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Los jugadores y el cuerpo técnico del Real Madrid posan con la Supercopa de Europa. Piotr Nowak (Efe)
Vinicius y Bellingham desatan la fiesta de Mbappé
Supercopa de Europa

Vinicius y Bellingham desatan la fiesta de Mbappé

El astro francés rubrica su estreno soñado sentenciando un espinoso duelo ante el Atalanta que da al Real Madrid su sexta Supercopa de Europa y eleva el mito de Ancelotti

Óscar Bellot

Madrid

Miércoles, 14 de agosto 2024, 23:03

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A Kylian Mbappé le ha bastado un partido para comprobar de primera mano los múltiples beneficios que apareja jugar en el Real Madrid. En un duelo de lo más espinoso ante el Atalanta, Vinicius y Bellingham se desvivieron porque el crack de Bondy firmase su estreno soñado con el conjunto de Chamartín. Y el astro galo respondió al derroche de energía y calidad de sus nuevos compañeros rubricando el primero del que se avecina como una larguísima colección de golazos con el club de sus amores. El tanto, un derechazo inapelable a la escuadra, sentenció un pleito discutidísimo ante la siempre peleona tropa de Gian Piero Gasperini que permitió al Real Madrid alzar su sexta Supercopa de Europa.

Un trofeo que permite a los blancos mantener vivo el sueño del 'septete', poner tierra de por medio con Barça y Milan, ambos con cinco galardones por cabeza, y eleva el mito de Carlo Ancelotti, ganador ya de catorce títulos como entrenador del Real Madrid, los mismos que el inolvidable Miguel Muñoz. Acrecienta también la leyenda de Luka Modric, acaparador de 27 entorchados como futbolista del Real Madrid, uno más que Nacho y encargado de alzar el trofeo al cielo de Varsovia por primera vez como capitán tras doce años de brillo cegador.

Ambos son historia viva del madridismo, la misma que empieza a escribir con letras de oro un Mbappé que llegó y besó el santo para estrenar su palmarés internacional a nivel de clubes. Lo que no pudo hacer en siete temporadas con el PSG ya lo ha logrado en un partido con el Real Madrid. Puede que su fichaje se cociese a paso de tortuga, pero la larga espera mereció la pena. Y solo es el comienzo.

Real Madrid

Courtois, Carvajal (Lucas Vázquez, min. 88), Militao, Rüdiger, Mendy, Valverde, Tchouaméni, Bellingham (Ceballos, min. 88), Rodrygo (Modric, min. 76), Mbappé (Brahim, min. 82) y Vinicius (Arda Güler, min. 88).

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Atalanta

Musso, Djimsiti, Hien (Palestra, min. 90), Kolasinac (Bakker, min. 70), Zappacosta (Godfrey, min. 62), De Roon, Éderson, Ruggeri, Pasalic (Manzoni, min. 90), De Ketelaere (Retegui, min. 62) y Lookman.

  • Goles: 1-0: min. 59, Valverde. 2-0: min. 68, Mbappé.

  • Árbitro: Sandro Schärer (Suiza). Amonestó a Éderson, Bellingham, Vinicius y Djimsiti.

  • Incidencias: Partido correspondiente a la Supercopa de Europa, disputado en el Estadio Nacional de Varsovia ante 56.042 espectadores.

Mostró sus cartas Ancelotti en la apertura de curso con un once que apunta a ser el de gala a lo largo de la campaña 2024-25. Poco le importó que seis de sus titulares llevasen apenas una semana de entrenamientos y se vistiesen de corto por primera vez desde que regresaron de vacaciones. La envergadura de la cita pedía a gritos que el técnico luciese su colección de estrellas y así lo hizo.

Con Carvajal y Mendy en los laterales, Valverde, Tchouaméni y Bellingham en la sala de máquinas y Mbappé dispuesto a brillar como punta de lanza en la que fue su puesta de largo como futbolista del Real Madrid junto a los algo más rodados Courtois, Militao, Rüdiger, Rodrygo y Vinicius, el cuadro de Chamartín desfiló por el Estadio Nacional de Varsovia con traje de etiqueta ante el Atalanta, un equipo de autor cuyo sastre, Gian Piero Gasperini, está teniendo que aplicar remiendo tras remiendo en un verano tórrido.

Pese a ello, el piamontés, compañero de pupitre en su día de Carletto, ha imprimido un carácter intrépido al conjunto bergamasco que permea cada una de sus apariciones sobre el césped. Independientemente de cuál sea el rival, los 'nerazzurri' luchan con valentía, marcando de forma individual y desplegando una presión asfixiante que incomoda a cualquiera. Mantuvieron esas señas de identidad en tierras polacas y sofocaron de entrada a un Real Madrid falto de ritmo.

Rebeldía bergamasca

Un desvío fallido de Militao tras golpeo de De Roon que se estrelló en la cruceta dio el primer susto antes de la media hora a los blancos, que hasta entonces solo habían amenazado con un remate de primeras de Mbappé que blocó Hien y un centro de Carvajal que Vinicius no cazó por poco. Carecía de un vector creativo en la medular el equipo de Ancelotti, huérfano de la brújula inimitable de Kroos y sin la clarividencia suficiente para aprovechar los espacios que dejaba el Atalanta. Con todo, dispuso de una ocasión excelente Rodrygo justo antes del entreacto tras recibir un fabuloso pase con el exterior Vinicius, pero el travesaño escupió con violencia el zurdazo del paulista.

Mantuvo sus naipes Ancelotti a vuelta de vestuarios y el Atalanta volvió a desatar la alarma nada más reanudarse el choque con un testarazo de Pasalic que exigió una soberbia parada de Courtois, digna de un cancerbero inmenso en perenne estado de gracia. Traslucía sin embargo otro ánimo el Real Madrid, más eléctrico, expansivo y dinámico. Ganaron consistencia los campeones de Europa a medida que Mbappé y Vinicius permutaban sus posiciones y Bellingham se arrogaba el bastón de mando. El inglés, MVP del duelo, lideró el paso al frente del Real Madrid y sembró el miedo en las filas del Atalanta, aunque fue Vinicius quien desarboló a la Dea con un desborde marca de la casa que dejó clavado a Djimsiti antes de meter el pase de la muerte a Valverde, determinante apareciendo en la zona del nueve.

Tuvo que multiplicarse entonces Musso para sortear el tiroteo. Vinicius, primero, y Bellingham, por dos veces después, rozaron el segundo, frenados ambos 'in extremis' por el arquero argentino. El Real Madrid olía sangre y amenazaba con poner el descabello. Lo hizo Mbappé, que cumplió el guion soñando recogiendo un servicio de Bellingham después de que un robo de Rodrygo pusiese en desbandada al Atalanta para enjaular el esférico con un derechazo a la escuadra. Tras demorar durante siete años su aterrizaje en el Santiago Bernabéu, el prodigio de Bondy tardó solo 68 minutos en dejar su impronta. Así se las gasta.

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