Alberto Miranda, el hijo pródigo que engrandece Salamanca por el mundo gracias al baloncesto
El entrenador salmantino reflexiona sobre su progreisón, desde el patio de un colegio de Salamanca a ganar el Eurobasket con Alemania
«Siempre te llevo conmigo, siempre seré tu bandera, no juegas solo si yo estoy allí».
Comenzó jugando en el patio del Félix Rodríguez de la Fuente. Pasó largas tardes sobre el cemento del Colegio María Auxiliadora. Sufrió, pero también ganó todo con Perfumerías Avenida. Y ahora es campeón de Europa con la Selección alemana, además de ganar la Copa del Rey y la Supercopa de España con el Unicaja de Málaga. Es Alberto Miranda, una de las personas más humildes que se pueda conocer, da igual con quien se le compare.
Como hijo pródigo que regresa a su hogar, ha vuelto a su casa por Navidad y para recibir el reconocimiento del Ayuntamiento. En manos de Almudena Parres, concejala de Deportes, ha sido abrazado por todo el territorio charro, orgulloso de que el nombre de Salamanca cruce fronteras gracias al baloncesto: «El embajador de la excelencia y el esfuerzo». Él lo ve al revés, siente responsabilidad y también satisfacción de representar a su ciudad.
«Siempre te llevo conmigo, siempre seré tu bandera, no juegas solo si yo estoy allí».
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«Estando aquí siento felicidad», comienza a hablar Miranda sentado en uno de los bancos de la Plaza Mayor, con el gigante árbol de Navidad de fondo. «Hacía un año y medio que no podía venir por falta de tiempo y partidos. Estar aquí, estar con la familia y amigos, dar un paseo y encontrarme con tanta gente... ver cómo se alegran por mí. Es felicidad lo que siento y más estando mi hija aquí, en mi ciudad».
«Lo primero en lo que pensé cuando gané el Eurobasket fue en las tardes en el patio del Félix Rodríguez de la Fuente»
Precisamente, fue en su ciudad en lo primero que pensó cuando ganó el Eurobasket: «Me dije, acuérdate de cuando empezaste a jugar en el Félix Rodríguez de la Fuente, con mucho frío o mucho calor, cuando el baloncesto era solo un juego. Ahora se ha convertido en una profesión, en una obsesión y que me ha dado las mejores alegrías de mi vida. Solo puedo decir que le baloncesto es lo mejor que me ha pasado».
¿Cómo se llega hasta ahí? «Pues me dijeron de entrenar a un equipo de niñas de minibasket de Santa Teresa y hasta ahora. Empecé a entrenar, a disfrutar de lo que hacía, a estudiar el juego... Me motivaba cómo hacer que otros jugaran bien, incluso me llegué a obsesionar en cómo transmitirlo de la manera correcta, el hacerlo bonito. Y el conocer gente, el querer aprender de unos y de otros, me ha ido abriendo puertas. También ha sido casualidad. Cuando terminé en Avenida fui a ver cómo trabajaban equipos de ACB y en Murcia me recibieron con los brazos abiertos, me enseñaron mucho y cuando necesitaron un entrenador se acordaron de mí», responde.
«No sabes muy bien por qué pasan las cosas, pero hay que intentar que cuando pasen, saques el máximo jugo posible»
Después vino Málaga: «Tuve esa suerte. Fotis Katsikaris se fue a Málaga y se acordó de mí. Álex Mumbrú vino a ver a Dylan Osetkowski entrenar, nos vio trabajar, tomamos un café, notó conexión y me ofreció ir a la Selección alemana. No sabes muy bien por qué pasan las cosas, pero hay que intentar que cuando pasen, saques el máximo jugo posible».
Y siempre ha estado presente Salamanca: «Es que es mi vida. He crecido aquí, me he criado aquí y corre por mis venas. Me siento muy orgulloso y me hace sentir especial que haya gente aquí que se alegre y que lo que hago merece realmente la pena».
Se emociona. «Sí. Porque el día a día, como en cualquier trabajo, te come, piensas en lo urgente, y te olvidas de lo que ha pasado, de las cosas malas y buenas, de dónde empezaste. Me doy cuenta de la cantidad de casualdiades y de lo difícil que es que haya pasado todo esto. Solo siento agradecimiento ahora mismo por este reconomiento y de los entrenadores que he tenido; Fernando Sierra, Fernando Merchante, José Ignacio Hernández... Muchos que te han abierto los ojos y te han hecho amar este deporte», apunta.
Es un caso bastante único. «Sí, lo entiendo así. Es muy difícil llegar a la élite del baloncesto español. Hay muchísimos entrenadores, muchísima gente que trabaja increíble y que luego no tienen la oportunidad o la casualidad de poder estar en un staff ACB y ya no te digo de ganar títulos a nivel nacional e internacional. Es algo que sigo viendo sorprendente desde mi día a día. Y me centro en eso, en mi día a día, en hacer mejor a los jugadores y de la forma más fácil posible. Es la fórmula de Unicaja y que nos ha llevado a tener éxito. Ojalá que más gente quiera contar conmigo porque de esto se trata esta vida, de tener trabajo».
«Es un orgullo mirar atrás y decir que fui entrenador de Perfumerías Avenida»
En concreto, su trabajo se centra en el plano defensivo, la clave de títulos y victorias: «Lo más importante son los jugadores, sin ellos nosotros estamos muertos. Solo hay una fórmula que funciona, la del máximo esfuerzo y convencer a la gente que de su máximo esfuerzo en defensa y ataque. No creo que tenga una responsabilidad especial, sino la suerte de tener jugadores que lo han entendido y expresado al máximo».
Su paso por Perfumerías Avenida
Salamanca refleja lo bueno y lo malo en su andadura, tocar el cielo ganando la Euroliga y ser despedido después. ¿Con qué se queda? «Dicen que las crisis, depende de cómo las mires se convierten en oportunidades. Si miras atrás ese es mi caso. Cuando salí de Perfumerías Avenida me dolió y fue una situación difícil de gestionar porque dudas de lo que tu haces, de ti mismo... las cosas por lo que sea no acabaron de salir bien, pero el primero que quería que salieran lo mejor posible, era yo. Sin embargo, siempre hay derrotas y victorias, y, por lo general, va a haber siempre más derrotas. Al principio fue una espinita clavada, después es un agradecimiento enorme a toda la formación y experiencias vividas, y ahora es un orgullo enorme mirar atrás y decir que fui entrenador de Perfumerías Avenida», responde.
«Siempre te llevo conmigo, siempre seré tu bandera, no juegas solo si yo estoy allí». Es un verso del himno del Unicaja. Es el sentimiento de Salamanca por Alberto Miranda.