Arturo Fernández-Cruz
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El doctor Arturo Fernández-Cruz, catedrático y miembro de la Real Academia de Medicina, difunde la revolución actual que vive el universo de la salud humana gracias la irrupción de tecnologías como la inteligencia artificial (IA) a través de la fundación que lleva su nombre. Sólo con las herramientas actuales, ya vislumbra un mañana «sin enfermedades y sin desigualdad».
-La IA ya está en la consulta. ¿Como cambia la medicina?
-Los algoritmos, que se basan en toda la experiencia acumulada de hospitales, investigaciones y todo tipo de información, tienen un carácter predictivo alto y aumentan enormemente la seguridad del criterio médico. Disponer de estas plataformas de datos inmensas aumenta de forma brutal la credibilidad del diagnóstico. Además, hay menos desigualdad porque se comparten todos los datos sin fronteras. La tecnología nos iguala.
-Más allá del diagnóstico. ¿Qué futuro de la medicina promete?
-Ha sido un descubrimiento del algoritmo, por ejemplo, establecer con precisión cómo se acoplan las proteínas en el espacio. Con esto, estamos hablando de la posibilidad de crear nuevos fármacos. También gracias a las plataformas se secuencia el ADN muy rápidamente. Antes llevaba meses y ahora, en el plazo de una semana escasa se puede hacer y compartir en una plataforma para todos: la IA ha hecho que se dé ese pacto intelectual y científico. De ahí que hayamos desarrollado vacunas en un periodos muy cortos -como la de la covid, porque secuenciamos rápidamente el anticuerpo que se necesitaba y se sintetizó con la precisión que te da la plataforma.
-¿Otro ejemplo cercano?
-El de los anticuerpos monoclonales. Uno de los temas más complejos del mundo actual son las enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer. Ya se ha sacado el tercer anticuerpo que hace desaparecer al 98% la sustancia que provoca el deterioro cognitivo. La capacidad de sintetizar esos anticuerpos es fruto de la IA.
-¿Qué otras dimensiones abre en la ingeniería genética?
-Gracias a ella, el genoma se puede manejar de forma sencilla, algo que antes era largo y tedioso. Por ejemplo, una de las cosas más apasionantes que hemos descubierto recientemente con María Branyas, la señora de Olot de 117 años, es que era portadora de dos mutaciones de la leucemia más mortal. ¿Por qué no se ha encendido ese gen en ella? Los humanos somos producto de un lenguaje que ya está escrito, pero que no siempre se expresa. Entender esto es el futuro en el que tenemos que entrar de la mano del algoritmo.
-¿Y cuando se descifre?
-Podremos aprender e interpretar el lenguaje del envejecimiento, es decir, esa capacidad de reparación celular que vamos perdiendo con la edad y, en consecuencia, se producen mutaciones que derivan en el cáncer de colon, el alzhéimer, el párkinson, la diabetes, la hipertensión... Ahora bien, estos no tienen que ver con el stop que significa la muerte. Y aquí está el gran reto que tenemos en la lucha contra el envejecimiento: descubrir por qué hay personas que, sin enfermedades, al final mueren. El punto y final de la vida no lo hemos resuelto.
-¿En qué momento está la investigación en este campo?
-Ahora se investiga una solución que, aplicada a los tejidos, logra que la célula se replique con menos edad que la que tiene el resto del organismo. Hace unos días lograron revertir en un 25% el envejecimiento en ratones. La esperanza que da el poder inyectarse factores de crecimiento y revertir la edad es brutal porque va a permitir prevenir la enfermedad. Pero aunque frenemos el envejecimiento y crezca la esperanza de vida, al final se muere y no se sabe por qué; no está resuelta la pregunta de si estamos codificados para un apagón final.
-¿Las técnicas CRISPR de edición genética no será la vía para evitar la enfermedad?
-Hay linfomas sobre los que estas técnicas ya han logrado resultados espectaculares. Pero sabemos que las 'tijeras' provocan diversos daños, como el riesgo de desarrollar otros tumores. Ya han aparecido nuevas tecnologías revolucionarias por las que seríamos capaces de editar ese texto genético con más precisión y sin daño. Por ahora solo se han ensayado solo en bacterias. Pero estoy convencido que revolucionará el concepto de la medicina. Lo podremos hacer en el feto que se esté tratando. Podremos corregir procesos localizados en distintas partes -cerebro, hígado- para apagar el gen que le está provocando específicamente un trastorno. Esto es un cambio sustancial.
-Conocimos el polémico caso chino de los bebés editados para que nacieran sin VIH. ¿Cómo superar el conflicto ético?
-Es verdad que no será tan sencillo adelantarnos y borrar, por ejemplo, un cáncer de antemano. Si no tenemos la experiencia médica aplicada en las personas, no podremos avanzar. Y ahí tenemos unas reglas del juego éticas que, aunque frenen nuestra rapidísima evolución, son necesarias. Para aprobar un tratamiento hay que hacer un ensayo con personas que dure años con cierta seguridad para ellas. Y la técnica tiene limitaciones para llegar a esta fase. Ahora bien, creo que la IA nos adentra en una dinámica diferente, en la cual podremos replicarnos de forma virtual. Mi fantasía es que el ser humano se consiga reproducir, con su expresión fenotípica completa, en un avatar. En él podremos hacer pruebas médicas y, por ejemplo con edición genética, eliminar la posibilidad tener un cáncer en 2070 y sin experimentar con un humano.
-En el mundo de la IA estos son los gemelos digitales. ¿Hablamos de algo físico o código en un ordenador?
-Algo tangible, sí. Ya se pueden construir tejidos de forma artificial, ¿no?
-¿Demasiada ciencia ficción?
-Es ciencia real. Lo que es ficción es imaginar cómo usarlo. Hemos visto ahora cómo, a partir del genoma, un algoritmo puede replicar la expresión facial más cercana a una foto real. Puedo parecer utópico, pero cuando empecé la carrera no existían cosas que ahora son rutina, como la inmunoterapia. Con ella entendimos que el propio organismo podía matar al tumor.
-Pero la inmunoterapia es falible. Los tumores aprenden a reporgramarse y, al final, matan. ¿Es realmente imprevisible?
-No: todo está codificado. Lo que pasa es que, en el momento actual de conocimiento, aún es imprevisible. Es distinto. Ahora queda por entender cómo el tumor se reprograma y se hace resistente, para así poder adelantarnos y, si sucede, tener herramientas para actuar.
-Es el camino, entiendo.
-Eso está muy cerca; podremos disfrutarlo juntos. Tenemos mucha investigación de altura en el mundo del genoma y de la biología molecular.
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