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Los escritores Lorenzo Silva y Noemí Trujillo vuelven a firmar al alimón una novela de la saga protagonizada por la inspectora de policía Manuela Mauri, un duro alegato contra la trata y la explotación sexual de las prostitutas. 'La innombrable' (Destino), la nueva entrega de la serie, «es un gran grito de rabia contra la violencia de género». «Para mí la prostitución es violencia sexual remunerada. Debemos poner en un aprieto a nuestros políticos para que de verdad aborden este problema», asegura Noemí Trujillo, que se declara a favor de abolir este tipo de comercio, una convicción que comparte con su marido Lorenzo Silva.
'La novela', cuyo título parafrasea y rinde tributo a 'El innombrable', el célebre monólogo interior de Samuel Beckett, uno de los autores preferidos por el matrimonio, parte de un crimen real que sirve para cuestionar la tolerancia de la sociedad española con la prostitución. En esta ocasión, los novelistas ponen a trabajar a la inspectora en el esclarecimiento de una joven, llamada Susana, que aparece muerta en el portal de su casa debido a una sobredosis. Sus padres intentan comprender cómo su hija, aplicada estudiante y devota de la lectura, ha acabado en el cenagal de la droga y la prostitución. La inspectora de homicidios Manuela Mauri habrá de desovillar la intrincada red de antecedentes y causas que conduce al lector a hacerse preguntas incómodas.
«España tiene 800 burdeles y 770 centros hospitalarios, 2.500 pisos donde se ejerce la prostitución, de forma voluntaria e involuntaria, y apenas 2.900 librerías. ¿Queremos ser un país con más burdeles que hospitales?», argumenta Trujillo.
Para Lorenzo Silva, hay en esencia dos modelos para afrontar la prostitución: el francés o el sueco, que abogan por la prohibición, y el alemán, partidario de la legalización, un modelo que está generando todo una industria que abarata los servicios sexuales y supuestamente concede derechos laborales y económicos a las prostitutas. Frente a ellos, España ha creado un limbo jurídico basado en mirar para otro lado y «no hacer nada». «Lo terrible de esta situación son no solo los abusos con las mujeres traficadas, sino lo que es aún peor, los atropellos contra aquellos a quienes la sociedad tiene un deber especial de proteger, los menores».
Silva y Trujillo unen sus miradas para esbozar una instantánea de la sociedad, a la que colocan ante el potente espejo del género negro, muy eficaz para reflejar los problemas contemporáneos. En esta escritura a cuatro manos, cada uno aporta ingredientes de su talento. «Como Lorenzo, Manuela es muy responsable y tiene siempre la moral alta, no se deprime nunca, cosa que envidio mucho; nunca se queja. Quejarse acorta la vida, suele decir Lorenzo. A Manuela le gusta hacer ejercicio y es buena conductora; yo soy un desastre en las dos cosas. Pero Manuela también tiene algo mío: odia planchar, las tareas de la casa. También es mío que llora, y yo aporto la experiencia de la maternidad».
Como en las otras dos novelas de la saga, en 'La innombrable' hay una invocación de otros textos literarios donde los títulos aparecen feminizados. En las dos entregas anteriores, la pareja de escritores homenajeaban a Primo Levi con una voluntad metaliteraria al llamar su novela 'Si esto es una mujer', fórmula que repitieron después con la 'La forja de una rebelde', en alusión a la trilogía de novelas que publicó el escritor español Arturo Barea entre 1940 y 1945. En esta ocasión, la paráfrasis remite a un texto de Beckett, 'El innombrable', en el que el autor irlandés abordaba la despersonalización de las víctimas de los autoritarismos.
«Son novelas ampliamente combativas y que ponen el foco en la dureza de la vida», explica Lorenzo Silva.
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