma en Japón, los países presentes en Kioto establecieron que el compromiso sería de obligatorio cumplimiento cuando lo ratificasen los países industrializados responsables de, al menos, un 55% de las emisiones de CO2. No fue hasta noviembre de 2004, cuando Rusia aprobó el Protocolo y finalmente entró en vigor. Moscú suplía el no de Estados Unidos que nunca dio el sí definitivo al articulado, porque «no era suficiente».

Terreno inexplorado

Las reticencias de los países más industrializados a asumir el recorte del 5% de sus emisiones no fue la única traba, la medición de los gases de efecto invernadero lanzados a la atmósfera era un terreno inexplorado, ya que no existía la tecnología adecuada ni tampoco se había definido un marco legal adecuado.

En 2012, la COP18 celebrada en Doha prorrogó

Kioto fue el punto de partida, pero la primera reunión de seguimiento del Protocolo no llegó hasta 2005 en Montreal (Canadá) donde se estableció un grupo de trabajo orientado a los acuerdos a tomar para después de 2012, fecha en el que se ponía fin al periodo de vigencia de Kioto. Tras Canadá, llegó Bali, Copenhague y Cancún, cumbres que sirvieron para establecer la hoja de ruta post-Kioto que llegó en Doha (2012) donde se amplió el Protocolo hasta 2020.

Emisiones cuesta arriba

Por primera vez en la historia, la COP3 de Kioto ponía nombre a los gases más dañinos en el planeta. Dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N2O), hidrofluorocarbonos (HFC), perfluorocarbonos (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6) eran los señalados en las casi treinta páginas del acuerdo de Kioto. El objetivo era reducirlos un 5%, cifra que se superó ampliamente hasta alcanzar un 22,6%.

Sin embargo, ¿por qué los gráficos de las emisiones no dejaron de crecer? La respuesta es que sólo lo cumplieron los países comprometidos con este Protocolo. Cosa que no realizó ni Estados Unidos, ni China, ni India y ni, tan siquiera, España.

Sí cumplió la Unión Europea que redujo las emisiones GEI en un 23% en el 2014 respecto a 1990, según el estudio Tendencias y proyecciones en Europa en 2015, elaborado por la Agencia Europea de Medioambiente (AEMA). De esta forma la UE, que prometió recortar un 20% sus emisiones para el 2020, logró su meta por adelantado.

No obstante, a cada país se le otorgó un margen distinto en función de diversas variables económicas y medioambientales según el principio de «reparto de la carga», de manera que dicho reparto variaba entre un -21% para Alemania hasta un +27% para Portugal.

España, que se comprometió a aumentar sus emisiones un máximo del +15% en relación al año base, lo sobrepasó hasta llegar al +23,7%, aunque gracias a la gran crisis económica de 2008 pudo 'arreglar' sus cifras.

El salto a París

Junto a Kioto, París es otro de los grandes éxitos en la historia de las cumbres del clima. Celebrada en la capital gala en 2015, 195 países llegaron a un acuerdo que dejaría en el olvido el Protocolo de Kioto que demostró ser insuficiente para lograr los objetivos marcados y frenar el calentamiento del planeta.

El nuevo Acuerdo de París limita el aumento de la temperatura en 1,5ºC, bastante por debajo de los 2ºC previamente acordados. Para ello, las naciones se pusieron de acuerdo en conseguir un balance de emisiones cero en la segunda mitad del S.XXI.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios