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Silencio en el monasterio extremeño de Tentudía. Las palabras se quedaron en la salida. Allí, en Aracena, decía Enric Mas que tiene «una gran oportunidad» de ganar la Vuelta. Lo intentó. También habló Juan Ayuso, que con 19 años lucha por el podio sin descartar «nada». Atacó. Y además anunciaba pelea 'Superman' López, que le quiere quitar la plaza en el cajón a Ayuso y Carlos Rodríguez, «esos niños que andan tan bien». Se movió el colombiano... A todos los calló Remco Evenepoel en la no tan exigente subida a Tentudía. El líder belga impuso el silencio. Apagó todas las revueltas y, como prueba de su dominio, apretó al final para entrar por delante. De momento, nadie puede replicarle. Para ganarle hay que escaparse. Eso hizo el colombiano Rigoberto Urán, que con este triunfo sobre Pacher, Herrada y Soler tiene ya etapas en el Tour, el Giro y la Vuelta.
A Urán sí se le escuchó en el monasterio con su personal jerga: «Tenía que ser hoy», repetía. Acertó. Le costó. «Cuando me ha arrancado Herrada, he pensado: 'ihueputa... lo tenía ahí, ahí. Le he podido coger. A 150 metros he atacado con todo lo que tenía a mano. Mira 'marica', o le cojo ahora o nunca». Ganó. Pero llegó tan justo que no tuvo fuerza ni para levantar los brazos. Y, medio en broma medio en serio, lo lamentaba. «Es una fotografía para siempre, para enmarcarla y no voy a salir con los brazos arriba. Me va a faltar la 'berraca' foto». Sonreía. Nació sin nada. Vio morir a balazos a su padre. Cargó de niño con la familia y aprendió a hacer lo que hizo en Tentudía: «Hay momentos buenos y malos, pero hay que tirar hacia delante siempre». Segundo en el Tour y el Giro, es el pionero de toda una generación de talentos colombianos. Tiene 35 años y parece que corre desde siempre.
En Tentudía, cuenta la leyenda, también se detuvo el tiempo. Andaban los cristianos apurados en aquella batalla contra los sarracenos. Se echaba la noche y aún no habían ocupado la plaza. Entonces lanzaron una plegaria: «¡Santa María. Detén tu día!». De ahí el nombre. La súplica fue escuchada y el sol se detuvo. Concedió a los cristianos las horas que necesitaban para culminar su victoria. En agradecimiento levantaron en esta loma el monasterio donde estaba la meta de la decimoséptima etapa. A Primoz Roglic también se le había parado el reloj. Roto en la recta final de la jornada anterior.
El esloveno, que era el segundo en la clasificación general tras Evenepoel, pagó con sangre su ataque al belga. La escalofriante caída que sufrió el martes a cien metros de la meta le impidió tomar la salida en Aracena. Su reloj no ha tenido cuerda para alcanzar Tentudía, donde se esperaba otra ráfaga de su ambición. Roglic, antiguo esquiador de saltos que llegó tarde al ciclismo, ha exprimido su tiempo. Pudo ganar el Tour de 2020 -lo perdió en el contrarreloj final ante Pogacar- y ha ganado tres veces la Vuelta. Aspiraba a su cuarto triunfo consecutivo. Tendrá que esperar.
Las caídas no le dejan avanzar. Por distintos accidentes ha tenido que abandonar en tres de las cuatro últimas grandes rondas en las que ha participado. Como las salamandras, capaces de regenerar los miembros amputados, Roglic ha vuelto siempre de sus caídas y de sus decepciones. Inmune al desaliento. Esa capacidad para encajar golpes vuelve a estar a prueba. Sin él, la Vuelta ha perdido al agitador, al rival que más iba a atizarle al líder. Las heridas y abrasiones en el brazo, la pierna y el costado derechos le han apartado de la Vuelta.
«Primoz estaba triste», declaró en la salida su compañero Rohan Dennis, que ya pasaba página. Es su mentalidad y también la de Roglic. «Cuando una puerta se cierra, otra se abre», animó el australiano. Tras su derrota en el Tour 2020, Roglic ganó la Lieja-Bastogne-Lieja. Después de su caída en el Tour 2021 logró el oro en la contrarreloj olímpica... Ahora, recuperado del tropiezo que le obligó a abandonar en julio el Tour, peleaba por la Vuelta. Puerta cerrada. Su equipo abrió otra. Dennis se fugó camino de Tentudía. En realidad, el reloj no lo detiene nadie.
Pero Dennis no acertó con la fuga. La buena era otra, la de Champoussin, Jungels, Mäder, Wright, Herrada, Urán, Pacher, De Marchi, Craddock, Elissonde, Soler, Gesbert y Guglielmi. Buenos corredores, jamones de bellota entre dehesas de alcornoques y pueblos blancos. Craddock, uno de esos ciclistas que nunca gana, quiso cambiar su suerte y se adelantó unos metros antes de la subida a Tentudía. No le bastó. La victoria fue de Urán.
Por detrás, Enric Mas cumplió su promesa y retó en dos ocasiones a Evenepoel. Se quedaron solos. Se miraron. El líder pareció incluso incitarle a seguir zumbando. Se pararon. Dejaron el duelo para la etapa que viene, la de Piornal. Ayuso, 'Superman', Carlos Rodríguez, Hindley, Pinot y O'Connor se sumaron al grupo. Ayuso, ambicioso siempre, y 'Superman' sacaron los espolones. Remco los aplacó también. Sólo dio permiso para irse a Almeida, que no le preocupa. «El primer ataque de Encic ha sido duro. Me ha probado», reconoció Evenepol. El belga superó de sobra la prueba.
«Quería ver cómo estaba Remco», dijo Enric Mas, segundo en la general. «Mi equipo está bien y quedan tres etapas. Ojalá pueda recortarle esos dos minutos». Tras el silencio impuesto en Tentudía por Evenepoel, habló el balear, que no renuncia a tener aún la última palabra en esta Vuelta.
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