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Cuando Alejandro Valverde se vistió por primera vez de ciclista profesional, en el verano de 2002, los veteranos del Kelme le apodaron 'Torrente' por su veloz acento murciano. Pero nadie se tomaba a broma a aquel chaval. En realidad, su mote era otro, 'el imbatido'. Lo merecía. De niño y de adolescente lo había ganado prácticamente todo. En ruta y en pista.
Este domingo, ya con 42 años y tras dos décadas en el pelotón, se despidió de la Vuelta ovacionado por el público de Madrid. «He disfrutado mucho con el cariño de la gente en cada etapa», agradeció. Dentro de un mes, tras el Giro de Lombardía, se quitará para siempre el maillot de corredor profesional. Adiós al mito incombustible. A un ciclista único. Con 133 victorias. Ganador de la Vuelta, del Mundial y ocupante del podio en las tres grandes rondas, es el corredor con más victorias en la Flecha Valona (5) y el primer español que ha ganado la Lieja-Bastogne-Lieja, donde se ha impuesto en cuatro ocasiones.
🚀 Im𝑩𝑨𝑳𝑨ble...
La Vuelta (@lavuelta) September 11, 2022
3⃣2⃣ participaciones en GV
🏆 La Vuelta 09
🚴♂️ Podio en las 3 GV, incluyendo 7 en La Vuelta.
1⃣7⃣ victorias de etapas
4⃣💚 victorias del jersey verde
#LaVuelta22 pic.twitter.com/ukkmdboQi5
Nadie tiene más medallas (7) en el Mundial. Y algo más: desde que debutó ha sido capaz de vencer en casi todo tipo de carreras. Ha sido más completo que Miguel Induráin. Y muy querido. Cuando en 2018 completó sus sueños al vencer en el Mundial de Innsbruck, el seleccionar español, Javier Mínguez, dijo: «Creo que todo el mundo del ciclismo se alegra de que haya ganado Alejandro». Merecía más que nadie aquel oro que tanto le hizo gritar en la meta. «Es mi victoria favorita», elige Valverde.
Al corredor murciano, hijo de un camionero loco por las bicicletas, el ciclismo siempre le ha parecido fácil. Algo divertido. Cuando aún no había cumplido 30 años, sus compañeros de entrenamiento ya le admiraban. «Era diciembre. A Alejandro le habían ordenado parar, estar un mes sin entrenarse para descansar y preparar bien el asalto al Tour. Pero se saltó la orden. No se sentía a gusto sin su bicicleta. Y una mañana salió a dar una vuelta con nosotros, que ya estábamos en forma para el Tour Down Under. Fuimos a subir la Cresta del Gallo y nos dejó atrás a todos. Entonces se quedó tranquilo y volvió a sus vacaciones», contó hace ya mucho José Joaquín Rojas, uno de sus inseparables en el Movistar.
Valverde ha sido un elegido. Fue campeón de España juvenil en ruta y en pista, y ganó la Copa de España sub'23. Imparable. En el Tour de 2005 batió a Armstrong en la cima de Courchevel. Aquel destello le hizo empeñarse aún más en ganar una de las pocas carreras que no ha estado a su alcance, el Tour.
La otra era el Mundial. Hasta 2018. «Ya lo he hecho todo en el ciclismo», declaró al bajar del podio del campeonato del mundo en Innsbruck. «Ya me puedo retirar tranquilo... De hecho, todo después de la caída en el Tour 2017 ya era un regalo. Llegué a pensar que allí se había acabado mi carrera».
Aquello sucedió el 1 de julio de 2017. Llovía sobre Düsseldorf, donde comenzaba el Tour con una peligrosa contrarreloj urbana. Valverde entró a cuchillo en una curva traidora. El tubular patinó. El hierro de una valla le abrió una rodilla y le partió un tobillo. Sangre y hueso a la vista. «Nada más caerme me miré la rodilla. No soy médico, pero pensé que me iban a tener que colocar una prótesis. Ahí fue el peor momento; esos quince minutos en el suelo hasta que me subieron a la ambulancia», recuerda. Por primera vez en su vida se sintió un exciclista. Apenas cuatro meses después de sufrir una lesión que pudo bajarle de la bicicleta, Valverde parecía intacto. «Cuando pude volver a montar en bici, tuve que hacerlo con una férula en el tobillo. No podía llevar ni la zapatilla de bici. Así empecé. Luego ya pude ponerme la zapatilla. Para bajarme de la bici tenía que sacar el pie del calzado con la mano», contó. «A ver si puedo ganar la quinta 'Lieja'. Así le igualo a Merckx».
Esa pelea con el 'caníbal' le mide. Valverde es uno de los grandes dorsales de la historia. No ha podido alcanzar en Lieja al mito belga, pero en 2019 aún fue segundo en la Vuelta a España. Luego, la pandemia apartó al público de las cunetas. Valverde decidió continuar en activo hasta que la afición regresara. Durante esta Vuelta ha recibido un homenaje en cada etapa. En la salida desde Las Rozas, descubrió una estatua en su honor. Con los brazos abiertos. Gesto triunfal.«Disfruto con lo que hago».
Se va con 42 años, tras superar lesiones y una suspensión de casi dos temporadas por dopaje, y sin conocer otra vida que el ciclismo. Debutó en 2002, cuando en el Tour mandaba Armstrong sobre Beloki y Rumsas, y en la Vuelta Aitor González doblegaba en la contrarreloj del Bernabéu a Heras. «Disfruto con lo que hago. He estado muy bien asesorado por mi equipo y luego está la familia. También es muy importante poder salir siempre a entrenarme con mi grupo de cicloturistas de Murcia. Y, je, je, poder atacarles cada día, por supuesto», comenta. Ha sido su motor. El ciclismo visto como un juego más que como un trabajo. «Tener a Alejandro ha sido un privilegio», le alaba Eusebio Unzúe, mánager del Movistar. «Con él hay opciones en cada carrera. En eso ha sido único». Lo dice el director, entre otros, de Miguel Induráin y Pedro Delgado. Aún no lo ha perdido y ya le echa de menos.
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