El deporte más olvidado de Salamanca que lucha por sobrevivir y resurgir al mismo tiempo
Desde la Escuela Hockey Charro piden atención: «El hockey es un deporte donde muchos niños han encontrado el hueco donde encajan». Encuentran continuas trabas, pero mantienen la ilusión intacta para seguir creciendo
No tienen un tienda de referencia donde comprar el material. Tampoco cuentan con instalaciones adecuadas a las características de su deporte y hasta hace un año solo tenían una hora disponible en un pabellón de un pueblo de la provincia. Tampoco pueden pagar a sus entrenadores, no tienen ni un solo rival y los fundadores del club han perdido dinero apostando por su práctica deportiva favorita. Ahora son los padres los que han tomado las riendas y con el fin de hacer felices a sus hijos y poder seguir creciendo, se organizan para conseguir patrocinadores, organizar partidos con otras ciudades o celebrar torneos.
Hablamos del Hockey Charro Salamanca, únicos en su especie y que han encontrado en Villamayor su habitáculo para entrenar, aunque no puedan competir, pues no hay equipos del mismo deporte a los que enfrentarse. Formación y diversión es su máxima, para instruir a 32 niños y niñas (hasta el momento), que quieren practicar un deporte que no se oferta en los colegios y que se aleja de los patrones habituales: fútbol y baloncesto. Quieren seguir creciendo y por eso reclaman atención.
Vamos a un entrenamiento, hablamos con uno de los entrenadores y la presidenta del club, una de las madres; de fondo los niños entrenan y un entrenador profesional, ex jugador de hockey profesional, da una masterclass para un joven portero. Viene de Asturias y ganó una Copa del Rey en el pabellón de La Alamedilla.
La implicación de los padres
La Junta directiva está formada por los padres y madres, quienes rotan con el fin de repartir responsabilidades, aunque reconocen que todos están muy implicados. Al margen de sus vidas profesionales y personales, reservan un hueco para conocer y luchar por un deporte, el de sus hijos que carece de los recursos básicos que sí tienen el resto. «Creemos que es un deporte muy inclusivo y que iba a desaparecer. Es alternativo, que gusta mucho y que implica el desarrollo fundamental físico y mental de los chicos. También es importante devolver al pueblo todo lo que nos da», explica Florencia, actual presidenta.
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La misma reclama mayor implicación de centros y clubes: «No tenemos liga. Somos una escuela que va creciendo, pero estaría genial que otros centros o clubes se animaran a sacar equipos adelante, siempre hay estudiantes del norte que lo practican y pueden hacer de monitores y seguro que hay niños que se unen. Si queremos jugar tenemos que ir fuera de Salamanca una vez al mes, precisamente para que los niños puedan tener esa adrenalina de la competición».
Falta de material e instalaciones
Reconocen como «suerte» poder contar con el pabellón de Villamayor que, sin embargo, no cuenta con las características propias de la competición de hockey, por lo que cuando juegan contra otros equipos no están acostumbrados, por ejemplo, a utilizar las vallas que actúan como paredes y que forman parte del propio partido. Además, en Salamanca tienen disponible una hora a la semana en el pabellón Lazarillo. Sin embargo, muchos de los niños no son de Villamayor o Salamanca, también de otros pueblos de la provincia, como Castellanos o La Fuente de San Esteban.
Rafa y Javi, dos de los fundadores, han creado su particular taller de reparación de patines, donde pueden hacer frente a necesidades que surjan del día a día debido al desgaste de los utensilios durante los entrenamientos. Además, también asesoran a los padres en la posible compra o no de ciertos bates, por ejemplo, todos de segunda mano, debido a sus altos costes.
Entrenadores de forma altruista
Los entrenadores participan en el proyecto sin remuneración a cambio y con el objetivo de promocionar el deporte que practicaron de pequeños. Javi, uno de los fundadores, asegura que ha llegado a perder dinero, pero que no le cuesta. «Recuerdo que cada vez que veíamos material disponible o que pudiésemos comprar, lo hacíamos, para poder darlo a la Escuela y poder empezar», cuenta.
«No hay pistas donde jugar, los colegios no consiguen introducirlo como una actividad escolar... es difícil»
Precisamente, el veterano entrenador que disfruta desde que solo tenía seis años en Salamanca del hockey hace memoria de la salud del deporte años atrás: «Empecé en María Auxiliadora, entonces había una pista y sobre esta se construyó un edificio posteriormente. Igual que la pista, fueron desapareciendo los clubes, así que un amigo y yo hemos intentado recuperarlo dentro de un grupo estable, aunque es muy complicado. No hay pistas donde jugar, los colegios no consiguen introducirlo como una actividad escolar... es difícil. Pero bueno, poco a poco. En Salamanca insistimos y junto al equipo de hockey línea, logramos la pista del Lazarillo. Hay trabas, pero con ilusión se tratan de solventar».
No es un deporte para todos, es un deporte de elegidos: «Creo que tiene margen de crecimiento, porque no deja de ser un hueco donde niños y niñas encajan. Niños y niñas a los que no les gusta el fútbol o el baloncesto. Quedan fuera de aquí y se lo pasan bien, eso es lo que buscamos y nos encanta. Están vinculados a través del hockey. Recorrido, es complicado, por la falta de empresas que patrocinan, pero es una práctica más deportiva que se puede ofrecer en Salamanca a los chavales».
¿Cómo se puede conseguir más; más patrocinadores, más instalaciones, más niños... más recorrido? «Creo que si hubiera alguna empresa grande que nos ayudase, podríamos llegar a colegios, con un poco más de margen de publicidad. Lo principal para mí sería que el deporte pudiera entrar en los colegios como actividad extraescolar. Es una manera de motivar y encaja con niños que buscan otra cosa al margen de los deportes mayoritarios».